El auge de las "fiestas importadas"

Con sombreros verdes, tréboles de tres hojas y un vaso de cerveza en la mano, cada vez son más los jóvenes que año a año se reúnen en la noche del 17 de marzo en algunos bares emblemáticos, platenses y porteños, en nombre de San Patricio. La consigna es cantar, tomar cerveza, divertirse y encontrarse. Y aunque pocos se acuerden durante esa noche de las penurias del santo irlandés que fue raptado por piratas a los 16 años y más tarde fundó el primer clero de ese país en condiciones desfavorables y en un territorio dominado por los druidas, lo cierto es que la conmemoración, en la Argentina, resulta cada vez más convocante. A ella se suman las fiestas de San Valentín, la de Halloween y hasta los novedosos Baby Showers, de moda entre las embarazadas, para conformar un nuevo cronograma de celebraciones bajo la marca de la globalización.

Se trata de un fenómeno tan novedoso como particular. Las celebraciones "importadas" cosechan tantos amantes como detractores que encuentran en Internet un foro ideal para cruzar argumentos. Y son, en todos los casos, adaptadas para el ámbito local. Así, por caso, el Halloween que en Estados Unidos encuentra a los chicos golpeando las puertas de las casas vecinas y recitando la frase "truco o trato", aquí se expresa a través de fiestas de disfraces en casas, clubes y discotecas.

Los especialistas vinculan el fenómeno con la globalización y la influencia de medios como la televisión, el cine o Internet. Y lo asocian con otro: la pérdida de fuerza de tradiciones locales, como por ejemplo, el festejo de los 18 años en los varones.

Con todo, al describir el fenómeno, se ocupan especialmente de distinguir los conceptos de tradición y moda. Y destacan que el segundo se adapta más para la adopción de estas celebraciones, las que -opinan- no están destinadas a mantenerse en el tiempo, sino a responder a un contexto -el actual- que favorece su difusión.

DE SAN VALENTIN AL BABY SHOWER

Entre las nuevas "fiestas importadas" que desembarcaron en la Argentina en los últimos años, una de las más arraigadas es la de San Valentín, que se celebra el 14 de febrero. Como en cada uno de los casos de estas nuevas celebraciones adaptadas, encuentra aquí características particulares.

Así, mientras en el San Valentín original que se festeja en Estados Unidos se rinde tributo al amor romántico, pero también a la amistad y al amor filial, en la Argentina sólo se tiene en cuenta el vínculo de pareja. Y se manifiesta a través del envío de mensajes y de una abundante oferta de promociones en restaurantes, florerías y hoteles que suelen agotarse con semanas de anticipación.

Y si San Valentín representa una de las celebraciones más representativas de esta nueva tendencia en lo colectivo, junto a Halloween y San Patricio, los Baby Shower se destacan como parte del mismo fenómeno en el ámbito privado.

Un baby shower es una reunión que se realiza para despedir el embarazo un mes o un mes y medio antes de la fecha de parto prevista y celebrar la llegada al mundo del futuro bebé a través de regalos, comida y juegos.

En nuestro país, una de las primeras en celebrar una fiesta de este tipo, muy extendida en Estados Unidos, fue la modelo Nicole Neumann. Generalmente los organiza una allegada a la embarazada, pero también hay en la actualidad empresas que ofrecen el servicio y se ocupan de todos los aspectos del festejo.

PROCESO DE ACULTURACION

Para el antropólogo platense Héctor Lahitte, la adopción de estas celebraciones se vincula a un proceso de aculturación que se está produciendo en occidente de la mano de la globalización y a partir de la influencia de medios de comunicación como la televisión, el cine o Internet. Y a partir del cual las culturas de los distintos países se hacen más indiferenciadas.

"Se trata en todos los casos de festividades procedentes del mundo anglosajón que llegan a través del cine y de Internet, fundamentalmente, y que arraigan con más fuerza entre los jóvenes. Sobre todo, los de clase media o media alta", explica el espcialista, quien cree que "de todas maneras, estos festejos se parecen más a las modas, que prometen tener una duración efímera, que a las tradiciones, que se sostienen a través del tiempo".

Los festividades son necesarias a cualquier sociedad, destacan los expertos. Su función es la de promover el encuentro y generar un momento de suspensión de lo cotidiano.

"En eso existe consenso, pero la cosa cambia cuando uno se pone a analizar porqué festejamos lo que festejamos. Y en esta elección de celebraciones que llegan a través de los medios de comuniación, en una lectura más profunda, se puede ver a una sociedad a la que no le gusta ser cómo es y que busca en otras geografías los modelos a imitar", dice Lahitte.

Otras de las características que los especialistas encuentran en este tipo de celebraciones es que son el medio para obtener una gratificación diferida.

"En el caso de San Patricio, la satisfacción diferida es la de tomar cerveza y en el de San Valentín, puede ser la de tener un encuentro amoroso. Pero en general, este tipo de celebración llega desprovista de los contenidos profundos propios de los tradicionales", dice Lahitte.

EN INTERNET

Mientras tanto, seguidores y detractores del fenómeno cruzan espadas en blogs, redes sociales y foros de Internet. Desde aquellos que califican al San Patricio que se festeja en la calle como "una excusa para emborracharse" y se ocupan de diferenciarlo de la celebración protagonizada por la colectividad irlandesa -que ese día peregrina a Luján- hasta quienes defienden la libertad de cada uno de celebrar lo que quiera.

En el medio se ubican los que dicen "no entender" a los que se suman a celebraciones cuyo significado no terminan de comprender. Y quienes reclaman más atención para las fiestas originadas en la región o las que, nacidas en otras parte del mundo, ya están arraigadas.

Como una de esas opiniones que plantea en tono reflexivo: "Nunca vamos a ser europeos; ¿porqué en tal caso no festejamos a la Pacha Mama?