Un estreno con bombos y platillos

La pantalla del Cinema Rocha fue anoche espejo de una realidad que superó a todas las ficciones que durante décadas se plasmaron sobre ella: la realidad de un amor a prueba de todo.

A sala llena, en la que se mezclaron dirigentes, jugadores, reconocidos hinchas y figuras de todos los ámbitos de la vida ciudadana, particularmente identificados con los colores azul y blanco, se exhibió la avant premiere de La Pasión, la película del cineasta local Alejandro Encinas que al agradecer a todos los que colaboraron con su trabajo dijo, simplemente y parafraseando al Gato Sessa en una de sus arengas a sus compañeros de equipo, "estamos donde queremos estar".

En los papeles, el filme es un documental pero en la piel de los espectadores de anoche y seguramente de los próximos, será una película hecha y derecha, apasionante y entretenida a partir de un argumento único y central que es el amor que los triperos sienten por su bandera, su camiseta y, por sobre todas las cosas, su identidad.

La primera exhibición de La Pasión, antes de su estreno oficial, tuvo a una numerosa cantidad de invitados albiazules y no albiazules que fueron recibidos por la comisión directiva encabezada por Walter Gisande. El técnico Leonardo Madelón y casi todos los jugadores del plantel profesional, marcaron con sus presencias la importancia del evento de anoche. Entre las primeras filas estuvieron Ofelia Wilheim, la madre de la Presidenta Cristina Kirchner que había sido especialmente invitada junto al actor Benjamín Rojas y el ministro de Educación bonaerense, Mario Oporto, un sanlorencista que acompañó a su esposa, confesa fanática albiazul. En el anecdotario del hall, se comentaba que don Pedro Azurro, tío de Carlitos Anacleto, hacía 48 años que no pisaba un cine. Anoche estaba entusiasmado como un pibe en su primera vuelta de calesita.

Entre otros invitados estuvieron el intendente Pablo Bruera -que no es gimnasista- y su hermano, que sí es un confeso tripero, el diputado electo Gabriel Bruera, entre otras figuras políticas locales, como el diputado de la Coalición Cívica Javier Mor Roig y varios concejales y ex concejales.

La Pasión generó anoche en el público que colmó las butacas del Rocha, justamente eso: pasión. Y el sentimiento se tradujo en aplausos, en gestos, en lágrimas y en expresiones de sorpresa. Fue tan variopinto el abanico de sensaciones que entregó el filme que hasta hubo espacio para el abucheo, como cuando se vió la imagen inédita, tomada con una cámara indiscreta, de la enorme sonrisa del árbitro Saúl Laverni al marcar el centro de la cancha luego del tercer gol de Atlético Rafaela, en el partido de ida, en Santa Fe, donde Gimnasia parecía condenado al descenso.

La risa brotó generosa ante las reflexiones de algunos hinchas entrevistados en el Bosque y en otros escenarios por donde caminó la pasión albiazul durante el durísimo campeonato en que estuvo en juego su permanencia en Primera división. "A veces camino por la calle y pienso en el momento en que Gimnasia sale campeón y lloro", confiesa uno los "actores reales" y cuando el público se prepara para el aplauso, su compañero de ruta de descuelga con otra confesión que desarma al más duro: "a mi me pasa lo mismo, pero en el colectivo, y la gente piensa que me pasó algo malo".

A través del testimonio de reconocidos periodistas, La Pasión sorprende también por la mirada de los otros. Y en ese contexto, más de un hincha exclamó anoche un "mirá lo que dijo", al oír a Víctor Hugo Morales confesar que su día más triste en el fútbol fue cuando Gimnasia no logró alcanzar aquel campeonato de 1995 o como cuando reflexiona que por ser tan apasionadamente especial, el hincha de Gimnasia se considera, aun sin conquistas deportivas, "mucho más" que su vecino. Y ahí remata Morales con un: "A lo mejor es cierto" que anoche hizo venir abajo la sala a fuerza de aplausos.