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Xenofobia: El oscuro palpitar del neonazismo

Las ONG's locales que luchan contra la discriminación reconocen un récord de denuncias por casos de segregación religiosa. En los barrios de la Ciudad cada día es más común toparse con pintadas antisemitas, y algunos negocios, desde las sombras, venden cruces esvásticas, medallas del Tercer Reich y escudos de Hitler. Distintas miradas para un fenómeno que crece silenciosa y macabramente

Xenofobia: El oscuro palpitar del neonazismo
12 de Junio de 2005 | 00:00
El chico no tenía más de 16 o 17 años. Campera de cuero gastada, pelo bien corto y un arito en la ceja con forma de tornillo. Apareció una tarde en la casa de un dibujante y tatuador platense con la intención de decorarse el hombro derecho. Llevaba un par de ideas dibujadas en un papel: un águila con las alas desplegadas, una calavera con una víbora saliéndole por los ojos y, entre otras opciones, una cruz esvástica rodeada por un alambre de púa. "Eso no da", dice el tatuador que le dijo. "¿Es para quilombo?", preguntó el pibe, a lo que, un segundo antes de que el otro respondiera, agregó: "Hacela que yo me hago cargo. El cuerpo es mío y mi cabeza, también".

La anécdota sucedió a fines del año pasado en una casa del barrio norte de La Plata y la cuenta el propio tatuador, quien jura y perjura que finalmente se negó a dibujar el emblema nazi en la piel de aquel muchacho. Si lo hizo o no lo hizo, lo cierto es que el caso es apenas una postal de un fenómeno que, según los especialistas en discriminación y xenofobia, avanza como una mancha de petróleo en medio del mar: lenta pero peligrosamente.

Hay ejemplos. Hay indicios: en 62 entre 1 y 2 toda la cuadra amaneció hace poco con pintadas antisemitas, al igual que otros barrios de la periferia y el centro platense, y algunos negocios de antigüedades empezaron a vender, en los últimos meses y casi a escondidas, medallas y emblemas del nazismo: cruces esvásticas en miniatura, prendedores del Tercer Reich y hasta escudos con la carita de Hitler. "La causa de todo hay que encontrarla en la falta de educación", dice Tuvia Serber, rabino de una de las comunidades judías de La Plata y para quien "la raíz de la discriminación siempre es la ignorancia".

Hay indicios pero también números: entre marzo del año pasado y marzo de 2005, según el último relevamiento del Foro de ONG's que Luchan Contra la Discriminación, hubo en nuestra región y el Conurbano bonaerense más de 400 denuncias por casos de discriminación racial y religiosa, todo un récord si se comparan estos datos con las estadísticas de años anteriores, en los que los casos de segregación religiosa ni siquiera figuraban en los relevamientos. En 2004, se apunta, hubo un total de 2.173 denuncias por actos de discriminación, 115 más que durante todo 2003.

Para Daniel Barberis, especialista en el tema y uno de los responsables del relevamiento, el dato más alarmante que arrojan las estadísticas es, precisamente, "que haya reaparecido el conflicto religioso como eje de tensión social", aunque aclara que "tampoco se puede hablar de un resurgir del antisemitismo, ya que el antisemitismo siempre está presente. Hay épocas en que se lo puede ver con mayor claridad, pero lo real es que los grupos antisemitas nunca dejan de moverse entre las sombras".

Hace unos días, el tema volvió a los medios por un episodio que roza lo patético: dos menores de entre 14 y 16 años llevaron banderas con cruces esvásticas a un partido de fútbol jugado en Córdoba. "Mi hijo no tenía noción que contenían símbolos nazis", dijo el padre de uno de los chicos, quien aseguró que los menores repitieron ante el juez el mismo discurso: ¿cruz esvástica? Ni idea...

Según Barberis, episodios como el de las banderas o el de las pintadas neonazis "son consecuencia de un Estado que prefiere mirar para otro lado en este tipo de temas. Y los grupos antisemitas van a seguir operando libremente en tanto no haya políticas estatales que los pongan knock out".

De cada 10 casos de discriminación que se denuncian en nuestra región, se indica, más de 8 son por cuestiones de salud, laborales, raciales o religiosas. "Algunos tratan de explicar este incremento de casos como algo circunstancial", dice Dardo Esterovich, presidente de la entidad judía "Convergencia", pero aclara que, al margen de cualquier hecho circunstancial, nadie puede negar que los autores de actos neonazis "responden a una vieja tradición antisemita que lamentablemente ha arraigado en nuestro país".

En sintonía con esta mirada, el sociólogo Pablo Laferrara opina que en la Argentina "el antisemitismo es un problema social endémico. A pesar de ser una sociedad de inmigrantes y multirracial, nuestro país siempre sintió miedo por el 'otro' y por eso ha rechazado al judío, pero también al peruano, gitano, testigo de Jehová, homosexual o discapacitado".

Las medallas y los escuditos pasan casi desapercibidos. La vidriera es de un local de antigüedades cercano a la estación de trenes y está poblada de relojes antiguos, fotos de colores sepias y libros y revistas ajadas por el tiempo. Pero si se mira bien aparecen: un anillo plateado con la cruz esvástica en relieve, monedas del Tercer Reich y hasta un prendedor de los tiempos de la Segunda Guerra. Son objetos históricos, es cierto, pero la pregunta es casi obligada: ¿quién compra ese tipo de antigüedades?

"Si se vende es porque, minúsculo o no, hay un público que lo compra", razona Barberis, quien, sin saberlo, entra en plena coincidencia con el rabino Serber: "Lo de los escudos con símbolos nazis es lo mismo que lo de las pintadas antisemitas: responden a la existencia de una subcultura que habita en la sociedad porque, más allá de cualquier discurso, todavía no existe un consenso mundial de antidiscriminación. Y mientras eso no ocurra, la ignorancia y el odio hacia el que no piensa como uno se va a seguir reproduciendo. De distintas maneras, desde ya, pero siempre con el odio como principal bandera".

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