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Huberto Roviralta sigue facturando desde su rendidor rol de víctima

30 de Octubre de 2005 | 00:00
Siempre hay y habrá vencedores y vencidos

Por ALEJANDRO CASTAÑEDA

Hay vencidos que esperan y se la saben cobrar, dice el manual de estilo de Huberto Roviralta, un ex de Susana Giménez, fachero y calculador, que invirtió en el amor como otros lo hacen en bonos. Su vida había sido anónima pero entretenida hasta que apareció en escena Susana Giménez, una diva que produce el efecto de los huracanes tropicales: llega de golpe, arrasa con todo, pero después de evaluar daños, paga indemnizaciones.

De aquella afortunada relación, a Roviralta le quedó, se acuerdan, un cenicerazo que pegó en el palo, una relación con la perrita Jazmín que la soledad se encargó de afianzar y varios millones de compensación por asumir a pleno el rol de novio públicamente abandonado. Su venganza fue, para algunos, un modelo de discreción y de rentabilidad que hasta la justicia se encargó de premiar: le cobró 10 millones a Susana por servicios matrimoniales prestados con desgano (según Su), así que mejor ni saber lo que hubiera facturado con un poco más de pasión. Nunca la soltería recuperada dio tantos beneficios. Roviralta, millonario y disponible, convirtió al "¡Hola Susana" prometedor en un millonario "¡Adiós Susana!". Hizo el duelo, logró un régimen de visitas a la perrita y se recobró de sus desencantos amorosos en canchas de polos y fiestas de guardar.

Pero esta semana Huberto demostró que aquel filón sigue dando dividendos: le ganó un juicio al periodista Jorge Rial, que lo trató duramente en una de esas autobiografías no autorizadas. La Justicia condenó al conductor televisivo a pagarle 60 mil pesos por violar su derecho a la intimidad. La sentencia, que aceptó el reclamo por daño moral, la dictó la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil, tras considerar que el demandado, al relatar pormenores del divorcio de Giménez y Roviralta, escribió de manera "injuriosa" sobre el ex cónyuge de la también conductora televisiva. El fallo evaluó que Rial, con "estilo irrespetuoso", escribió que Roviralta "disfrazado de príncipe azul apostó ante sus amigos que se podía 'levantar' a Susana Giménez, e invirtió 500 pesos para obtener la entrada a un evento en el que participaría la actriz, lo que le produjo una ganancia de 50 millones de dólares".

La Cámara dijo que el libro "Su. Vida, pasiones y lágrimas de una diva" es una intromisión "brutal e innecesaria" en la familia e intimidad de Roviralta, quien aparece calificado como "vividor", "ventajero", "parásito" y "maquiavélico". El tribunal consideró que hubo un "ensañamiento" con Roviralta, tal como cuando consignó que estuvo con Giménez hasta que le resultó insoportable y aburrida". Y agregan que, más allá de la falta de pruebas sobre tales condiciones, "la intimidad implica incluso el derecho a ocultar ciertas verdades personales y la correlativa exigencia de que los demás no las difundan". Además agregaron que, por el derecho al anonimato, "nadie está obligado a tolerar que se publiquen todas las verdades que le conciernen". El tribunal marcó límites a la libertad de prensa -a la que le reconoció protección constitucional- al destacar que "no todo lo que despierta curiosidad es de interés público".

La justicia tasó en 60 mil el honor malherido del galán. Y el bueno de Roviralta, disfrazado de amante maltratado, sigue sumando indemnizaciones a cuenta de un amor que a esta altura se revive más en el clearing que en los buenos recuerdos. No es la primera vez que la justicia falla a favor de este novio que juega al contraataque: primero incita a que le peguen y después cobra por ligar. Hace un par de años, la Corte Suprema de Justicia revocó una sentencia que desestimó una demanda por "daños" promovida por Huberto Roviralta contra una editorial que publicó fotos que lo mostraban besándose con otra mujer. Roviralta había demandado por "daño moral" a la Editorial Sarmiento, que había publicado en una revista "una nota que contenía afirmaciones agraviantes al sindicarlo como un adúltero e interesado en el dinero de su ex cónyuge". La justicia se apiadó y otra vez Huberto cobró en la ventanilla de los amores rentables.

En esta semana, con tantos vencedores y vencidos, Huberto Roviralta dio una lección de premio postrero a tantos perdedores lloriqueantes. Enseña que hay que saber esperar, que lo del boca de urna es pan para hoy y que al final los derrotados de ayer pueden ser los disfrutantes de mañana. Moraleja de un galán disfrazado de víctima que seguramente le podrá dar clases a tanto político maltratado en las urnas. Lección ejemplar de un enamoradizo que le puso tarifa a su intimidad y que aprendió en las canchas de polo a galopar en lechos de señoras y a embocarla cada vez que se pueda.

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