21 de Septiembre de 2002 | 00:00
"Antígona, linaje de hembras". Versión de Jorge
Huertas del original de Sófocles.
Elenco: María Paula Comañy, Ivana Pantoff, Verónica Calderón, Karina Androvich,
Ximena Hoffmann, Silvia Ruivo y Manuel Barreiro. Bandoneón: Tomás Lebrero.
Piano y Cuarteto de Cuerdas: Integrantes de la Camerata Académica del
Teatro Argentino. Iluminación: Martín Hoffmann. Asistente de dirección:
Rubén Bustos. Música: Eduardo Zvetelman. Escenografía y vestuario: Jutta
Lupprich. Dirección general: Roberto Aguirre. Centro de las Artes Teatro
Argentino, Sala Astor Piazzolla. Viernes y sábados 20.30, domingos 17
hs.
En "Antígona", el poeta trágico griego Sófocles (497 ó 495 a.C.) presenta
y desarrolla el tema del conflicto entre el rey Creonte y la joven Antígona,
quien se opone al poder y a las órdenes del rey, puesto que éste ha declarado
a Polinices -hermano de Antígona, muerto en combate al desobedecer el
edicto de Creonte-, enemigo de la patria. y por esa razón ha decidido
que su cadáver sea presa de las aves de rapiña, impidiendo que reciba
sepultura, en cumplimiento de las rígidas leyes de la ciudad de Tebas.
La joven, fiel a su amor fraternal y convencida de que la ley divina debe
primar sobre los decretos terrenales, desafía abiertamente la autoridad
absoluta y despótica de Creonte, y entierra a su hermano, aceptando las
consecuencias de sus actos con un estoicismo de fuerte contenido ético.
Creonte la condena a ser enterrada viva, pero ella se ahorca, acarreando
otras muertes: la de su amante Hernón, y la de Eurídice (hijo y esposa
de Creonte respectivamente).
La versión de Jorge Huertas está ambientada en una Buenos Aires que apesta
a "Polinices" sin sepultura, devorados por un Río sucio, pestilente, "terrible
como el hombre"; un Riachuelo hediondo de petróleo y de cadáveres; un
río voraz que fagocita a sus ahogados; una ciudad desgarrada y violenta,
doliente como sus tangos, donde "el dinero puede comprar cualquier alma";
en cuyo fálico altar" se sacrifica a todo aquel que ose contradecir al
tirano de turno.
Casualmente, estos días ese mismo Riachuelo ha cobrado protagonismo nuevamente,
cuando un grupo de policías obligó a tres jóvenes -tras la golpiza de
rigor- a arrojarse a sus "cristalinas" aguas, a la altura del Puente Presidente
Uriburu, que une el barrio portelo de Nueva Pompeya con el partido bonaerense
de Lanús. Una "humorada" trágica ("A ver si sabés nadar..."), que dejó
como luctuoso saldo un chico desaparecido.
Volviendo a la "Antígona" de Huertas, resulta oportuno este aggiornamiento
de una obra escrita hace la friolera de 2.500 años, que hoy suena tan
dolorosamente vigente. Aquí, el protagonista es el "fuelle" -símbolo porteño
por antonomasa-, que dialoga con las "locas", el coro de "hembras" corajudas
-"las novias de la mugre, del hedor madres"- que no dudan de arriesgar
el pellejo cuando se trata de salir en defensa de sus hijos o hermanos.
La interlocutora de ese coro de mujeres aguerridas y temerarias es Evita
"la Embalsamada Peregrina", y Tiresias, el adivino anciano y ciego, es
nada menos que Borges.
La puesta de Roberto Aguirre -austera y despojada- pone el acento en los
intensos y contundentes textos. El versátil recurso escenográfico de las
mesas y del vestuario (Jutta Lupprich) permite desplazamientos y transiciones
visualmente muy logrados. Al lado de la fuerza interpretativa de las mujeres,
la figura de Creonte (Barreiro) queda un tanto desdibujada.
"Antígona, linaje de hembras": tragedia griega al ritmo del dos por cuatro.
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