El país de duelo

La muerte del ex presidente de la República Néstor Kirchner provoca un fuerte impacto político e institucional en el país. No sólo era un ex Jefe de Estado; era -además- un líder en la plenitud de sus funciones. Presidente del Partido Justicialista y diputado nacional, Kirchner era un actor central de la política nacional. Por eso es que su prematura desaparición representa un cimbronazo en el escenario público de la Nación.

Frente a este dramático desenlace, cabe esperar de todo el arco político una actitud que esté a la altura de las circunstancias. Deben imperar la serenidad, la mesura, el respeto, la solidaridad y el acompañamiento de todos los actores con responsabilidad política e institucional. En ese sentido, cabe subrayar que las primeras reacciones de los principales líderes de oposición han ido en esta dirección.

Es hora de duelo en la política argentina. Por encima de toda diferencia y discrepancia, la dirigencia debe contribuir a que el país supere sin traumas ni sobresaltos el impacto de la penosa circunstancia.

Se da la particularidad, además, de que el líder fallecido era el esposo de la Presidenta de la Nación, lo que agrega una honda carga de dolor en la cima del Gobierno nacional. Esa circunstancia también obliga a quienes ejercen cargos de responsabilidad institucional a cerrar filas en el acompañamiento solidario a la jefa de Estado en este momento de duelo.

Deben ser destacadas, en este contexto, las actitudes asumidas en la jornada de ayer por los más encumbrados representantes de los otros dos Poderes del Estado -el Legislativo y el Judicial- así como por la máxima jerarquía de la Iglesia Católica y de otros credos religiosos.

El comportamiento asumido por los principales actores de la vida republicana habla de una actitud civilizada pero también de una importante madurez cívica en el país. Distinguir cuáles son las circunstancias en las que la legítima puja política debe ser dejada de lado para dar lugar a coincidencias y a gestos solidarios, es fundamental para consolidar la convivencia democrática en la Argentina.

La Historia será la encargada de juzgar el papel del ex presidente Kirchner en la vida política e institucional de la República. Para ello se necesita una perspectiva y una distancia que sólo aportará el tiempo. Se podrán hacer en estas horas evaluaciones y análisis que seguramente serán necesarios para comprender la significación de una muerte que -como se dijo- conmueve al país, y prever la evolución de los acontecimientos políticos en el corto y mediano plazo. Pero no es tiempo de aventurar juicios históricos y muchísimo menos de oportunismos ni de posicionamientos que actúen en menoscabo del respaldo institucional que las máximas autoridades del país deben recibir en estos momentos de todos los sectores de la comunidad y en particular de los espacios políticos con roles importantes.

Importa subrayar, en definitiva, que el momento de congoja y de dolor por la muerte de un ex Presidente democrático debe ser capitalizado en beneficio de la democracia, convirtiendo su despedida en la muestra de civilización, de respeto y de pluralismo que la Argentina se merece.