Mensajes de la vida extraterrestre

Hace unos días, la agencia espacial estadounidense anunció el descubrimiento, en un lago de California, de una nueva bacteria que puede crecer e incorporar arsénico en su ADN. Este hallazgo podría tener implicancias en las estrategias de búsqueda de vida extraterrestre que la humanidad viene llevando adelante. ¿Como es esto? Hasta ahora los biólogos pensaban que la vida requería sí o sí de la presencia de seis elementos químicos: carbono, hidrógeno, nitrógeno, oxígeno, fósforo y azufre. La bacteria hallada es capaz de sustituir completamente el fósforo con arsénico. El hallazgo muestra que nuestra búsqueda no debe soslayar otros mundos que no posean fósforo en su atmósfera. Así, los sitios del cosmos que serian capaces de albergar vida podrían ser más que los que suponíamos. En el pasado reciente hubo otros descubrimientos que hicieron crecer nuestras expectativas sobre la existencia de vida extraterrestre. En la Tierra, la vida es capaz de subsistir y desarrollarse en condiciones extremas. Sabemos hoy que hay organismos capaces de vivir a temperaturas bastante superiores a los 100 °C. Otros lo hacen en lagos congelados, que nunca superan los 20 grados bajo cero. También se han descubierto microorganismos que viven en ambientes extremadamente ácidos, o bajo niveles extremos de radiación ultravioleta, como los estromatolitos recientemente descubiertos en la puna salteña por un equipo de investigadores argentinos. Otras anomalías por el estilo no son improbables. En resumidas cuentas, el reciente hallazgo de los científicos norteamericanos abre nuevas posibilidades, y no es la primera, ni seguramente será la última vez, que debamos ampliar las fronteras de búsqueda. La forma en que fue hecho el anuncio en sí mismo merece también un párrafo aparte. Durante algunas horas, en los principales portales de Internet, se podía leer un título inquietante: "La NASA prepara anuncio sobre hallazgo de vida extraterrestre". La frase, lógicamente, desató un sinfín de especulaciones y se multiplicó en los medios masivos de comunicación. Poco tiempo después, cuando se hizo la presentación formal, se disipó el polvo que el mismo anuncio había levantado, y para los científicos poco quedó de toda la expectativa inicial. No obstante, la primera impresión es lo que aun persiste en la opinión pública. Y en países como el nuestro, no ajenos a una cierta fascinación por lo que proviene allende nuestras fronteras, la sola mención a la NASA en el título basta para convalidar la importancia de la noticia. Ejemplos abundan que deberían hacernos más cautelosos al titular un anuncio como el que fue lanzado la semana pasada. Baste mencionar que hace algunos años nos anunciaban el descubrimiento de huellas de vida en un meteorito de probable origen Marciano. Días después el anuncio fue virtualmente desmentido al no poder resistir el análisis de otros equipos de investigación. La ciencia es una herramienta de progreso, y también de poder. La lucha por los recursos, siempre escasos, lleva a una competencia feroz, y vemos que es cada vez más frecuente la utilización de estrategias de marketing como la que vimos la semana pasada. En el terreno de los recursos humanos, que son el patrimonio más valioso que tiene nuestro sistema científico, estas operaciones generan un grave problema, al cual debemos hacerle frente: actúan como verdaderos cantos de sirena induciendo a muchos de nuestros jóvenes estudiantes a tener como meta pertenecer al staff de algún reconocido centro científico de primer nivel, como la NASA, donde supuestamente podrán realizar hallazgos sorprendentes. Curiosamente, estos centros siempre están en otra parte.

(*) Astrónomo y decano de la Facultad de Ciencias Astronómicas y Geofísicas de la UNLP