Argentina ya quedó entre los países menos estables

El conflicto con el campo dejó heridos y contusos en el gobierno. Hubo pases de facturas. Pero algo cambiará desde ahora. Néstor Kirchner habló con Cristina al regreso de Francia y le dijo que iba a volver a tener influencia directa en la economía. Según algunos "pingüinos" con los que conversamos, el ex presidente dice que se distrajo con el partido justicialista y con las paritarias y dejó hacer con el tema del campo. Y que todo lo ocurrido provocó la estampida de precios. "No puedo dejar ciertas decisiones en manos de Alberto y Martín", habría dicho Kirchner.

El que acercó las partes y permitió la primera reunión entre la presidente y el campo, este último viernes, fue Felipe Solá. Algunos se preguntan si el ex gobernador será el futuro ministro de Agricultura y Ganadería. Sí, no nos equivocamos, decimos ministro porque existe la idea de convertir la Secretaría en Ministerio para darle al sector mayor jerarquía. Lo que plantea Solá es: primero, devolución de las retenciones en forma directa, sin necesidad de blanquearse en impositiva como pedía Lousteau. Para Solá se trata de la retención de un precio y de un reintegro, no de un subsidio. Segundo, Felipe considera que hay que sacar las retenciones móviles. Con estas expectativas se abrieron las puertas para empezar a conversar. Además, Solá reconoce que el Gobierno no escuchó al sector agropecuario, que Moreno entorpece el diálogo y que las retenciones móviles fueron un error porque "no existe actividad capitalista con precio fijo y estable durante cuatro años, mientras que en ese lapso sí suben los costos".

Ese fue un error grave, reconocido ahora hasta por los propios kirchneristas. Pero tampoco pueden desembarazarse de Lousteau así nomás.

Este conflicto ha dejado tantas complicaciones, que el índice general de expectativas económicas que elabora la Universidad Católica, cuya última medición se va difundir esta semana, muestra una caída del 8% en marzo y deja en evidencia que se evaporó el optimismo inicial por la llegada de la nueva presidenta. Además, hace una semana se planteó que la imagen del gobierno había caído 10 puntos en apenas quince días.

Desde los despachos oficiales se pidió insistentemente a los medios que no difundan esas mediciones porque sólo buscan "resquebrajar la autoridad presidencial" a cien días de la asunción. El Gobierno reaccionó contra los medios de comunicación y en la calle. Seguramente aparecerán carteles en las principales arterias de la ciudad y en los taxis, donde se podrá leer entre otras cosas: "No jodan con Cristina".

La clave de cualquier manera sigue siendo la inflación. Para algún diario económico, en tres meses, ya está en el 9%, pero para los analistas más moderados rondaría entre un 5% y un 6%. Estamos hablando de una inflación anual de entre un 20% y un 25%. Lo cual es insostenible.

Desde el comienzo de la gestión Kirchner se procuró crecer de cualquier manera. Néstor consideraba que el mejor camino para revertir la crisis social era crecer sin importar como. La Argentina en los últimos años se catapultó mucho más que el promedio de toda América Latina, pero a su vez tuvo más inflación. Los movimientos de precios fueron aceptados como un mal menor surgido de la expansión del consumo por la recomposición de los ingresos. Se estimulaba la demanda y el dólar estaba alto.

Pero ahora el modelo comienza a hacer agua por varios sectores. Primero porque se agotaron "los colchones" que tenía la economía. La capacidad ociosa desapareció. El adelantamiento cambiario fue perdiendo terreno y quedó muy limitado. El crecimiento del empleo permite ahora que se exijan mejores salarios. Al mismo tiempo falta personal capacitado. Y se suman factores internacionales como la suba espectacular del precio de los commodities.

Hoy hay inflación en todo el mundo pero nosotros estamos muy por encima de ese mundo.

El ministro de Planificación descartó una propuesta del economista Eduardo Curia que consistía en hacer un "crawling peg" -mini devaluaciones mensuales- para ganar competitividad. De Vido consideró al actual contexto inflacionario como muy riesgoso para iniciar un proceso de mini devaluaciones periódicas. Estas podrían leerse como una señal de alarma muy fuerte. Por lo cual se descartó la iniciativa de Curia.

Esto quiere decir que vamos a vivir con inflación y dólar quieto por varios meses hasta que se calmen las aguas.

El conflicto del campo, los precios en suba y la incertidumbre de un final abierto trajeron aparejadas dos noticias. Una, se frenó el pedido de créditos de las empresas a los bancos. La otra, se congelaron las inversiones. Es decir, surgieron dudas político-económicas.

Por último, un dato que preocupa. Del análisis sobre América Latina de la consultora "Standard & Poor's" surge una visión muy particular sobre la Argentina. No miran tanto la inflación sino la necesidad de financiamiento. Fundamentalmente califican las posibilidades del país para pagar deuda o para recomponerla. Este año la Argentina no tiene mayores problemas pero para 2009 se prevén serias dificultades. Observan con atención el crecimiento del gasto público y el de la recaudación impositiva. Sobre esta última advierten que está cada vez más apalancada por la inflación. Por otra parte, las fuentes de financiamiento para la Argentina están cerradas. Estas limitaciones ubican a nuestro país entre los menos estables, junto con Venezuela, Ecuador y Bolivia.