Cada dos horas, una violación

La horrible historia de Rocío, la nena de 10 años atropellada, violada y quemada en la ciudad bonaerense de Coronel Dorrego, es apenas la punta de un flagelo que en sus profundidades esconde cifras escandalosas y preocupantes: durante el presente año, las denuncias mensuales por violaciones superan los 250 casos, con un promedio de un ataque sexual cada 150 minutos. El panorama se completa con datos aterradores, porque los expertos calculan que sólo se denuncia un tercio de los ataques, apenas el 10% de las causas termina con los agresores imputados y el 60% de las agresiones tiene como víctimas a menores de edad.

Un trabajo estadístico sobre causas judiciales bajo la carátula "violaciones", ingresadas durante el pasado mes de marzo y elaborado por la Dirección Nacional de Política Criminal, organismo dependiente del Ministerio de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos de la Nación, reveló que el número de expedientes fue de 273. "En los primeros cuatro meses de 2008, las fiscalías del país recibieron más de 250 casos mensuales", dijo una fuente del Ministerio Público Fiscal.

Al trasladar el problema a la Ciudad de Buenos Aires y el Conurbano Bonaerense, un informe de la Asociación de Víctimas de Violaciones (AVIVI) sostiene que "en esta región se notifican alrededor de 5 violaciones diarias", agregando que "los casos se duplicaron en los últimos siete años".

Entre las sombras

Consultado sobre el tema, el licenciado en Seguridad Pública y comisario (r) Luis Vicat, indicó que "en el caso de las violaciones, las cifras oficiales deben multiplicarse por 3", y puntualizó que "generalmente hay dos casos no denunciados por uno que sí llega a investigarse por la justicia".

"Las víctimas casi siempre son del sexo femenino, aunque no es excluyente, y mayormente jóvenes. Las horas de riesgo son la madrugada y el anochecer, y cabe destacar que en los casos de apagones la cantidad de episodios suele aumentar exponencialmente", manifestó el experto.

En el mismo sentido, la terapeuta especializada en víctimas de agresiones sexuales, Elvira Berardi, apuntó que "lamentablemente se trata de un flagelo en crecimiento, y donde la crueldad aparece como una característica distintiva".

Condenas e impunidad

Un informe publicado meses atrás por la Procuración General de la Nación puso de manifiesto la fragilidad de la justicia al momento de encarar una investigación por violación. Así, el trabajo reveló que apenas uno de cada diez casos de violación y abuso sexual denunciados en la ciudad de Buenos Aires termina en condena. O lo que es peor: el 90% de los expedientes termina impune.

De acuerdo a los datos de 2006 en territorio porteño, en el marco de las estadísticas informadas por el Ministerio de Justicia, las violaciones fueron 206, mientras que en el rubro "otros delitos contra la integridad sexual" resultaron 720.

En la provincia de Buenos Aires, en tanto, los números oficiales indican que el promedio de violaciones representó durante el año último 120 episodios mensuales. De acuerdo a un estudio, seis de cada diez ataques tuvieron como víctimas a menores de 18 años.

Un blanco fácil

Una fuente del Ministerio de Seguridad provincial manifestó, en relación al caso de Rocío, que "los niños son el sector más vulnerable, representan el blanco más fácil ante la amenaza de un atacante desconocido". El vocero reconoció que "del total de violaciones, más de la mitad tuvo a menores: mitad adolescentes, mitad chiquitos, de ambos sexos".

"Lo que vemos y escuchamos cada día es aterrador. Esta es la realidad, y estamos muy preocupados en acrecentar la intervención para que las víctimas tengan contención inmediata y que las investigaciones penales resulten exitosas", dijo Héctor Ibarra, presidente de Li-May, una organización que ayuda a las víctimas de ataques sexuales.

Para Ibarra, "la región metropolitana tiene gravísimas deficiencias en materia de prevención, reacción ante el hecho consumado y calidad de la investigación", y sostuvo que "no se puede negar que el flagelo está en constante crecimiento, no tiene techo, y lo peor es que no se ofrecen las garantías necesarias para que las víctimas denuncien sus dramas personales sin miedos".