Violencia escolar: en busca de un pacto de convivencia

La complejidad adolescente sigue siendo tema de debate y análisis entre intelectuales. Desde décadas atrás se publican libros y artículos acerca de una etapa en la que conviven el cuerpo de un adulto y la actitud de un niño. Pero, tras los reiterados sucesos de violencia en las aulas, protagonizados por los jóvenes, la discusión ha comenzado a darse en las escuelas.

Ante la "problemática adolescente" -como se la denomina en ámbitos psicoanalíticos-, las instituciones buscan conocer el universo de sus alumnos para encarar una etapa de coexistencia pacífica e integradora.

El Liceo Víctor Mercante de La Plata realiza desde principio de año diversas charlas con el fin de acercar a profesores y jóvenes. Nora Sémplici, directora del establecimiento de diagonal 77 entre 4 y 5, destaca: "tenemos que empezar a entender el conflicto de los chicos y comenzar a ver más lejos, por eso decidimos hablar de 'diversidad en el aula'".

Así se refiere al ciclo que se inició en febrero, donde "planteamos el abordaje de cuestiones referidas a la convivencia escolar, la pedagogía de la cooperación, las estrategias de sostén de los aprendizajes y los riesgos durante la adolescencia: la educación en la diversidad".

Los cursos fueron encabezados por el sociólogo Marcelo Urresti y la psiquiatra Silvia Di Segni. El primero habló sobre "Escuela, adolescentes y familias: hacia una renovación de los pactos", y Di Segni centró su oratoria en "Adolescencias y construcción de la autoridad".

POR UN PACTO SOCIAL

Marcelo Urresti, sociólogo de la Universidad de Buenos Aires (UBA) e investigador del Instituto Gino Germani, considera que "debemos pensar en nuevos pactos, me refiero a acuerdos con las familias, donde la autoridad pedagógica y la familiar vuelvan a juntarse".

"Es necesario construir canales de diálogo más amplios con los jóvenes, mediante pactos intergeneracionales. Donde una de las partes tiene algo que decir y la otra algo para enseñar", evalúa.

Sobre la manera de implementar este contrato, Urresti señala que "durante las llamadas horas de formación u horas no presenciales del docente frente al aula se está haciendo un trabajo colectivo. Esto implica la generación de padres colectivos y docentes colectivos. Por ejemplo, los padres tienen que asumir que los celulares no pueden estar encendidos dentro del aula, ya que un adulto está haciendo los esfuerzos para que los alumnos aprendan".

AUTORIDAD Y CONTENCION

"Los chicos en realidad buscan autoridad, aunque no parezca, porque necesitan continencia. Y esa contención sólo se las puede dar una persona responsable", apunta la psiquiatra y docente Silvia Di Segni.

Además, agrega que "la autoridad es una construcción sociohistórica, y hay adultos que no la tienen por el mero hecho de ser mayores. Y, a veces, los padres se exceden y no saben cómo encarar las situaciones".

Por ende, sintetiza Di Segni, "cuando la representación paterna, que es una significación imaginaria, cae, se produce una gran dispersión y se reconocen autoridades relativas o parciales. En esta instancia ingresa la autoridad escolar, que debe establecerse mediante un acuerdo de convivencia que no sea un mero reglamento".

DESPUES DE LA VIOLENCIA

Luego de los reiterados hechos de violencia ocurridos en los colegios de la ciudad, en los que se han generado enfrentamientos entre alumnos, maestros y padres -como los casos de la Media N° 1 y la Técnica 7, la Escuela N° 13 de Melchor Romero o el Albert Thomas- evaluar el rol del docente frente al curso es trascendental.

Así lo entiende Di Segni: "uno de los problemas que tenemos en estos momentos es la desautorización entre los adultos y los maestros. Los docentes no deben hacerse cargo de las agresiones de los padres, porque el que no respeta el mando del educador es el adulto".

Por su parte, Urresti advierte, sobre las situaciones donde los padres defienden de manera acrítica a sus hijos, sin evaluar las causas, que "la actitud de estos adultos, haciendo bandera por un hecho injusto, implica una educación familiar errónea. Están oponiendo la autoridad paterna del afecto a una autoridad meritoria como la de la escuela".

De acuerdo a su análisis, "que un mayor no advierta al niño cuando está errado, le da más entidad al alumno que al docente, y favorece una transmisión de valores contraria que le traerá consecuencias. Ya que durante la vida tendrá más relaciones basadas en el mérito, como las laborales, en lugar de las afectivas". Problemáticas que crecen en las aulas y, sin una debida contención, caminarán las calles.