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Denuncian al escritor Jorge Bucay por plagio a una autora española

12 de Octubre de 2005 | 00:00
El escritor argentino Jorge Bucay ha quedado envuelto en un escándalo por presunto plagio después de que se descubriera que en su último libro, "Shimriti", se incluyeron varios pasajes copiados de un texto escrito por Mónica Cavallé, doctora en Filosofía de la Universidad Complutense de Madrid.

La situación, según publicó el diario El País de España, fue admitida por el propio Bucay en un artículo que publicó en la revista Mente San que él mismo dirige en Madrid.

"Un error absolutamente involuntario permitió que los textos de la profesora Mónica Cavallé (publicados en el año 2002 bajo el título 'La sabiduría recobrada') fueran incluidos en 'Shimriti' sin la correspondiente y merecida mención de su fuente", escribió Bucay, según la información recogida por el diario El País.

El mismo diario español informó que, a raíz de esta controvertida situación, el libro de Bucay será retirado de la venta en todos los países donde es comercializado.

Según El País, corresponderían a Cavallé más de 60 de las 270 páginas de "Shimriti", la última obra del exitoso escritor de libros de autoayuuda.

La autora de "La sabiduría recobrada" afirmó, en declaraciones a agencias internacionales, que Bucay le pidió disculpas pero que sus abogados analizan la posibilidad de iniciarle una demanda.

El caso genera todo tipo de comentarios. Dos columnistas de EL DIA lo abordan aquí desde distintas perspectivas:

ESO SI QUE FUE AUTOAYUDA

Por ALEJANDRO CASTAÑEDA

Jorge Bucay tiene 46 años, doce libros publicados y más de dos millones y medio de ejemplares vendidos. Cuando hablaba era como una una mezcla de ídolo y oráculo. Es médico, es psiquiatra, pero fundamentalmente llegó a ser un autor de moda, de esos que empezaron haciéndose notar por sus ideas y terminaron imponiendo su marca como si fuera una sigla de escaparate. Hizo TV, se metió con el dolor y los traumas, ganó espacio y fama, dirige la revista Mente Sana en España y en este siglo, en pleno desbande nacional, ofreció a precio de tapa alivio y salidas para un argentinidad en bancarrota.

El hombre que se pasó divulgando la necesidad de no mentir, de asumir las responsabilidades, de enfrentar la vida con franqueza, ese hombre es acusado ahora de robar casi la tercera parte de su último libro, "Shimriti". De acuerdo a su propia confesión, se habría apropiado -aunque por "un error absolutamente involuntario"- de páginas escritas por Mónica Cavallé, doctora en Filosofía de la Universidad Complutense de Madrid. Un día Bucay leyó "La sabiduría recobrada", de la autora española. Le gustó, lo mandó a copiar, les puso su firma a esas reflexiones ajenas y las vendió. Así planteada, parecería una triste y condenable usurpación literaria que sin duda abriría un paréntesis enorme sobre la estatura ética de este pensador tan ayudado y tan escondedor, tan perspicaz para identificar los fantasmas ajenos y tan benevolente con los propios.

Estamos hablando del autor más vendedor de la Argentina, columnista de grandes medios de nuestro país y de España, el profesional que cada vez que se presentaba o daba charlas o firmaba ejemplares, llenaba pasillos y desbordaba salas. Bueno, ese hombre es acusado de haber recurrido al plagio y recién cuando las pruebas lo abrumaron y no tenía escapatoria, recién allí habría admitido su latrocinio. Ni la tardía disculpa ni la probable compensación económica lo librarían de uno de esos bochornos que no tienen retorno.

La mentira siempre ha sido un condimento irreemplazable de la literatura de ficción. Hasta los supuestos relatos basados en hechos reales deben apelar al engaño para que su historia suene más verosímil. Pero la mentira está prohibida para estos curatodos. Todas las librerías del mundo ya retiraron de sus anaqueles los ejemplares de este "Shimriti" hecho a cuatro manos. Un manto de vergüenza amenaza a esta figura que les había dado a la autoayuda y a la receta al paso, estatura de milagro y revelación.

¿Qué harán sus muchos seguidores ante semejante claudicación? ¿Dónde ubicarse cuando el modelo que los guiaba puede acabar como un traficante más? El plagio de Bucay dolería más porque su materia prima son las esquinas más sensibles de su clientela y porque estos tíos se ofrecen como lazarillos mediáticos capaces de menguar la pena y la desolación. Su caso, además, le agrega otra muesca a la pistola cachuza y engañadora de los argentinos, a quienes los españoles ahora deben mirar con más recelo que a los africanos que rompen vallas: Mariano Puerta jugó una final contra Nadal y después apareció el dóping; los aviones que mandaba desde Ezeiza la empresa Souther Winds, en vez de dulce de leche y nostalgia traían cocaína; el filme nacional de más éxitos en la madre patria fue "Nueve reinas", una simpática historia de timadores criollos que ventilan sus tropelías en una Buenos Aires trucha y falsaria; y ahora Jorge Bucay, el intelectual cotizado y vendedor, el psicoanalista de kiosco y hombre mimado por las librerías de allí y de aquí, podría convertirse en un vulgar salteador de bibliotecas.

"EL PLAGIO ES NECESARIO"

Por GABRIEL BAÑEZ

"En primer término, Bucay les debe una explicación a sus lectores. A mí ya me la dio y admitió que me había plagiado, pero creo que estas disculpas no me son suficientes y probablemente lo demande. De todos modos, los más perjudicados son sus lectores", opinó -al ser entrevistada por una radio de Buenos Aires- la autora de "La sabiduría recobrada", la española Mónica Cavallé, a quien Bucay aparentemente copió en poco más de 60 páginas para armar su bodoque "Shimriti" (de la ignorancia a la sabiduría). Como sea, este plagio de Bucay -un "operador de emociones" como alguna vez se definió ante las cámaras de canal 13-, convertiría a su último libro en uno de los más meritorios. Es que si incorporó a su versión 60 páginas exactas, sin modificar, del libro de la autora madrileña, sin ninguna duda que el producto ha de ser inmejorable. Porque antes trasplantaba de la sabiduría sufí relatos y parábolas que recreaba sin inmutarse, acondicionándolos a su versión vernácula de la autoayuda. Después de todo, para qué iba a mencionar fuentes si eran todos textos anónimos y del acervo popular, ni falta que hacía. Ahora, en "Shimriti", Bucay en cambio perfeccionó la técnica y a "La sabiduría recuperada" de la española, el hombre la recuperó enteramente, sin modificaciones ni enmiendas. "El plagio es necesario -escribía Lautreámont contradiciendo a Pascal-, borra una idea falsa y la reemplaza por una verdadera; el plagio está implícito en la idea de progreso". Bucay fue más allá: ni borró ni reemplazó. Un maestro.

Jorge Bucay es médico y psicólogo, hasta que interpretó que "con la medicina no ganaba" y se dedicó a divulgar, a través de parábolas y obviedades, la autoayuda mediática. Un poco antes, vendió electrodomésticos.

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