Se va el titular del Servicio Penitenciario y lo reemplaza un fiscal

Las versiones que circularon en los últimos días sobre el posible alejamiento del titular del Servicio Penitenciario bonaerense se terminaron por confirmar ayer, cuando el propio involucrado, Fernando Díaz, anunció que dejará el cargo. Y si bien adujo "motivos personales" para justificar su paso al costado luego de 5 años de conducir la fuerza, distintos trascendidos indican que hace ya varios meses se venían produciendo chispazos entre el funcionario y el ministro de Justicia, Ricardo Casal, de quien depende el Servicio.

La salida de Díaz, que había sobrevivido al recambio de ministros entre la gestión de Felipe Solá y la de Daniel Scioli, terminó de definirse en las últimas horas, en un encuentro que mantuvo con Casal. En concreto, la renuncia se formalizará una vez que se designe a su reemplazante.

En ese sentido, según trascendió, un nombre que se maneja para cubrir la vacante es el del fiscal quilmeño Javier Mendoza.

Díaz, por su parte, explicó que su alejamiento se produce "en un muy buen momento del Servicio Penitenciario",y por necesidad de hacer cambios a nivel personal y "volver un poco a casa donde me están reclamando hace tiempo, y a la profesión libre". El todavía titular del Servicio Penitenciario, cabe aclarar, es abogado.

Al anunciar su salida de la fuerza penitenciaria, hizo una fuerte defensa de su gestión y señaló que la situación carcelaria "ha mejorado muchísimo en los últimos tiempos". También sostuvo que "dentro de los penales bajó mucho la violencia entre los propios detenidos", ya que el nivel de fallecimientos por muerte violenta "disminuyeron un tercio" en relación a hace 6 años.

"En los últimos años no se produjeron motines, la gente que accede al estudio estando preso se duplicó, y se multiplicó por diez la cantidad de trabajadores dentro de los penales", precisó.

Díaz ponderó además el hecho de que la creación de nuevas cárceles "bajó los niveles de hacinamiento, una situación que contribuye al mejoramiento de la situación de los detenidos".

"Los inconvenientes se presentan en las cárceles viejas, aunque de todas formas funcionan mejor que antes, como cuando Olmos tenía una población de 4 mil internos que se redujo a 1800, o Mercedes que llegó a tener 1300 detenidos y hoy no supera los 700", concluyó.