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Revista Domingo |INFORMACION GENERAL

La aventura de unir los parques nacionales en bici

Luis Nazareno Cribellati salió en febrero desde Arturo Seguí con la consigna de unir con su bicicleta todos los parques nacionales del país. Su viaje ya lo llevó hasta Salta y lo puso en contacto con las más variadas experiencias. Desde enfrentar tormentas de viento y atravesar un desierto cuyano sin reservas de agua a verse amenazado por una víbora de la cruz a la que quiso sacarle una foto. Detalles de un viaje con mensaje, en el que el ciclista platense ya visitó 79 escuelas con la idea de promover las energías limpias

La aventura de unir los parques nacionales en bici

La aventura de unir los parques nacionales en bici

2 de Agosto de 2009 | 00:00
El objetivo es unir los parques nacionales en bicicleta. Para eso, Luis Nazareno Cribellati se preparó 12 años hasta que en febrero de este año y escoltado por una caravana de vecinos de Arturo Seguí, su barrio, se lanzó a la aventura. Una aventura que ya lo llevó hasta Salta y que lo puso en contacto con las más variadas experiencias: desde enfrentar una tormenta de viento en la ruta, hasta dormir bajo un puente, compartir una bicicleteada con un trotamundos alemán, resistir la sed sin agua en el medio de un desierto cuyano o vérselas con una víbora de la cruz súbitamente agresiva después de que intentara fotografiarla.

Con todo, ni la desventura de haber pinchado las llantas 24 veces en lo que va del trayecto, ni la incomodidad de romper más de diez cadenas hace que Cribellati se arrepienta de su decisión.

"Definitivamente, estoy descubriendo cosas que nunca me hubiera imaginado y viviendo una experiencia única", dice este vecino de Seguí que había protagonizado travesías mucho más cortas al sur del país antes de lanzarse a recorrer 18.000 kilómetros por toda la Argentina (ver gráfico).

Pero el objetivo de Cribellati no es sólo vivir una experiencia inolvidable. También lo inspira difundir un mensaje ecológico, a favor de las energías limpias, para lo cual lleva ejemplares de un manual sobre el tema, que distribuye en las escuelas.

"En total ya pasé por 79 escuelas de distintas provincias, donde a veces puedo darles charlas a los chicos sobre energías limpias y otras me limito a hablar con maestros y directores", explica el ciclista platense.

EL VIAJE, DIA A DIA

Después cuenta la historia que lo llevó hasta Salta y que lo llevará en adelante a recorrer todos los parques nacionales.

Repasa así la salida desde Seguí escoltado por una caravana de amigos y conocidos, la llegada a Buenos Aires, el paso por los principales edificios porteños y por la cancha de Boca, donde se comprometió a unir a las peñas boquenses de todo el país con su bicicleta.

También relata la salida de Buenos Aires, la llegada a San Fernando y a Ingeniero Maschwitz, donde hizo noche en el cuartel de bomberos.

Para Cribellati, dejar registro de su travesía es un aspecto importante de la empresa.

Es por eso que va registrando sus experiencias en una página web (www.cicloviajes.com), donde no sólo relata los sucesos que protagoniza, sino el desafío que enfrenta cada vez que debe transmitir en pleno viaje, desde parajes olvidados y muchas veces aislados.

Esos registros indican que después de pasar por Maschwitz fue hasta la reserva Otamendi, la recorrió y esa noche durmió en Campana, debajo de un puente antes de emprender viaje hacia San Antonio de Areco.

Más tarde refiere cómo una fuerte tormenta que apenas lo dejaba avanzar lo sorprendió al llegar a Santa Fe, donde se dio el gusto de llamar a la casa de la cantante Soledad, en Arequito.

"Aunque nadie me recibió, pude conectar a un familiar al que le dejé un DVD de mis viajes para que se lo haga llegar a la cantante", cuenta Cribellati.

Ya en Córdoba, Cribellati dice que le tocó vivir un momento difícil cuando fue denunciado por unos vecinos tras acampar en un terreno donde no podía hacerlo, ya que se trataba de una zona militar.

Más tarde emprendió el camino rumbo a Cuyo y allí tuvo que transitar largos tramos a través del desierto tras descubrir que rutas provinciales que figuraban en los mapas estaban interrumpidas o directamente jamás habían sido construidas.

Un momento dramático del recorrido se registró cuando emprendió el camino siguiendo el curso de un interminable río y seco y con poca reserva de agua, siguiendo el dato de habitantes del lugar que le habían dicho que en su recorrida encontraría vertientes. Pero las vertientes jamás aparecieron y el viajero debió racionar el agua hasta el límite para atravesar esa larga e inhóspita extensión.

Los parques nacionales de Sierra de La Quijada y El Leoncito le depararían grandes experiencia: el encuentro con un grupo de estudiantes de turismo con los que realizó una recorrida nocturna del parque y más tarde el encuentro con otro ciclista alemán, también de recorrida por la zona cuyana.

Los traspiés también estuvieron a la orden del día en ese trayecto, donde en reiteradas ocasiones cortó la cadena de su bicicleta, sufrió dolores musculares y hasta se engripó, reconoce Cribellatti. Con todo, ninguno de estos obstáculos alcanzaron para detenerlo, como tampoco las tormentas y el frío que tuvo que soportar en el desierto.

Pero también tuvo la gran satisfacción de llevar su prédica a favor de las energías limpias a una escuela cuyana donde los alumnos se entusiasmaron con la posibilidad de construir un secador de alimentos solar.

Y como en todos los tramos del viaje, se regocijó con cada detalle del paisaje y se maravilló con el espectáculo de la naturaleza, tanto como con las habilidades de los artesanos que cruzó en cada punto del camino.

MAS DESAFIOS

El tramo que lo llevó de Catamarca a Tucumán le depararía un desafío extra, ya que en ese punto la ruta 40 es de ripio, describe una pronunciada subida y para colmo de males, esa parte del trayecto tuvo que hacerla con viento en contra.

A su llegada a Tucumán lo sorprendió el viento zonda con toda su violencia y lo obligó a buscar refugio, que finalmente encontró en el corral de piedras destinado a las ovejas, de una familia que accedió a que lo ocupara.

La llegada a Tafí del Valle lo reencontró con un verde que, dice, no veía desde Río Cuarto, cuando comenzó a recorrer largos trayectos de zonas inhóspitas y desérticas en su mayoría.

Más tarde llegó al parque Campo de los Alisos, donde lo sorprendió la cantidad de aves y la diversidad de plantas, aunque destaca que no había muchos animales grandes.

El camino lo llevó hasta Salta, más precisamente a pueblo Tala, cuna de Lola Mora, donde conoció la estancia en la que se crió la escultora, fue recibido en un albergue municipal y respondió inquietudes de distintos cicloturistas acerca de su travesía.

El viaje tuvo una pausa, cuando promediando Julio, Crivellati dejó su bici en Salta y viajó tres días a La Plata para conocer a su sobrino que vive en España antes de retornar a Salta y seguir su viaje pedaleando hacia el Parque Nacional El Rey.

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