A 42 años de la epopeya de Old Trafford

El 16 de octubre de 1968 quedará marcado a fuego en la memoria de cada hincha pincharrata. Un día como hoy, pero hace 42 años, Estudiantes alcanzaba la cima del fútbol mundial al obtener la Copa Intercontinental. Claro que esta inolvidable gesta deportiva sigue perdurando con el paso del tiempo, porque aquel equipo albirrojo dirigido técnicamente por Osvaldo Juan Zubeldía -que marcó una época por su estilo en el fútbol argentino e internacional- se encargó de alzar el máximo trofeo de clubes en tierras inglesas y frente a Manchester United, que en ese momento contaba con la base del seleccionado de Inglaterra que dos años antes se había consagrado Campeón Mundial.

El estadio de Old Trafford se había convertido en una verdadera caldera. Había clima de guerra. Los miles de hinchas ingleses enfervorizados, que colmaron las gradas ante un puñado de simpatizantes albirrojos, ya se sentían campeones por el empate (1-1) que se había llevado Manchester United, en el partido de ida jugado en la Bombonera. No era para menos, ya que en su cancha el equipo británico era prácticamente imbatible. Y todo ese espíritu triunfalista afloraba desde cada uno de los rincones de las tribunas y era acompañado por un cántico hiriente hacia los jugadores de Estudiantes: "animal's, animal's, animal's...".

Claro que esos hinchas ingleses nunca se imaginaron que se iban a encontrar con un grupo de verdaderos gladiadores que eran infranqueables ante cualquier adversidad y que estaban mancomunados para lograr el objetivo principal: volver a nuestro país con la Copa. Con una camiseta blanca, con dos pequeñas rayas a bastones verticales rojos sobre costado izquierdo, saltaron a la cancha: Alberto Poletti; Oscar Malbernat, Ramón Aguirre Suárez, Raúl Madero, Hugo Medina; Carlos Salvador Bilardo, Carlos Pachamé, Néstor Togneri; Felipe Ribaudo (después ingresaría Juan Echecopar), Marcos Conigliaro y Juan Ramón Verón.

Enfrente estaban jugadores de la talla de Bobby Charlton y George Best, entre otras estrellas, que conformaban el equipo de Manchester. A todo esto, Estudiantes contaba con ese gran estratega, Osvaldo Zubeldía -acompañado y respaldado por un presidente de la magnitud de don Mariano Mangano-, que les inculcó a sus dirigidos: coraje, temple, una gran preparación táctica, física y anímica. "Jugaban con la mente, el tórax y el alma", siempre contaba el periodista Osvaldo Ardizzone. Y con el equilibrio y la concentración extraordinaria para manejar los tiempos del partido, una solidez defensiva inquebrantable, con variantes de jugadas pelota parada y las exquisiteces de la Bruja Verón sabía que podía hacerle daño a cualquier rival por más calificado que sea.

El gol no tardó en llegar -poco antes de los diez minutos- aprovechando, casualmente, una jugada de pelota parada. Con su zurda, Madero envió un milimétrico centro al área donde Verón le ganó en el salto a todos y con un cabezazo preciso puso el 1 a 0. El estadio enmudeció. De ahí en adelante, Estudiantes supo conservar el resultado con serenidad, frialdad y las atajadas formidables del Flaco Poletti. Las agujas del reloj corrían y Manchester recién pudo concretar el empate en tiempo de descuento por medio de Morgan -ya se habían ido expulsados el Beatle Best y el Tato Medina-, pero era tarde. El árbitro dio el pitazo final y Estudiantes conseguía la gloria dando una vez más esa muestra de la inconfundible mística Pincha, que pasó de generaciones en generaciones manteniéndose inquebrantable.