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"12 Apóstoles": los rehenes habrían comido empanadas con la carne de presos asesinados

15 de Febrero de 2000 | 01:00
Tres guardias que fueron rehenes durante el motín en el penal de Sierra Chica, en 1996, declararon ayer, ante el estupor de los presentes en la sala y la fría mirada de los acusados, que los amotinados les dieron empanadas y otras comidas que, según se jactaron entonces, elaboraron con carne de los reclusos asesinados.

Los relatos escalofriantes de los guardiacárceles Oscar Fabián Iturralde y Jorge Kroling, y el alcaide Héctor Cortés, le dieron ayer mayor entidad a la versión que circula desde la finalización del motín: sobre actos de canibalismo durante la cruenta revuelta, que desde el lunes de la semana pasada está siendo ventilada en el juicio oral y público a 24 acusados, en el penal de máxima seguridad de Melchor Romero, mediante el inédito sistema para nuestro país de teleconferencia.
Otro penitenciario, Miguel Di Nápoli, reconoció que durante el motín vio "salir humo de la panadería del penal", cuando se presumía incineraban los cuerpos de los internos asesinados.
"El 2 ó 3 de abril (de 1996), estaba como rehén en el pabellón 1 y entró Miguel Chiquito Acevedo repartiendo empanadas y a mí -dijo- me dejó dos, pero yo comí una sola", recordó Iturralde.
"Al rato vino (Acevedo) y me dijo `comiste empanadas, guacho?' y yo le contesté que sí, que estaban ricas, pero dulces. Y entonces, riéndose, me dijo `Bueno, te comiste un preso, ahora vas a ir adelante, te comiste un rocho (chorro)'", relató.
El guardia, tomado como rehén desde el inicio del motín el 30 de marzo de 1996, precisó que "Acevedo y otro interno se reían".
"Luego cuando se fueron, me acerqué a preguntarle a Daniel Echeverría (otro rehén) si había comido las empanadas que repartieron".
"Le conté (al rehén Echeverría) que me hicieron comer una empanada con un preso, y se descompuso", recordó el guardiacárcel de Sierra Chica.
Por su parte, el guardia Kroling, quien fue testigo del infierno al entregarse voluntariamente como rehén para salvar a un compañero herido, precisó que "no puedo comer carne picada porque en el motín picaron a los presos asesinados en una máquina y se los comieron".
La de ayer no fue la primera vez que un testigo y ex rehén vinculó a Acevedo con el destino final de los siete reclusos cuyos cuerpos no han sido hallados y se presume fueron asesinados, descuartizados e incinerados.

La semana pasada, el jefe de Vigilancia y Tratamiento del penal al momento de ocurrir los hechos, prefecto Juan Orlando Martínez Gómez, describió la organización que tenían los amotinados para llevar adelante la revuelta.
"Supe que en el sector de abajo (el prefecto estuvo como rehén en el sector Sanidad) había un grupo de internos que se dedicaba al descuartizamiento (de los cuerpos de los internos ajusticiados) y entre ellos estaba Miguel Angel Chiquito Acevedo", detalló Martínez en esa oportunidad.
En su declaración de ayer, Iturralde relató que en otra oportunidad desde la terraza del penal, donde lo habían subido como escudo humano, vio cómo llevaban 4 ó 5 mantas atadas hacia el pabellón 12 y cómo del bulto colgaba un brazo.
"El interno que me tenía como rehén me dijo en ese momento, `viste, están matando a todos, esto se pudre' ", recordó Iturralde.
El guardia sostuvo que "por comentarios de otros internos se sabía que habían matado internos, que luego eran trozados en la carnicería y quemados en la panadería".
"Yo no recuerdo si fue `Chiquito' Acevedo quien me dijo `te comiste a Agapito (Lencina), pero sí me enteré que a `Agapo' lo habían matado y habían hecho comida, un guiso que se lo dieron a la población", declaró Iturralde.

El rehén precisó que los amotinados "hacían estos comentarios como si estuvieran de joda, como una hazaña" y al preguntarle la fiscalía sobre la credibilidad que otorgaba a esos dichos, Iturralde sostuvo: "En la situación que estábamos, uno creía cualquier cosa y para mí que no estaban normales".
El alcaide Héctor Marcelo Cortés, quien se desempeñaba como Jefe de Registro de Internos del penal, relató ayer que fue tomado como rehén el 2 de abril de 1996, al ingresar como recambio de un guardia penitenciario herido y coincidió con el testigo Iturralde sobre la utilización de carne humana para hacer comida.
La noche del 4 de abril el testigo se enteró del crimen del interno José Cepeda Pérez. "Había querido salir (hacia la guardia), pero no llegó a hacerlo y el viernes a la noche, por declaraciones de los internos que nos custodiaban, nos dijeron que ya carne no había más, que estamos comiendo carne dulce, nos `estamos comiendo a Cepeda'", contó.
"El día que ingresé al penal, vi pasar una 'zorrita' con una olla y uno de los internos, me dijo `ahí va otro para el microondas'", manifestó Cortés.

El alcaide precisó que "no era horario de comida, la olla pasó a dos metros de donde estaba yo, a un horario que nada que ver (con los horarios de las comidas de los reclusos)".
"Después que llevaron esa olla se vio salir humo de la chimenea, con olor a carne quemada", contó.
Cortés precisó que "los internos comentaban que habían matado a 7 u 8 y que los llevaban para las panaderías y los tiraban dentro del horno de la panadería, pero no decían a quienes mataban".
El grupo de presos asesinado "tenía peso sobre la población, eran internos muy nombrados y llegado el momento podían haber parado el motín, debe ser por eso que los eliminaron", conjeturó.
"Los que llevaban el motín eran unos cien -agregó-, el resto no quería saber nada y deseaban que se terminara pronto, porque decían `esto va a terminar en una masacre'".
Por su parte, el guardia Miguel di Nápoli, quien también ingresó al penal como recambio de un herido, dijo que no vio cadáveres ni presenció asesinatos pero "hablaban que los muertos estaban en el pabellón 12, que los quemaban en la panadería".
"Lo que sí vi -recordó- fue salir humo de la panadería, yo veía el humo".
"A la noche se escuchaba música alta y a los carritos que andaban por las vías (en dirección al pabellón 12)", precisó el rehén.

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