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Educacion |LA EDUCACION EN LA ERA DIGITAL

Copiar de internet, una práctica que plantea nuevos desafíos en el aula

Cada vez más generalizado en el secundario y la universidad, el "copy & paste" preocupa a los docentesPor NICOLÁS MALDONADO

Copiar de internet, una práctica que plantea nuevos desafíos en el aula

Copiar de internet, una práctica que plantea nuevos desafíos en el aula

8 de Noviembre de 2009 | 00:00
Mientras corregía monografías de sus alumnos de la carrera Derecho, Lucrecia Arceguet creyó tener un dejavú: sintió que lo que estaba leyendo lo había leído ya unos minutos antes. No se trataba sin embargo de una sensación. Al revisar las entregas comprobó que dos estudiantes habían presentado exactamente el mismo trabajo. Lo curioso es que ambos incluían en alguno de sus pasajes la siguiente delicadeza: "en mi humilde opinión...".

Como Arceguet, son cada vez más los profesores universitarios y secundarios que observan cómo ha venido extendiéndose entre los estudiantes la costumbre de "copypastear". Así se conoce a la práctica copiar textos de internet y pegarlos directamente en un trabajo práctico sin identificar la fuente y, en muchos casos, como si fueran de autoría propia.

Cuentan los profesores que lo advierten porque las entregas suelen revelar un grado de conocimientos o un nivel de lenguaje muy superiores a lo esperable. Pero también por el hecho de que, a menudo, el copiar y pegar resulta en verdaderos disparates sin ningún sentido entre un párrafo y otro. Este es precisamente el aspecto que más preocupa a algunos de ellos: la falta de reelaboración por parte de los alumnos que implica el mecanismo.

Porque si bien ningún discurso es ciento por ciento original y, de hecho, los estudiantes siempre han tenido que recurrir a fuentes para hacer su tarea, la inmediatez que ofrece hoy internet para extraer contenidos deja al margen, en muchos casos, toda relaboración de ideas.

"Un alumno puede aprender incluso de un machete, porque hacer un machete requiere al menos un proceso de selección y síntesis. Pero el copiar y pegar... ¡eso no les deja nada!", se queja una docente.

El hecho es que mientras algunos ven generalizarse el fenómeno con bronca y preocupación; otros lo reconocen como un desafío. Y en este sentido lo comparan con la irrupción de las calculadoras de bolsillo en las aulas: cuando éstas aparecieron hubo quien temió que fueran el final de la enseñanza de matemática; sin embargo con el tiempo el dictado de esta materia se adaptó a ellas y hoy no suponen ningún problema.

Después de aquella vez en que Lucrecia Arceguet comprobó que sus dos entregas gemelas habían salido de "El Rincón del Vago" -un famoso sitio en internet que ofrece monografías prefabricadas-, nunca más volvió a pedirle a sus alumnos trabajos de este tipo. Como muchos profesores comprendió que, frente a internet, hacen falta hoy nuevas nuevas estrategias de enseñanza.

ENTRE LA COSTUMBRE Y LA ETICA

Alguna vez a Adriana Alvarez -profesora de Geografía en el Normal N°1- sus alumnos le entregaron una monografía que incluía hasta las publicidades de internet. Si bien entonces ella también advirtió que era necesario aplicar otras estrategias y así lo hizo, lo interesante de su anécdota está en que revela hasta qué punto algunos chicos tienen tan incorporado el mecanismo de copiar y pegar que ni siquiera lo consideran una trampa.

Son legión los docentes secundarios que hoy admiten estar alarmados por este hecho. Cuentan que los chicos ni siquiera son conscientes que utilizar textos ajenos sin citarlos es plagio. "¡Algunos hasta están convencidos de que así se escribe una monografía", dicen.

"Antes, el que copiaba algo de un libro y lo presentaba como propio tenía claro que hacía trampa. Ahora, como todos nos acostumbramos a que internet es información para uso público, esa trampa se naturalizó a un punto en que muchos ni siquiera la consideran con tal", entiende Marta Fortunato, una docente de Literatura.

Aún así, Silvia Bacher -especialista en educación y autora de "Tatuados por los Medios", un libro que indaga sobre los desafíos de la escuela en la era digital- asegura que el fenómeno de copiar y pegar no es un problema tecnológico, sino definitivamente ético.

"La tecnología siempre puso en evidencia las falencias de los sociedades. Cómo sorprenderse de que los chicos plagien textos de internet sin darse cuenta cuando vivimos en una sociedad que perdió el sentido de la educación; cuando copiarse unas a otras es lo que hacen todo el tiempo las pantallas de televisión y hasta un juez de Río Cuarto recurre al Rincón del Vago al fundamentar su fallo", plantea Bacher.

Lejos de resignarse, la especialista sostiene que la salida está en la propia educación: "si la escuela tiene un rol es precisamente éste: mantener alerta la mirada y el pensamiento crítico para que fenómenos como el plagiar de internet no terminen naturalizándose hasta dejar de ser vistos como una trampa".

Pero si copiar y pegar puede ser en el secundario una práctica que algunos alumnos utilizan sin consciencia de plagio ¿qué pasa en la universidad, donde el fenómeno parece igualmente extendido? ¿Existe algún mecanismo de sanción ante estos casos?

"No hay nada -admite Santiago Albarracín, profesor de la facultad de Periodismo de La Plata-. Cuando sucede algo así quedan a criterio del docente las medidas tomar. Alguna vez cuando me pasó, hablé con el alumno y le hice rehacer el trabajo. Es muy raro que se apliquen medidas disciplinarias", asegura.

NUEVOS RECURSOS, NUEVAS ESTRATEGIAS

En la historia de la educación cada innovación tecnológica ha suscitado asombros y temores: "la birome, el reloj pulsera, la calculadora y la fotocopia, por ejemplo, generaron cimbronazos semejantes a la que hoy provocan los celulares en el aula o el acceso a la web dentro y fuera del horario escolar. Como en todos los casos, lleva un tiempo adaptar la propuesta formativa a los nuevos contextos", señala Isabelino Siede, profesor en Didáctica de las Ciencias Sociales de la UNLP.

"Creo que el copiar y pegar es un signo de esas perturbaciones -agrega-. Y como tantas veces, lo primero que suscita es reprobación moral, escándalo e incertidumbre. Pero progresivamente los docentes iremos acomodando nuestras propuestas de enseñanza y de evaluación a estas nuevas condiciones".

De hecho, algunos ya han comenzado a hacerlo. Desde la facultad de Periodismo, Albarracín cuenta que hace tiempo que ya no sube pasajes de monografías a Google para tratar de determinar si hubo plagio. Ya no le hace falta.

"En algún momento me di cuenta que era materialmente imposible estar comprobando la validez de cada frase como propia del estudiante. Entonces comencé a cambiar el eje de las consignas de tal manera que los alumnos desarrollen ideas propias a partir de las preexistentes. Lo que puedan extraer de internet son a lo sumo ingredientes para nuevas recetas y lo que evalúo es su capacidad de combinarlos en un producto propio", explica.

Lo mismo propone Gustavo Oliva, rector del Colegio Nacional de La Plata y profesor en la carrera de Ciencias Jurídicas de la Universidad. "Mis exámenes en la facultad son a libro abierto, porque considero que lo importante no es que memoricen y repitan, sino que comprendan y asocien ideas. Desde este marco de enseñanza, copiar y pegar no es un problema: basta con repreguntarle a un estudiante para evaluar su grado de comprensión".

Libros, bibliotecas, computadoras... "bienvenidos todos los recursos tecnológicos si sirven para comprender", dice el rector del Nacional.

También la profesora de Historia María Marta Passaro sostiene que el hecho de que internet facilite el plagio no debería ser motivo para despreciar la herramienta. "Uno no puede dejar de tener en cuenta que en la mayoría de los hogares hoy es más probable que haya una computadora con internet que una biblioteca variada. Para muchos chicos es la única fuente que tienen a mano y parte de su vida cotidiana. ¿O no estamos en la era de las comunicaciones?", plantea.

Por eso Passaro sostiene que "antes que condenarla, hay que incorporar internet al aula y enseñarle a los chicos a utilizarla correctamente".

¿En qué consiste, sin embargo, una tarea así?

Consiste en "ayudarlos a que identifiquen cuáles son las páginas más confiables, acostumbrarlos a chequear la veracidad del material, mostrarles cómo deben citarse las fuentes... claro que eso requiere un esfuerzo adicional y una actualización por parte nuestra", reconoce la docente.

Quizás el surgimiento de fenómenos como el copiar y pegar pongan de manifiesto la existencia de un modelo de educación que ha quedado atrás. En todo caso, frente a él, las alternativas parecen claras: intentar sostener enfoques propios de una época en que sólo se disponía de libros; o mirar hacia adelante y enfrentarlo como otro desafío más.

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