25 de Agosto de 2009 | 00:00
La Iglesia criticó duramente hoy la despenalización parcial de la tenencia de marihuana y acusó al fallo de la Corte Suprema de "promover y favorecer el consumo" de este estupefaciente y de no aportar para erradicar el narcotráfico de la Argentina.
La definición de la Justicia generó críticas de diversos tonos entre los referentes de la institución religiosa, pero todas las voces expresaron su temor de que esta despenalización conduzca a los jóvenes a consumir drogas "más dañinas" que la marihuana.
Horacio Castellano, de la Comisión Nacional de la Pastoral de Drogadependencia, aseguró que la despenalización "promueve el consumo porque dice que no es malo".
En ese sentido, sentenció que para la Iglesia "es malo de por sí" y consideró que "al no estar penalizado, no permite tomar una medida curativa y lo deja librado al azar".
Por ello, explicó que la Iglesia no puede auspiciar lo que favorece al consumo porque, contrariamente, la religión "promueve todo lo que dignifique la vida".
Castellano es integrante del grupo religioso que trabaja con el Programa Nacional de Acción Pastoral sobre Drogadependencia, de la Conferencia Episcopal Argentina.
Uno de los rechazos más fuertes al fallo fue el que expresó el Arzobispo de Santa Fe, José María Arancedo, quien sin medias tintas afirmó: "La droga es sinónimo de muerte".
El arzobispo santafesino se mostró "muy preocupado" y pidió "responsabilidad a los adultos" para que impidan el consumo de los jóvenes.
Advirtió que hay que tener en cuenta "que no se está ante un juego de libertades de adultos, sino que los adultos están comprometiendo a la juventud".
"La droga es sinónimo de muerte, hay que evitar el contacto de los chicos y jóvenes con la droga y esto (por el fallo) no ayuda", opinó.
En esa línea, Arancedo aseguró que"no hay que penalizar al que consume", pero se preguntó: "¿Cuántas veces el que consume se convierte en narcotraficante".
También expresó sus reflexiones el equipo de sacerdotes para las villas de emergencia de la Ciudad de Buenos Aires, que a principio de este año emitieron un informe en el que advirtieron que la droga estaba "despenalizada de hecho".
Ahora, los denominados "curas villeros" focalizaron su crítica en el fallo en que no ataca a la raíz del problema de las adicciones, mientras el narcotráfico avanza ante grandes proporciones de la sociedad en extrema pobreza.
Si bien diferenciaron que "una cosa es la villa y otra el narcotráfico" y destacaron que "es una locura criminalizar la enfermedad", alertaron sobre el impacto de la despenalización en las "familias más vulnerables".
Dijeron que "sin un buen sistema de salud, sin políticas fuertes de prevención, sin un sistema educativo realmente inclusivo y eficiente, el único encuentro del adicto y su familia - que pide ayuda- con el Estado es la justicia".
En ese marco, indicaron que muchos de los niños, adolescentes y jóvenes de los barrios marginales "no viven sino que sobreviven" y están expuestos a diversos flagelos.
Según los sacerdotes, a esos jóvenes, muchas veces, la oferta de droga les llega antes que "un ambiente dichoso y sano" para jugar, que la escuela y que un lugar para aprender un oficio y poder tener un trabajo digno.
Por ello, consideraron que despenalizar en estas condiciones "es dejar abandonado al adicto y no hacerse cargo de su derecho a la salud", mientras que la dinámica misma de la adicción lleva muchas veces "a hacer cualquier cosa" para satisfacer el deseo de consumo.
"Se acortan así las posibilidades de darle un sentido positivo a la vida", dijeron los religiosos que trabajan en las villas y se preguntaron: "¿Cómo decodifican los chicos de nuestros barrios la afirmación de que es legal la tenencia y el consumo personal?".
Opinaron que la despenalización "influiría en el imaginario social instalando la idea de que las drogas no hacen tanto daño", cuando en realidad "no dan libertad sino que esclavizan" a las personas.
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