Vicente Ibarguren

Su fallecimiento

A los 81 años de edad, el 3 de marzo falleció en La Plata Vicente Ibarguren. Había nacido el 19 de julio de 1927 en la localidad de Vergara, provincia de Guipuzkoa del País Vasco y vivió en esta ciudad durante más de cinco décadas, en las que fue un activo colaborador del Centro Vasco Eusko Etxea.

El compromiso con la institución, con la cultura vasca, la amabilidad como rasgo permanente y la destreza en la función dirigencial dejaron una huella imborrable en esa comunidad. Como prueba de ello, el Centro le asignó hace algunos años el cargo honorífico de alcalde y le dio su nombre al salón principal de la sede de 14 y 58. También fue designado por la Municipalidad de La Plata como inmigrante ilustre en 2004.

El lunes, el cortejo fúnebre se detuvo unos minutos ante la puerta principal del Centro y allí se le dio el último saludo. Los jóvenes lucieron trajes típicos y empuñaron banderas de Argentina y el País Vasco, hablaron dos dirigentes y todo el mundo entonó la canción Agur Jaunak (adiós señor).

Ibarguren había llegado a Argentina en 1952. Comenzó a ganarse la vida como lechero, pero rápidamente se ubicó en la herrería, un oficio que había aprendido en su tierra natal. Pasó por una fábrica de tornos de City Bell y luego montó su propio taller en 11 y 74. Allí cerca, levantó la casa en la que convivió durante más de cuarenta años con su esposa, María Zarranz, a quien conoció en el Centro Vasco.

Con "Marucha" compartió el amor por esa institución. Fue directivo durante unos treinta años y la presidió en dos períodos, entre fines de la década de los '80 y principios de los '90.

Vino a este país en busca de oportunidades y cuentan quienes estaban cerca suyo que no dejaba de agradecer las posibilidades que le brindó la Argentina. Así y todo no olvidada a su tierra, a sus parientes y al caserío "Saldumendi", que conserva la familia desde hace 700 años.

"Era una persona impecable, sin educación formal pero con una cultura extraordinaria y una inteligencia que sorprendía. Su historia fue como la de muchos inmigrantes: a fuerza de trabajo construyó una familia y ganó el reconocimiento de la comunidad". Así lo recuerda el presidente del Centro Vasco, Javier Clúa.

"Lograba que lo quisieran desde un niño hasta una persona de 90 años. Era un fenómeno. Fue un eterno agradecido de este país. Su pasión fue el Centro Vasco y la unión de los vascos. Tenía un gran respeto por la cultura y cuando podía hablaba en euskera", contó su amigo Iñaki Aramayo.