Esther Arrastúa de Muñoz Duarte

Profundo pesar causó en distintos ámbitos sociales de la Ciudad el fallecimiento de Esther Francisca Arrastúa, quien se destacó en su labor vinculada a la docencia y la bibliotecología.

Hija de Catalina Pucciarelli y Nicasio Arrastúa, había nacido en Trenque Lauquen el 12 de mayo de 1929; tras recibirse de bachiller con excelentes notas en la escuela Normal de su ciudad natal, a los 16 años -junto a su hermano mayor Enrique- se mudó a La Plata para iniciar su vida universitaria en la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional de La Plata, donde se recibió de profesora de Filosofía y Letras y con posterioridad de Bibliotecaria.

Su carrera profesional se desarrolló en la docencia en diferentes instituciones de nuestra ciudad; trabajó en la biblioteca de la Provincia de Buenos Aires, en la que llegó a ser jefa del Instituto Bibliográfico. Fue una de las primeras bibliotecarias con formación universitaria en la Ciudad. Pero su gran pasión fue la dirección del Instituto Superior Número 8 de Bibliotecología y Museología, donde realizó una gestión que incluyó las carreras del Instituto Superior de Enseñanza Radiofónica (Iser).

Fue una directora querida por sus docentes y personal, a los cuales consideraba sus amigos; era ejecutiva, práctica, y le imprimía a las acciones su impronta personal, recuerdan quienes la conocieron y destacan además el mérito de saber armonizar eficiencia en la gestión con autoridad y una profunda humanidad.

Su gran obra fue la familia que construyó con el profesor Francisco Juan Muñoz Duarte (Paco), que dio como frutos sus dos hijos (Mercedes, profesora de historia y psicóloga, y Francisco, abogado), y cinco nietos (Roberto, Juan Francisco, Rosario, Francisco, Julieta.

Su círculo íntimo siempre la llamó "Pocha", y la reconoció como una madre y abuela abnegada y cálida, que supo crear en su casa de La Plata y en la ciudad de Tanti, provincia de Córdoba, un lugar de emotivos encuentros familiares.

Su hogar fue el lugar de reunión de muchos amigos, a los cuales consideró su familia y siempre les brindó todo su amor y solidaridad.

Fue sostenedora de todos, un apoyo en los buenos momentos y pilar en los malos, alegre, actualizada, tenía una visión positiva y esperanzadora de la vida, lo que hacía que su compañía sea cálida y agradable.

También se la describió como una ráfaga de aire sano y estimulante para todos los que tuvieron la posibilidad de conocerla.

Aseguran en su entorno que "Pocha" marcó profundamente el corazón de los que amó, por eso su ausencia será tan difícil de sobrellevar.