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Tetiana Tarasenko recordó la catástrofe ucraniana

Es sobreviviente de la muerte por hambre de millones de compatriotas

Tetiana Tarasenko recordó la catástrofe ucraniana

Tetiana Tarasenko

23 de Junio de 2008 | 00:00
"Vi cómo familias enteras, agotadas, se echaban a morir; hasta hubo quien asesinó a su hija para alimentarse y luego se ahorcó... Comíamos cuando podíamos, hierbas, pasto, algo de maíz molido; en otoño guardábamos las cáscaras de papas para plantarlas en primavera a escondidas, porque el vecino las podía robar. Todo era muerte, desconfianza, miedo. Sólo nuestra madre nos mantuvo vivos y a salvo de enloquecer". A 75 años de los hechos, con lucidez y precisión tan asombrosas como estremecedoras, Tetiana Tarasenko recuerda una tragedia de proporciones inimaginables: el "Holodomor", tal como se conoce a la muerte por hambre de varios millones de ucranianos a partir de las confiscaciones de alimentos dispuestas por el régimen comunista de José Stalin. Un genocidio que por estos días es recordado en todo el mundo. Y Berisso no es la excepción.

Tarasenko tiene 85 años, y es parte de la populosa colectividad ucraniana que reside en el distrito ribereño. Pero además es una sobreviviente, y fue invitada especial en los actos de homenaje a las víctimas que tuvieron lugar durante la semana que pasó en el marco del paso por Argentina de la Llama del Holodomor; una antorcha que recorrerá 33 países antes de arribar a Ucrania para los actos centrales que encabezará en Kiev el presidente Víctor Yuschenko.

La hambruna que sumada a acciones de represión y trabajos forzados, el frío y el abandono costó la vida a millones de personas -diferentes cálculos estiman un mínimo de 5 y un máximo de 14- tuvo su período más crítico entre 1932 y 1933. Por entonces, el gobierno encabezado por Stalin obligaba a los campesinos -dos terceras partes de la población de Ucrania, la región de mayor producción agrícola de la entonces Unión Soviética- a entregarle, en muchos casos para destinar a exportaciones, altísimos porcentajes de sus cosechas. Este proceso de "colectivización" de la agricultura buscaba liquidar a los "kulaks" (granjeros medianos), reemplazándolos por explotaciones controladas por el Estado ("koljós"), y de paso abortar todo vestigio de autonomía nacional.

Tetiana lo recuerda todo, y muy bien. Desde su acogedora casa de la calle 153, a pocas cuadras de Génova -un hogar limpio y perfumado, bien de barrio, decorado con cuadros y telas bordadas con motivos ucranianos- rememora aquellas casas con huertas y árboles frutales de Lypniazka, provincia de Kirowohrad, que fueron devastadas por las brigadas de requisa. Describe el lote en que su familia tenía árboles frutales, una vaca y un par de caballos, el sembradío de remolachas y papas. Se acuerda de las lágrimas que ella y sus cuatro hermanos -dos hombres y dos mujeres- derramaron cuando su padre cargó todo en un saco para entregarlo en el koljós.

"En 1931 sacaron de las chacras y los graneros hasta la última miga de las cosechas" relata: "las cuotas era imposibles de cumplir, entonces venían y revisaban hasta el último rincón, las paredes, los pisos". No tardó en llegar el hambre: "no un día o dos, todos, y sin solución. Hubo desesperación, y muchos se volvieron locos; con mis propios ojos vi chicos descuartizados, un muerto por acá y otro por allá; y sabíamos que al otro día podíamos ser nosotros. Pasaban con un carro y los cargaban para llevarlos a enterrar, aunque estuvieran agonizando".

Clic para ampliarHospitalaria y generosa al extremo, como quizás sólo puede serlo alguien que sabe lo que es no tener nada, Tetiana ofrece "varenikes", muestra cuadernos de viaje, se hinca y besa "esta tierra bendita sin la que no seríamos lo que somos". Llegó a Berisso a inicios de 1948, después de la Segunda Guerra Mundial, que cortó sus estudios -estaba a punto de recibirse de médica rural- y la obligó a pasar por Austria -deportada por los nazis- e Italia. Se embarcó hacia América tras casarse con Pedro Szewchenko. El trabajó en el Swift, ella como empleada doméstica; integrados a la sociedad "Prosvita", aquí tendrían la oportunidad de escuchar por primera vez el himno ucraniano.

Casada en segundas nupcias en 1979, tras enviudar, con Wasyl Hawrysch -otro inmigrante ucraniano, nacido hace 96 años y sobreviviente de los "campos de trabajo" de Siberia- Tarasenko hoy está ligada también a la sociedad "Renacimiento", donde transmite sus experiencias a los chicos de la colectividad: "suerte que no me fui a Perú, como había elegido al principio", resume: "no me pudo pasar algo mejor que Berisso".

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Son los descendientes de ucranianos que, se estima, viven en el país. La colectividad tiene una fuerte presencia en ciudades como Berisso, Posadas, Apóstoles, San Martín y San Isidro, entre otras.

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