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La difícil reconstrucción después del desastre

Historias de vecinos que perdieron prácticamente todo y sufrieron las peores consecuencias

La difícil reconstrucción después del desastre

El temporal golpeó a muchas de las familias de la Región. María del Carmen de Meringolo (foto der.), que vive en la calle 6 bis entre 424 y 425 cerca del arroyo Carnaval, desolada en medio de muebles que el agua deterioró

3 de Marzo de 2008 | 01:00
Casi cuatro días después del diluvio, aún se cuentan por decenas las cuadras intransitables en la periferia del casco urbano platense. Los arroyos, aunque dejaron de verse amenazantes, bajan con fuerza, turbios, arrastrando plantas y basura. Y miles de vecinos de Gonnet, City Bell y Villa Elisa, todavía abrumados por el desastre, intentan rescatar lo que se pueda como paso previo a encarar un proceso de reconstrucción que se anticipa arduo y prolongado.
abre comillas'Me tomó treinta años terminar la casa y se me arruinó en un solo día' se lamenta Luna, de 71 añoscierra comillas


Durante la jornada de ayer, en los barrios aledaños a los arroyos Carnaval, Martín y Rodríguez, tanto en las zonas más humildes como en las residenciales, las imágenes fueron similares: familias desprendiéndose de todo tipo de objetos, limpiando con trapos, baldes y cepillos las marcas que dejó el lodo en los vidrios y las paredes, improvisando mesas para desplegar telas y papeles, esperando la aparición de un sol esquivo.

"Por los años que me queden, voy a soñar con esa noche" afirma Jorge Luna, el jubilado de Villa Elisa que hace un lustro pudo completar "con mucho esfuerzo" la modesta y bonita casa que comparte con su esposa Aurora en 6 bis y 426. "Me tomó treinta años terminarla y se me arruinó en un solo día, qué va a ser" se lamenta Luna, de 71 años, mientras repasa con la mirada un jardín lleno de revistas, radios con transistores, objetos de decoración, mesas de luz, documentos, libros, prendas de vestir, antiguas imágenes familiares: "estamos viendo, estamos tratando de orear y secar las cosas... pero de acá me parece que no recuperamos nada".

Clic para  ampliar"Al menos estamos vivos" admite Jorge, que junto a Aurora fue protagonista de un episodio dramático. Tras ser rescatada del techo de su vivienda, la pareja estuvo junto a sus dos pequeños perros en un bote que casi es "chupado" por un torrente al llegar al camino Centenario. "Cuando el bombero dijo 'se me va, se me va' pensé que nos había llegado la hora" recuerda el vecino: "no había escapatoria ahí, abajo del puente. Y aparecieron mil manos de gente común que estaba arriba, que nos atajaron y nos subieron no sé cómo". Ahora, en la habitación de Luna, que vive desde hace medio siglo en el barrio vecino a la ex Transradio, actual Parque Ecológico, el elástico de una cama espera, elevado sobre listones, "para poder dormir en casa si vuelve la crecida".

Juan Carlos Camusso vive en El Rincón, con su esposa y su hijo Pablo; relata que "nos dimos cuenta que era una crecida grande apenas desbordó el Carnaval. Entonces le dije a mi señora que se llevara el auto. Y eso terminó siendo de lo poco que se salvó".

Clic para  ampliarDesde 1981 en una de las casas más elevadas de 24 entre 428 y 429, Camusso colocó ayer todos los ventiladores que pudo conseguir, para intentar secarla lo antes posible. Recuerda que "cuando me quedé solo, me metí en la casa con el agua a la cintura y fue terrible; aún adentro de las habitaciones, era difícil hacer pie. Alcancé a levantar una guitarra y la CPU de la computadora arriba de un ropero, y de milagro no se tumbó como los que tenían la vajilla -que quedó destrozada-. Se perdió un teclado de mi hijo, se levantaron pisos, se trabaron los cajones de madera laminada de los roperos, cayeron revoques. Estuve hasta las tres de la mañana en el techo, mojado, y con frío, antes de poder bajar".

"NO NOS QUEDO NADA"

Juan Carlos Meringolo es chofer de ómnibus de media distancia, y vive junto al arroyo Carnaval -6 bis entre 424 y 425- con su esposa María del Carmen, su hijo y su nuera -hoy embarazada de varios meses-. Asegura que "no nos quedó nada; como tengo 52 años y trabajo desde los 17, podría decir que el agua se llevó 35 años de laburo. La verdad que duele, en las cosas más caras, que no sé cómo vamos a reponer, y en las pequeñas, como los apuntes de mi hija que preparándolos pasó los últimos dos meses, las fotos familiares o la caja que era para guardar las cosas de mi nietita. Es muy raro lo que pasó: acá llovió el triple y el agua nunca entró a la casa; esta vez tuve que taladrar la pared en varios puntos para sacar el agua de adentro de los ladrillos huecos".

En 24 y 481 de Gonnet, un cúmulo de colchones, camas, muebles y cajones desmontados "recibía" a quienes llegaban al barrio. A pocos metros de allí, ayudado por familiares, Julio Cédola transitaba el barro de la calle llevando sendos sommiers hacia la pequeña montaña. Cédola y su esposa Mercedes Tiscornia viven en 24 entre 480 y 481, a metros del arroyo Rodríguez. "Tuvimos inundaciones en los años '98 y '99, y alcanzaron un máximo de 40 centímetros" precisa el profesional: "ahora se cuadruplicó esa altura. El piso de madera empezó a ondularse y saqué tablas para permitirle respirar, la heladera quedó invertida, y todavía no sabemos cuál electrodoméstico va a arrancar y cuál no. Más allá de que el Estado resuelva otorgar algún subsidio o compensación, arrancamos varios miles de pesos abajo". Tiscornia, quien es maestra, perdió por su parte todo el material didáctico vinculado con el inicio de clases. Y uno de los perros de la familia murió ahogado.

Clic para  ampliarLa casa del ex concejal radical Dardo Pérez y la investigadora María Rosa Depetris está en el sector conocido como "La isla", entre el Centenario, los arroyos Carnaval y Martín, a metros del parque Ecológico. La pareja alcanzó a subir a la planta alta de la vivienda un televisor y los papeles de la casa, mientras los muebles flotaban entre remolinos, y el auto golpeaba contra los pilares de la galería. Se perdieron fotos centenarias, carpetas repletas de datos, vajilla, ropa, electrodomésticos.

Los vecinos de la zona aseguran que el operativo de rescate tuvo serias falencias. "Los botes aparecieron relativamente rápido, pero no había quien los supiera manejar" señaló Virginia Pons: "parte de la gente de Bomberos y Defensa Civil no estaba capacitada como para hacer salvatajes en esas condiciones; afortunadamente, apareció una persona que trabaja como guardavidas en la Costa y coordinó las acciones. Así se logró salvar a muchos".

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