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Información General |DELITOS EN LA REGION

Cada vez más violentos y crueles

Sostienen que la droga y la falta de contención familiar son los principales factoresPor LAURA ROMOLI

Cada vez más violentos y crueles

El domingo 8 de marzo, Salvador Gómez de 89 años, fue salvajemente golpeado por un joven que entró a su casa de Ringuelet a robarle. Le rompió el tabique y le dejó el rostro irreconocible de los culatazos en la cara

16 de Marzo de 2009 | 00:00
Los delitos en los que se ejerce una violencia extrema e innecesaria contra víctimas indefensas, se han multiplicado en los últimos 20 años en la Región. Se trata de casos en los que la persona sorprendida en situación de robo no opone resistencia ni representa una amenaza para el agresor, pero que sin embargo es asesinada o sometida a los peores tormentos. Si bien no existen estadísticas oficiales, los especialistas de todos los sectores alertan sobre el fenómeno, que se traduce en una mayor cantidad de muertes, violaciones, personas golpeadas o marcadas emocionalmente por una situación de pánico extremo.
abre comillasTodos los especialistas coinciden en que el aumento de la violencia y de los ataques crueles tienen su principal origen en la marginalidad y drogas como el pacocierra comillas


El 23 de diciembre pasado entraron a robar en la casa de Leticia Borgoglio, de 90 años, en Ensenada. La ataron de pies y manos a la cama y le propiciaron una golpiza que la dejó irreconocible. Tanta tortura le provocó un infarto y murió antes de que el ladrón escapara con 600 pesos. En tanto, Mariela González no trabaja desde el 3 de febrero y acude a un psicólogo para vencer el miedo que le quedó luego de que un asaltante la apuñalara en el cuello, en la juguetería céntrica en donde es empleada. Tuvieron que operarla y se salvó por milagro. “Una persona no puede tener tanta saña por 150 pesos”, dicen los que lo vieron.

Desde todos los ámbitos coinciden en que la causa principal de este tipo de ataques es la droga. “Genera la necesidad de obtenerla de cualquier manera, y cometen asaltos estando drogados, por lo que pierden los frenos inhibitorios, la culpabilidad sobre las cosas y hacen daño porque no les importa”, dice el fiscal de la Unidad Funcional de Flagrancia de La Plata, Juan Cruz Condomí Alcorta, quien se queja de que no hay normas jurídicas atentas a contrarrestar el problema.

“La semana pasada un adolescente de 18 años interceptó a una mujer en la calle, le robó la billetera, y una vez que la había obtenido, le gatilló en el pecho. La bala no salió porque los cartuchos estaban fallados”, cuenta el fiscal y agrega: “Si no sabía que el tiro no saldría, es violencia porque quiso matarla; si sabía que no saldría, es violencia moral porque la otra persona se imaginó que ahí terminaba su vida”.

“¿Ud. podría explicar el fenómeno del hombre que en junio pasado embistió en General Dorrego a la pequeña Rocío, la secuestró, la violó, la roció con combustible y la prendió fuego?”, pregunta el psiquiatra y médico legalista Miguel Angel Maldonado. El especialista forense cuenta que en general los delincuentes que poseen ese nivel de crueldad no son personalidades normales: “La mayoría de las veces detrás de eso hay un desorden de personalidad con rasgos antisociales, perversos y sádicos. Se trata de gente que además del acto delictivo en sí, gozan con el sufrimiento y la humillación de la víctima, lo que revela que se han perdido las elementales normas de humanidad”, asegura.

¿Hubo una pelea dentro de un boliche? ¿Fue un choque casual que derivó en una agresión brutal y descontrolada? ¿Fue una venganza? ¿O buscaban a otra persona y lo confundieron? Todas esas preguntas se hacen los platenses desde el 28 de mayo de 2006, cuando Santiago Barberán fue encontrado masacrado y empalado en los jardines del Palacio Municipal. La justicia dictó sentencia responsabilizando por la brutal agresión que terminó con la vida del joven a Nicolás Marleta, pero no hay respuestas del por qué tanta violencia.

“No van a la escuela y los padres no tienen trabajo. Los mandan a pedir o a robar y lógicamente comienzan el camino de la droga. Aspiran pegamento, porque creo que no llegan ni al paco”, expresa Miriam Miguel Torena, miembro de la asamblea de Vecinos Autoconvocados por la Seguridad de Melchor Romero. “Parece broma que diga esto, pero antes existía el ladrón con códigos, que si iba a robar una casa, se garantizaba de que no hubiera nadie, que nunca iba a tocar a una mujer o a un anciano. Ahora la droga cambió todo”, dice la mujer.

DROGAS Y MARGINACION

Los especialistas explican que, al extinguirse las contenciones sociales, se eliminan las reglas de juego, y a la delincuencia le da lo mismo masacrar a una persona vital como a un abuelo que no se resiste, y a quien, sin embargo, lo matan a palos “solo por el hecho de disfrutar del sufrimiento ajeno”.
“Es una locura lo que pasó con nuestro tío. No entendemos por qué mostraron tanta maldad al llevarlo a la rastra por el suelo mientras le exigían que dijera dónde tenía la plata”, expresaron los sobrinos de Angel Dino Durante, de 90 años, cuando la tarde del 17 de diciembre pasado pudo llegar hasta la casa vecina completamente ensangrentado, tras ser apaleado en su vivienda de Los Hornos por delincuentes que le robaron 500 pesos.

“Es la droga”, dice Maldonado, quien indica que “es llamativa la relación costo- beneficio, porque a veces masacran a alguien por dos pesos”. Todos los especialistas coinciden en que el aumento de la violencia y de los ataques crueles tienen su principal origen en la marginalidad y drogas como el paco, “que convierten a los jóvenes adictos en un verdadero ejército al momento en que se les termina la dosis y entran en un estado de excitación tal, que muchos salen a cometer delitos y provocan esas muertes inexplicables, por las que la sociedad exclama: ‘No se resistió y sin embargo lo mató’”, comenta Maldonado.

Según el profesional, en el conurbano bonaerense habría entre 100 y 150 mil jóvenes consumidores habituales de paco. A la alarmante cifra, el médico agrega: “En los últimos años parece haber un incremento de lo que se denomina versatilidad criminal. A estas personas les da lo mismo salir a delinquir y robarse un coche lindo, entrar en una casa, o encontrarse una chica que les agrada y violarla frente a todos sus familiares provocando un daño irreparable”.

El psiquiatra platense Lisandro Mariño señala también que “hay tanta violencia en el robo porque no hay suficientes sanciones jurídicas y hay un código de impunidad muy alto. El discurso del marginal es doble: por un lado desde lo que es la víctima y, por otro, como victimario, porque la enseñanza tumbera es la de que lo que hay es a vida o muerte. Ellos dicen: ‘Yo cuando voy a robar voy a matar’; van por la muerte y no por la vida”.

Mariño explica que “para estas personas morir les da exactamente lo mismo que vivir, por eso sienten que no tienen freno para lo que hagan”. De todas formas, el especialista explica que son cosas distintas el delincuente y el drogadicto, aunque en la mayoría de los casos estén combinados. “Ninguno acá va a robar por la comida de los hijos, y tirarle un tiro a la persona que asaltan no les importa. Están en un tren en el que todo gira en torno a conseguir más drogas, llegan a consumir 5 mil pesos de paco por mes, y ese dinero de algún lado lo tienen que sacar”, dice.

Indicados como motivo de este flagelo, se señala que importantes sectores de la sociedad empobrecieron drásticamente en el último tiempo, generando problemas de disgregación familiar, alcoholismo, promiscuidad y prostitución, caldo de cultivo se metió la droga. Los asistentes sociales mencionan también la ruptura de las redes de contención: “antes, en el barrio, a los pibes se los disputaban la Iglesia, el club, el fútbol en el potrero, y distintas actividades que los contenían. La violencia y la droga no están relacionadas con la pobreza, pero sí con la exclusión”, aseguran.

“La primera célula de un posible límite es el hogar, que es el primer núcleo de contención de los individuos, pero se trata de una multicausalidad porque durante el proceso militar se destruyó parte de la seguridad jurídica, la desocupación de la década de los `90 también dejó su huella y las nuevas drogas, que son más fuertes y dañinas, hacen que se necesiten muchos años para comenzar a cambiar la historia”, opina Mariño.

Según el doctor en Ciencias Naturales y psicoanalista platense Héctor Lahitte, “los niveles de agresividad han aumentado debido a un contexto que lo permite, manifestándose en todas las clases sociales, en las escuelas, en los boliches, durante los asaltos, con los ancianos, con las mujeres, en la familia. “La única manera de solucionar el problema tiene que ver con la educación. Los adultos deben enseñarle a los chicos que educarse tanto dentro como fuera del aula nos abre puertas para tener una relación mejor con los demás y nos permite pasar de nuestra condición de individuos a ciudadanos”, dice Lahitte.

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