Al final, la ley de divorcio no puso en jaque a la familia

En medio de un clima enrarecido, con manifestaciones en la calle a favor y en contra, solicitadas en los diarios, declaraciones cruzadas y una polémica que sumaba voces de todos los sectores, la Cámara de Diputados de la Nación convocó a una sesión especial para la noche del 3 de junio de 1987. El motivo: tratar el controversial proyecto de Ley de Matrimonio Civil, una norma que pasó a la historia por el nombre con el que nombre que adoptó popularmente, la "Ley de Divorcio".

Había pasado ya más de un año y medio desde el inicio de su tratamiento parlamentario y la ley había sufrido todo tipo de contratiempos que crecían a medida que se intensificaba el debate social sobre su contenido.

Por esos meses, la Iglesia Católica había intensificado su campaña contra el proyecto, que, se afirmaba, vendría a destruir para siempre la familia tal como se la conocía. Los opositores a la sanción de la ley también argumentaban que habilitar el divorcio vincular era un estímulo para que las parejas se divorciaran.

Esa noche, y después de un encendido debate en el recinto -marcado por las ausencias de muchos legisladores- el proyecto se convirtió en ley y marcó un cambio drástico en la vida de miles de argentinos.

Hoy, a veinte años de aquella noche, los especialistas en derecho de familia, abogados que trabajan día a día tramitando divorcios, observadores y analistas coinciden en señalar que la ley 23.515 de Matrimonio Civil y Familia tuvo "un enorme impacto social". No sólo habilitó el divorcio vincular, sino que legalizó miles de separaciones de hecho y disparó un profundo cambio en la moral en torno a este fenómeno.

Y afirman también que pese a los temores de buena parte de la población, no se produjo desde entonces una avalancha de casos en los tribunales que ponga -como advirtieron algunos en ese momento- a la familia y a la estructura parental en el camino de la extinción.

PRINCIPALES CAMBIOS

"La ley de divorcio vino a dar respuestas a muchísimas situaciones de hecho que, en su momento, habían dado lugar a matrimonios contra legem, contra nuestra legislación, celebrados en países como México o Paraguay y que no producían efecto alguno en Argentina", apunta Nélida Beroch, abogada, especialista en derecho de Familia y docente de la facultad de Derecho de la UNLP.

"Es decir, el primer efecto que tuvo la ley fue solucionar todas esas situaciones de hecho, muchas de las cuales ya tenían hijos de por medio", apunta.

La especialista descarta que la norma haya disparado, en ese momento, una avalancha de casos en los tribunales del país. "Sí se produjo un cambio profundo en los modelos familiares, pero eso, creo, tuvo que ver también con una realidad social que entró en crisis. Por ejemplo, hoy se puede decir, con diversos estudios en la mano, que hay más uniones de hecho que matrimonios convencionales".

Para Beroch, los principales cambios que introdujo la ley tienen más que ver con lo cultural y social que con lo estrictamente judicial.

"Personalmente, considero que la norma era una necesidad desde el punto de vista social. Eso se constató en la enorme cantidad de problemas que solucionó. Por ejemplo, los que tenían que ver con temas de adquisición de bienes o de fraude a la sociedad conyugal", destaca.

CAMBIO EN LA VALORACION

Cada jueves, viernes y sábado a la noche, el restaurant y bar ubicado casi sobre el Camino Centenario recibe a varios grupos de mujeres solas que, como un espejo de las tradicionales despedidas de solteras, festejan que una de ellas pudo romper el vínculo marital y obtener una sentencia de divorcio.

Las celebraciones de "bienvenida de soltera" o "despedida de casada", en efecto, se ven cada vez más con más frecuencia en La Plata y en otras grandes ciudades del país. Son, además de un fenómeno que llama la atención de especialistas, una muestra clara de cómo cambió la percepción social sobre el divorcio en apenas dos décadas de vida que tiene en nuestro país.

En efecto, los especialistas afirman que hoy, afrontar un proceso de divorcio ya no implica acarrear el estigma social que marcaba a quienes rompían el vinculo marital veinte años atrás, cuando se sancionaba la Ley de Divorcio en el país.

Y apuntan que pese a los prejuicios iniciales, la sociedad asimiló la ruptura legal del matrimonio y la posibilidad de que sus integrantes contraigan nuevas nupcias sin que pese sobre ellos una condena moral.

En ese sentido, Laura Palazzo, abogada platense y especialista en temas de derecho de familia asegura que más que jurídica, la gran transformación que produjo la Ley de Divorcio fue de otro orden. "Si bien desde el punto de vista del derecho fue muy importante, creo que la norma sirvió para flexibilizar una cuestión social", apunta.

"Ahora las partes pueden encarar el proceso de divorcio con absoluta naturalidad. Cuando es voluntaria es una acción de los más común. El divorcio, jurídicamente hablando, se ha flexibilizado. Hoy por hoy es una cuestión instalada socialmente", afirma.

Para Palazzo, en el camino de estos veinte años han cambiado los tabúes. "Antes, un chico que provenía de una familia divorciada era señalado e identificado en la escuela, donde de ese tema se hablaba poco y en voz baja. Hoy, ese chico es uno más".

Y esos cambios, explica, se ven claramente en los casos que llegan a sus manos. "La gente viene al estudio sin vueltas. Sabe que cuando determinadas pautas no funcionan hay que arribar al divorcio. Lo tienen muy claro y así lo plantean en la consulta", destaca.

MUJERES BENEFICIADAS

Esa pérdida del estigma que marcaba a quienes afrontaban, veinte años atrás, un divorcio en nuestro país ha beneficiado más a las mujeres que a los hombres. Al menos así lo entiende el abogado Osbaldo Ortemberg, quien lleva más de 40 años en el ejercicio de la profesión y tramitó divorcios antes y después de la sanción de la ley.

"La legislación impulsó un cambio moral en la sociedad y se dejó de estigmatizar a la mujer divorciada, que en términos vulgares, era vista como 'una cualquiera'", explicó el letrado.

Ortemberg agrega que la tendencia actual indica que son las parejas jóvenes, con pocos años de matrimonio, las que más optan por divorciarse y dijo que los motivos principales giran en torno a los problemas económicos, cierta inmadurez y un desarrollo personal desigual entre los cónyuges.

"El factor económico es clave en el deterioro de la pareja, sobre todo si el hombre se queda sin trabajo o gana menos dinero que la mujer", apunta el abogado.

Otras de las consecuencias de ese proceso es que la gente hoy se divorcia "mejor", agrega Marisa Herrera, coordinadora de un posgrado sobre Derecho de Familia. "Hay más aceptación frente a las equivocaciones en la elección de un compañero o compañera y la certeza de que no hay una sola pareja para toda la vida".

"No hay tantos casos conflictivos, hay más acuerdos y se diferencia entre el vínculo parental y el vínculo conyugal porque aún cuando la separación es traumática, son buenos padres para sus hijos", dice Herrera.