El tango no es el único que ayuda a curar y reír

Bailar es lindo y sanador. No sólo el tango alcanza ese rango. También los otros ritmos han reclamado su lugar en este nuevo universo de la danza terapéutica. Lo mejor es que antes estaba destinada a mejorarles la vida a los achacosos, pero ahora se ha descubierto que también a galenos y asistentes el bailongo les borra fatiga y preocupaciones.

La noticia es concreta: "médicos y enfermeros superan el síndrome del burnout (desgaste físico, mental y emocional) bailando tango, mientras los pacientes evitan las enfermedades cardiovasculares y el sedentarismo con sesiones de salsa y folklore en tres hospitales públicos bonaerenses que aplican la danza como terapia".

"Se trata del hospital San Roque de Gonnet, donde los profesionales (de los consultorios no de las milongas) bailan tango los lunes con el fin de relajarse y minimizar los síntomas del agotamiento laboral; el hospital Mariano y Luciano de la Vega de Moreno, donde los pacientes le dan al folklore; y el Servicio de Neumotisiología de Tandil, donde la salsa ayuda a obesos y cardíacos".

Lo del bailongo curativo es toda una estrategia que apunta a la vieja idea del abrazo reparador y la pausa festiva. Lo dice la médica patóloga Lorena Praderio, del hospital San Roque de Gonnet. Las clases de tango se pensaron "como un taller para el personal médico y administrativo para aliviar el stress y el burnout; se brindan los lunes y permite despejarse y seguir adelante, no sólo durante esa jornada sino durante el resto de la semana". Y explica que "al ser una danza en pareja y estar involucrado el abrazo y el contacto físico, pone en movimiento cuestiones emocionales que no salen en la vida cotidiana".

Pensar que ayer nomás el dos por cuatro invocaba padeceres varios para enjugar lágrimas de desamor y olvido. Pero hoy, gracias a estas nuevas aplicaciones, se le ha encontrado un lugarcito en el botiquín. La profe, embaladas por su fuerza sanadora, suben la apuesta: " en la vida de relación todo pasa por la corticalidad cerebral, pero al bailar eso desaparece y todo pasa a ser intuitivo e instintivo". Es decir, nada de andar pensando demasiado, lo mejor es dejar la corticalidad en el guardarropa y mandarse al bailongo para borrar algunos dolores y darle un empujón al optimismo. El Cachafaz y Virulazo jamás hubieran imaginado que para milonguear se iba a necesitar recetas.

¿Será tan eficaz? La laborterapia, los juegos, las clases de lo que sea, el movimiento grupal, todo apunta a engañar la soledad, ese compañero que a cierta altura de la vida abraza más que el mejor compañero. De eso se trata. De sentir el otro, aunque sea en tresminitos de tango. Como cantaba el gran Alberto Castillo: "Así se baila el tango/ mezclando el aliento/cerrando los ojos/ pa' escuchar mejor".

A los pata dura siempre le quedará la farmacia y la resignación.