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Se duplicaron las ligaduras de trompas tras su legalización

Lo notan los hospitales públicos. En los privados no habría crecido la demanda

3 de Febrero de 2008 | 01:00
Como auguraban tanto adeptos como opositores, la legalización de las ligaduras de trompas parece haber producido su mayor efecto en los sectores con menos recursos. A más de un año de la entrada en vigor de la norma que permite someterse a esta práctica sin autorización judicial y en forma gratuita, su demanda se duplicó en hospitales públicos, aunque no habría crecido en el sector privado.

Si antes de su legalización, las ligaduras de trompas (practicadas entonces con permiso judicial) equivalían al 10% de los nacimientos; hoy alcanzan al menos el 20% en relación a ellos. El dato corresponde a la Maternidad del Policlínico San Martín, uno de los centros de referencia en obstetricia y medicina perinatal más importantes de la Provincia. Y coincide con lo que observan algunas asociaciones profesionales.

Clic para ampliarMientras tanto, en los centros de salud privados, la demanda de este tipo de intervenciones quirúrgicas no habría sufrido alteraciones. "Por lo que vemos no habrían aumentado las solicitudes cubiertas por obras sociales y empresas de medicina prepaga", afirman desde la Sociedad de Ginecología y Obstetricia de La Plata.

Lejos de poner fin a la polémica que precedió a la aprobación de la norma, sus primeros efectos observables parecen echarle nafta al fuego. Y es que el fenómeno se presta a múltiples interpretaciones. ¿Es la confirmación de que la Ley alentó una práctica "altamente irreversible, en particular para la gente de bajos recursos", como advertían sus detractores? ¿O la prueba de que ésta vino a suplir una necesidad a la que antes casi no tenían acceso los sectores más humildes?

UNA NUEVA DEMANDA

Para Mario Sebastiani, presidente de la Asociación Argentina de Ginecología y Obstetricia Psicosomática, "la realidad le ha tapado la boca a aquellos agoreros que consideran esta ley como la puerta a una esterilización en masa de las mujeres pobres de Argentina".

"La respuesta de la gente no fue espectacular. El hecho de que se hayan duplicado las intervenciones en los hospitales públicos sólo demuestra que había una demanda latente de cierto sector de la población. Antes de la Ley, esos sectores se encontraban discriminados, ya que no podían acceder a esta alternativa", sostiene Mariani.

Este argumento -que es el mismo que destacó el ministerio de Salud Bonaerense al avalar la Ley en septiembre último- se basa en el hecho de que antes de contar con un marco legal, las ligaduras no eran reconocidas por las obras sociales y se realizan mayormente por acuerdo de partes en centros privados.

Pero esto "es sólo una verdad a medias -dice el doctor Osvaldo Yoma, jefe de internaciones de la Maternidad La Plata-. No es cierto que las ligaduras de trompas solamente se hacían en el sector privado. En este hospital se han hecho siempre".

Yoma, quien hace 27 años que trabaja en el Policlínico San Martín, reconoce sin embargo que después de la legalización la demanda se vio modificada. "Ahora las solicitan muchas mujeres que antes no lo hubieran hecho", asegura tomando distancia de los porqué del fenómeno.

"Antes llegaban generalmente a la ligadura tubaria aquellas mujeres que tenían dos, tres o cuatro cesareas y no deseaban volver a quedar embarazadas, pacientes con alguna patología médica especial y algunas madres de edad avanzada con muchos hijos", detalla Yoma.

"Hoy lo solicitan también mujeres con sólo uno o dos hijos, algunas de ellas con apenas más de 21 años e incluso menores de edad, claro que en este caso requieren una autorización judicial y se las trata de convencer de que prueben con otros métodos antes", cuenta el médico.

Al ser consultado sobre cómo explica ésta situación, Yoma habla de "una mayor necesidad por parte de las mujeres de planificar su familia después de haber fracasado con otros métodos".

"Muchas saben que no pueden contar con los hombres, que con frecuencia se niegan a usar preservativos; que los anticonceptivos orales, si bien están disponibles en forma gratuita, las obligan a trasladarse hasta los hospitales para ir a buscarlos. A veces viven en medio del campo, no disponen de dinero para el colectivo o tienen hijos que cuidar... Para ellas, la ligadura de trompas tal vez sea su mejor alternativa".

¿ALTERNATIVA O ENCRUCIJADA?

Pero así como tal vez sea la mejor alternativa que encuentran muchas mujeres de bajos recursos, la ligadura de trompas también es para ellas una opción potencialmente más definitiva que para otras.

La ligadura de trompas o tubaria (como suelen llamarla los médicos) es un recurso con una reversibilidad limitada. Dependiendo del éxito de la intervención para recanalizar las trompas de Falopio, la posibilidad de que las mujeres vuelvan a quedar embarazadas sin terapias de fertilización asistida puede llegar a la sumo al 50% de los casos, y hay quienes aseguran que en general ronda el 20%.

Pero la Ley que regula las ligaduras de trompas no contempla la gratuidad del procedimiento quirúrgico para revertirlas. Y según aseguran en la Maternidad La Plata "son muy pocos lo hospitales públicos de la Provincia que realizan recanalización tubaria, una intervención que requiere técnicas de microcirugía".

Por otra parte, las terapias de fertilización asistida -el único recurso para que las mujeres con recanalizaciones fallidas puedan volver a quedar embarazas- no son cubiertas por el sistema público de salud. Y su costo, se sabe, es privativo para buena parte de la población.

En medio de esta encrucijada, no es raro que algunas mujeres que se someten a ligaduras luego se arrepientan y deseen volver a quedar embarazas. Si bien no se conocen estadísticas que den cuenta de su porcentaje, en los hospitales públicos suelen verse casos.

"Se da en especial en mujeres que se realizaron una ligadura tubaria a temprana edad o cuando ocurre un cambio de pareja. La necesidad de darle un hijo a esa nueva pareja hace que algunas se enfrenten a un conflicto que no siempre podemos resolver", afirman en la Maternidad La Plata.

De ahí que la norma que legaliza las ligaduras de trompas sea especialmente cuidadosa en este aspecto. En uno de sus artículos establece la obligación de los médicos de informar a sus pacientes sobre las características y consecuencias de esta práctica; así como también la necesidad de quienes deciden someterse a ella firmen un consentimiento.

En concreto, la Ley 26.130 establece la obligación de informar en términos claros y adecuados al nivel de comprensión, estado psíquico y características personales del paciente, de manera tal de que permita al beneficiario poder efectuar una libre elección en cuanto a tratarse o rehusar un tratamiento, o entre distintas alternativas terapéuticas.

Pero en qué medida esa información cambia el parecer de quienes ya han decidido ligarse las trompas. Aunque tampoco en este terreno existen aún estadísticas confiables, los médicos que observan el fenómeno desde las primeras líneas no parecen dudarlo: casi ninguna, dicen.

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