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Una estricta dieta de por vida

Una estricta dieta de por vida

Si bien las empresas alimenticias han ido reconociendo en los últimos años que las personas celíacas constituyen un mercado interesante, la disponibilidad de productos para ellos está lejos de ser la ideal

10 de Febrero de 2008 | 01:00
En principio suena sencillo: si uno resulta ser celíaco basta que deje de comer alimentos que contengan glúten para evitar trastornos en su salud. El problema es que muy poca gente sería capaz de imaginar la cantidad de productos que consumimos a diario que lo contienen.

No se trata sólo de dejar de comer pan y galletitas derivadas del trigo, la avena, la cebada y el centeno. Las pastas tienen glúten, las milanesas rebozadas tienen glúten, las pizzas tienen glúten, la cerveza tiene glúten, los jugos en polvo tienen glúten, los fiambres en general tienen glúten y hasta la hostia con que se comulga en las iglesias tiene glúten.

Tampoco se trata de evitar estos alimentos durante cierto tiempo. La dieta es para toda la vida y no admite ni un mínimo descuido sin tener que pagar su precio con fuertes dolencias.

"Me sentí desbordada por completo, no sabía cómo nos la íbamos a arreglar. Todo tenía glúten y los productos aptos eran todavía muy poquitos", cuenta Malena Coelli al rememorar el día de 1986 en que se enteró que su hija Guadalupe, de entonces cinco años, era celíaca. Más tarde supo que ella también lo era. Y su otra hija, Marina. Y también su papá.

"Para nosotros, al igual que para la mayoría de quienes padecen esta enfermedad, el grupo de apoyo fue fundamental en ese primer momento. Me acerqué a un grupo de mujeres de la Asociación Celíaca Argentina y ellas me ayudaron a organizarme", recuerda con gratitud.

Cuando se tiene algún miembro celíaco en la familia,"organizarse" es algo que va mucho más allá de conocer qué alimentos son o no aptos, para lo cual los grupos de apoyo suelen proveer listados. También implica saber dónde comprarlos, cómo sustituir algunas comidas habituales por otras permitidas, cómo prepararlas sin que se contaminen y en qué forma reestructurar la economía familiar para afrontar un dieta que no es precisamente económica.

Porque si bien en los últimos años las empresas alimenticias han ido reconociendo que las personas celíacas constituyen un mercado interesante, la disponibilidad de productos está lejos de ser la ideal. Y por sobre todo, sus precios siguen siendo altos.

"Cuando fue diagnosticada mi hija mayor no había casi nada. No había premezcla de reemplazo. Teníamos que hacerla con harinas de maíz, de arroz y de mandioca. Tampoco leudantes aptos. Los preparábamos nosotros. Ahora hay una mayor disponibilidad de productos industrializados para celíacos pero siguen resultando carísimos", comenta Malena.

Y por si hiciera falta graficarlo, dice: "sólo entre agosto y diciembre gasté unos 800 pesos nada más que en harinas especiales y galletitas".

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