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Revista Domingo |NOTA DE TAPA

Lennon: el legado

Cuando acaban de cumplirse 70 años de su nacimiento y a meses de que se cumplan 30 de su muerte a manos de un fanático perturbado, el mundo recuerda a John Lennon. La vigencia de un ícono del rock cuya imagen todavía mueve millones a través de reediciones y subastas. Y el análisis de su legado a través de la mirada de críticos y músicos platenses, quienes destacan que la impronta del ex lider de los Beatles sigue viva en el vínculo entre rock y compromiso social y en los valores contemplados por los músicos del género a la hora de componer, tales como la relevancia dada a la letra y la búsqueda incesante de originalidad. Por: Omar Gimenez

Lennon: el legado

Lennon: el legado

10 de Octubre de 2010 | 00:00
Si esto fuera una película, la primera escena podría mostrar a una mujer de aspecto severo, aunque aterrada, esquivando esquirlas en medio de un bombardeo atroz sobre uno de los principales puertos de Inglaterra, el de Liverpool. La mujer, de nombre Mimí, corre al hospital donde, bajo una lluvia de bombas, está naciendo su sobrino, de nombre John Lennon, al que terminaría criando y viéndolo convertirse en uno de los personajes públicos más relevantes del siglo XX. Era el 9 de octubre de 1940. Y si esto fuera una película, la segunda escena podría saltar cuarenta años más adelante, a la ciudad de Nueva York. Allí mostraría a una multitud llorando la muerte del mismo Lennon, ya consolidad como ícono de la música popular y recién asesinado por un fanático perturbado. Y quizás mostraría a la chica que, entre lágrimas pronunció la célebre frase sobre Lennon que abre una de las más famosas biografías de los Beatles, la de Philip Norman: "me impidió morir tantas veces...".

A casi treinta años del fatídico nueve de diciembre en que Lennon cayó mortalmente herido bajo los disparos de Mark David Chapmann y a horas de que se cumplieran 70 años de su nacimiento, el mundo vuelve a poner al ex beatle en el centro de la escena de la mano de una serie de homenajes, reediciones y exposiciones. Todos estos actos tienen por estas horas una resonancia mundial (la reedición de su discografía solista remasterizada anunciada en estos días por su viuda, Yoko Ono; una exposición de los manuscritos originales de sus canciones; el anuncio de la fábrica de guitarras Gibson del lanzamiento de un modelo dedicado al malogrado Beatle y una serie de homenajes realizados en todo el globo) y hablan de la vigencia del músico que creó buena parte de la banda sonora de las últimas décadas a través de una serie de canciones insoslayables creadas a lo largo de su carrera junto a los Beatles y en su etapa solista.

Son homenajes que alimentan un mito que en los últimos 30 años jamás se desdibujó ni dejó de mover millones. Prueba de esto son las periódicas reediciones de sus trabajos, el renovado interés del cine, la literatura y hasta el teatro en revisitar su biografía y hasta la subasta ininterrumpida de memorabilia que siempre despierta el interés de los devotos: el año pasado llegó a venderse un inodoro que perteneció a Lennon en 12.000 euros, mientras la puja por un original de la letra del tema "A day in the life" llevó el precio a 1,2 millones de dólares.

La admiración por Lennon y por su obra puede rastrearse también en La Plata, a través del testimonio de críticos y representantes de las nuevas generaciones de músicos de rock y pop. Unos y otros destacan la importancia que tuvo la figura de Lennon en sus historias personales, favoreciendo sus acercamientos a la música. Y subrayan la persistencia de la impronta del músico de Liverpool en muchos de los conceptos que rigen la actividad de los músicos populares en la actualidad. Las ideas de Lennon, dicen, están presentes en la forma de componer canciones, en el interés por vincular las letras de esas composiciones con la realidad social y política y hasta en la incesante búsqueda de originalidad.

A la hora de analizar el legado del ex beatle, se lo destaca asimismo como precursor en asumir el compromiso, desde lo musical, con problemáticas sociales hoy instaladas en la agenda pública global, como la defensa de los Derechos Humanos; la búsqueda de la igualdad entre los géneros y la equidad social.

Todo esto sucede 70 años después de que Lennon llegara al mundo a través de una puerta particular: la de una niñez y una juventud signadas por la desgracia, la soledad y el abandono. Una película recientemente estrenada ("Nowhere Boy", dirigida por Sam Taylor-Wood) aborda aquellos primeros años relatados una y otra vez en las distintas biografías de Los Beatles: abandonado por su madre Julia a los 5 años, Lennon sería criado por su severa tía Mimi. Su padre Freddy, un marino mercante, dejaría de verlo cuando Lennon tenía cuatro años y sólo reaparecería fugazmente en su historia en el momento en que los Beatles alcanzaron la fama.

Pero no sería ese el mayor dolor de su vida, sino la pérdida definitiva de su madre ("la perdí dos veces", recordaría Lennon en varias entrevistas), cuando él contaba con 17 años y había logrado retomar la relación, aunque viéndola esporádicamente y sin convivir. Julia murió atropellada por un policía borracho fuera de servicio y Lennon cayó en una etapa autodestructiva de la que, según su amigo Peter Shotton (que lo acompañaría desde las calles de Liverpool hasta los últimos días de su vida), sólo la música logró sacarlo.

"ESE SI QUE ES UN BUEN TRABAJO"

Aunque Lennon había aprendido algunos acordes de banjo a través de su madre Julia (The Beatles: Antología/Ediciones B) su inclinación musical llegaría de la mano de un hecho que le cambió la vida a su generación. La aparición de Elvis Presley, que acercó al público blanco el rock`n`roll, ese ritmo básico e irresistible nacido y cultivado entre los negros estadounidenses. "Ese si que es un buen trabajo", se dice que dijo Lennon cuando vio una de las primeras películas de Elvis en el cine.

Favorecido por la política educativa inglesa de posguerra, que fomentó la creación de escuelas de arte para evitar que los jóvenes deambularan por la calle sin ocupación, según recuerda Paul McCartney en su biografía "Hace ya Muchos Años" (Emecé), Lennon siguió ese camino, alternando clases de dibujo con sus ensayos con Los Quarrymen, una banda de skiffle que había formado en su adolescencia.

Fue justamente en un recital de los Quarrymen, que Lennon conocería a Paul McCartney, con quien conformaría la sociedad musical más prolífica del siglo XX. Fue durante un festival en la iglesia de Saint Peter, de Woolton, un suburbio de Liverpool. El templo todavía luce, orgulloso, una placa que marca el lugar exacto de ese encuentro.

La sociedad con McCartney maduraría en algunos proyectos intermedios hasta consolidarse en la formación definitiva de los Beatles, que los llevó a la fama y a la conformación de una sociedad autoral sin par, que aportó algunos de los títulos más significativos de la música popular del siglo XX. Mark Hertsgaard, en su libro "Un Día en la Vida" (Mondadori) hace un especial análisis de las características y el alcance de esa sociedad. Destaca cómo una mezcla de particular sinergia y de fuerte competencia llevaba a Lennon y McCartney a potenciar sus virtudes musicales y limitar sus excesos. No obstante, las diferencias que comenzaron a notarse en los últimos años Beatles, se potenciarían después de la separación.

Lennon fue la cara rebelde de Los Beatles y un símbolo de la efervescencia social y la sed de cambios que se vivía en los años `60 en el mundo. Y si bien sus recursos musicales parecían ser más limitados que los de su compañero McCartney, la calidad de sus letras y su afán de originalidad se convirtieron en sus principales características, que llevaron incluso al productor George Martin a preferir las canciones de John a las de Paul, según reconoció en las entrevistas dedicadas a promocionar sus propias versiones de los temas de Los Beatles compiladas en el disco "In My Life".

Desde el primer álbum de su carrera solista, el autorrefrencial "Plastic Ono Band", Lennon potenciaría su compromiso social, comprometiéndose en causas como la protesta contra la guerra de Vietnam, el feminismo y la situación de los presos políticos.

Lo dice el historiador platense Sergio Pujol (autor, entre otros, del libro "Canciones Argentinas 1910/2010, recientemente editado por Emecé/Planeta): "Lennon fue pionero en el surgimiento del happening, esa modalidad de intervención que recuerda a las actuales instalaciones artísticas o a la labor de los performers".

Algunos de los acontecimientos resonantes que coronaron sus años más combativos fueron el "bed-in" protagonizado con Yoko Ono en el Amsterdan Hilton, que consistió en una convocatoria a la prensa para que lo vieran en cama junto a su mujer en una singular protesta en favor de la paz. Ese acontecimiento es recordado periódicamente por sus fans y hasta en la actualidad una empresa de Liverpool ofrece tours para visitar la habitación que le sirvió de escenario.

John y Yoko consolidaron una pareja simbiótica y combativa, capaz de grabar discos poblados de ruidos, alaridos y silencios (Wedding Album), ilustrarlos con la foto de ambos desnudos en la portada, empapelar las principales ciudades del mundo con mensajes contra la guerra ("La guerra terminó si vos querés") o encerrarse en una bolsa o raparse en nombre de la paz.

Con todo, la pareja se separó a mediados de los años `70 y Lennon ingresó en una segunda adolescencia plagada de excesos que más tarde se dió en llamar "The Lost Week End" ("El fin de semana perdido"), reflejado en detalle en las páginas del libro "Loving John", escrito por su amante de entonces, la también japonesa May Pang. Allí se describen caóticas sesiones de grabación donde se gestaron álbumes como "Walls and Bridges" o "Rock`n`roll", signadas por el alcohol, las peleas y el escándalo.

Los años `80 encontraron a Lennon empezando de nuevo. Tras cinco años de silencio había retomado su relación con Yoko Ono y regresado a los estudios para grabar "Double Fantasy", un disco maduro donde reflejaba su vida de entonces que giraba en torno a la vida hogareña y la crianza de su hijo Sean. La última entrevista ofrecida a Andy Peebles para la BBC 48 horas antes de morir (Ultramar editores/1981) lo encontraba hiperactivo, filoso, lúdico y lleno de proyectos. Dos días después Mark David Chapman lo mataba frente a las puertas del hotel Dakota de Nueva York, donde Lennon vivía. Fueron siete balazos a sangre fría, sin más explicación que una caprichosa respuesta que el asesino desde entonces esgrimiría una y otra vez: buscaba fama.

Los siete disparos de Chapmann marcaron un antes y un después en la historia de la música popular a nivel mundial. Pero no lograron opacar la figura de un Lennon que, a su modo, sigue vivo. Y cuyo recuerdo brilla especialmente en estos días.


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