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Recuerdos de la vieja escuela de periodistas

Por ALBERTO ALBERTENGO

Recuerdos de la vieja escuela de periodistas

Recuerdos de la vieja escuela de periodistas

19 de Abril de 2011 | 00:00

La Facultad de Periodismo y Comunicación Social ha estado por estos días en el centro de una polémica que -aunque no se agotará así nomás- convendría ir dejando de lado.

abre comillasEl cuerpo docente de los primeros años de aquella Escuela de Periodismo, ya gestionada por la Universidad, provino de las facultades de Humanidades, de Derecho, del Colegio Nacional y del Liceocierra comillas

Sin embargo, la vieja Escuela de Periodistas se merece un homenaje con intenciones reivindicatorias. Nacida hace 77 años por una iniciativa del hoy centenario Círculo de Periodistas, fue una de las primeras de Latinoamérica, y tenía como modesto objetivo inicial dictar cursos preparatorios -así se los llamaba- para quienes tuvieran intenciones de acercarse al periodismo.

El 27 de abril de 1934, trescientos aspirantes abarrotaron el salón destinado para la primera de las clases. Manuel Elizabe, el gran impulsor, dirigía el emprendimiento. Los cursos eran gratuitos y los docentes como los periodistas que exponían sus experiencias y redondeaban consejos, trabajaban ad honoren.

El sostenido crecimiento, la necesidad de espacio propio y de un cuerpo de enseñanza dedicado profesionalmente al tema, fueron los factores que llevaron años más tarde al Círculo, por un lado y la Universidad, por el otro, a coincidir en que era importante la integración de la Escuela como una unidad académica más de la Casa de Altos Estudios. (Y así se iba a decidir, aunque con un status especial ya que dependería directamente de la Rectoría y mantendría su condición de escuela. ¿Y para qué más?)

Fue recién en 1954 cuando el Consejo Superior de la Universidad resolvió a auspiciar el funcionamiento de la Escuela dentro del ámbito académico. Diversos factores, sin embargo, demoraron esta tratativa final. El último suceso fue el derrocamiento del peronismo en 1955.

En 1956, empero, se pudieron completar las gestiones y se estableció el plan de estudios.

En 1957, en el edificio de avenida 53 número 726, que había sido residencia del gobernador Guillermo Udaondo (1894-1898), comenzaron orgánicamente los cursos.

Tres años duraba la carrera, al final de la cual - para graduarse - los egresados debían presentar una tesis.

EL PRIMER GRADUADO

Una curiosidad, sobretodo por la resonante polémica a la que nos referimos al principio: ¿Saben, ustedes, quien fue el primer graduado de la Escuela de Periodismo ya universitaria? ¿No? No se preocupen, no tienen porqué saberlo.

Pero, a algún directivo de la actual facultad no le hubiera venido mal recordarlo, para darle un toque de realidad a la agitada premiación. El primer Licenciado en Periodismo recibido con su tesis aprobada en julio de 1960, fue un joven de 25 años, nacido en Caicara, estado de Monagas, Venezuela. Se llamaba Luis Eusebio Guevara Manosalva. Llegó a ser en su país un gran periodista, además de ensayista y escritor. Murió en 2004, a los 69 años. (¿De qué lado hubiera estado hoy Guevara Manosalva? Nosotros no lo dudamos: del lado de la libertad).

El segundo egresado en obtener el título, fue un argentino, Carlos Bustamante. Se dedicó fundamentalmente a los medios audiovisuales. La culminación de su vida profesional la logró al llegar a ser tanto director de Radio Provincia, como director de la Escuela de Periodismo.

PROFESORES Y PERIODISTAS

El cuerpo docente de los primeros años de aquella Escuela de Periodismo, ya gestionada por la Universidad, provino del ámbito de las facultades de Humanidades, de Derecho, del Colegio Nacional y del Liceo Víctor Mercante. Fuerte apoyatura académica para cubrir las materias que aportaban fundamento a la carrera.

Entre aquellos docentes estaban Josefina Passadori, escritora y autora de libros de Geografía por los que estudiaban los alumnos secundarios de la Provincia; Ligia Spina, profesora de los colegios de la UNLP; Sara Alí Jafella, integrante de la cátedra de Introducción a la Filosofía que era encabezada por Eugenio Pucciarelli y Narciso Pousa; Pedro Aznar, titular de Introducción a la Historia, exiliado antifranquista; y la profesora Donofrio, encargada de los trabajos de los alumnos de la cátedra de Introducción a la Literatura, cuyo titular era Raúl Castagnino y el adjunto Juan Carlos Ghiano, todos de la facultad de Humanidades.

Del Derecho procedían Ataúlfo Pérez Aznar, abogado, profesor y desde 1958 ministro de Educación durante la gobernación de Oscar Alende; Pedro Verde Tello, catedrático y político socialista (sufrió la cárcel por sus ideas), también escribió en los diarios El Día, El Argentino y La Voz del Interior, de Córdoba; el profesor Garay, y Manuel Trigo Viera, ambos destacados docentes universitarios y abogados.

En lo que respecta al ámbito de la enseñanza de lo específico, no se dudó: tendrían que dictar clases periodistas que trabajaran en los diarios para que trasmitieran su conocimiento y sus experiencias. Teoría y práctica; en síntesis, lógica y sentido común.

Y así se dispuso:

En el diario El Argentino escribían y fueron docentes en materias fundamentales Jordán, Basso y Jorge Calvo. De El Plata provenía su director, Efraín Burgos Márquez. De El Día, Marcos Aronín, Rodolfo Schelotto Sergio y Orfilio Calvo; y de La Nación, Miguel Ángel Escalante, corresponsal en jefe.

(Perdón a otros que quizá estuvieron y he olvidado).

¿Hasta cuándo la vieja Escuela de Periodistas mantuvo esta mezcla ecléctica de excelencia? No podría precisarlo con exactitud, pero el cambio comenzó hace mucho. Alrededor de 1963-64 -cuando gobernaba en el país Arturo Illia, a quien cuestionaban y lo iban a derrocar por su supuesta pasividad-, oportunistas de izquierda y de derecha ya la emprendían contra la prensa libre y la pluralidad, reclamando como una alternativa la militancia que coqueteaba con la violencia.

En realidad, la Universidad toda empezaba a dudar de las virtudes de la Reforma de 1917 con su respeto a la disidencia. Esto la iba a precipitar, no mucho después, a un sectarismo pendular y suicida.

Y así nos fue.


changoalbertengo@hotmail.com

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