Después de la aplanadora, Por Marisa Alvarez

El triunfo del oficialismo en la Provincia en las elecciones internas se pareció en su peso y sus efectos al paso de una aplanadora. El objetivo de la Casa Rosada de que Cristina obtuviera en este distrito una victoria que clausurara anticipadamente la discusión electoral se cumplió, con una cosecha de la Presidenta en territorio bonaerense que le otorgó tres puntos más que su promedio de todo el país, con el que quedó, además, a la impresionante distancia de 38 puntos sobre sus perseguidores, Ricardo Alfonsín y Eduardo Duhalde. Daniel Scioli ganó con no menos impresionantes diferencias las diversas batallas que le planteó este comicio, la interna con Mario Ishii, la pulseada con el otro candidato cristinista, Martín Sabbatella, y, sobre todo, la contienda con la oposición, a la que definió sacándole más de 30 puntos de distancia al segundo, Francisco De Narváez. En las elecciones por las candidaturas a intendente, el Frente para la Victoria y sus aliados se impusieron en 112 municipios; la Udeso de Alfonsín y De Narváez ganó en sólo 19; el duhaldismo en dos; el sabbatellismo en una y el Frente Amplio de Hermes Binner y Margarita Stolbizer también en una. El FpV se impuso, además, en las ocho secciones a través de las que se eligen legisladores provinciales.

La oposición, en todas sus variantes, todavía está tratando de recobrar el aliento. No hay sector que no acepte que las elecciones por los cargos ejecutivos en todos los niveles están perdidas, salvo en el puñado de comunas donde ganaron. Resignados, prometen dar en octubre la pelea por las bancas del Congreso nacional, la Legislatura y los Concejos Deliberantes. Por ahora, sin embargo, la pocas energías que quedan en esos espacios están siendo utilizadas para leves autocríticas y duros cuestionamientos a los adversarios de la misma oposición y aún a los propios socios electorales. Duhalde dice ahora que debería haber buscado un armado que nucleara al peronismo disidente. Stolbizer, que obtuvo apenas el 6,5% de los votos, acusa a Alfonsín de piantavotos, quizás porque escucha planteos de que se debería haber consolidado una alianza del socialismo, la UCR y su espacio. En la Udeso les quedó claro que armaron una sociedad que no funcionó; los radicales no votaron a De Narváez y los adherentes de De Narváez no votaron a Alfonsín; en susurros, los pases de facturas aún no se acallaron y los intendentes radicales que buscan la reelección se preparan para dar la batalla de octubre "sin" Alfonsín ni De Narváez. Pino Solanas, cuyo partido fue el único que no llegó al piso en ninguna categoría en la Provincia, todavía no paró de culpar a Binner por su catástrofe.

En semejante clima de broncas y desazón, llamativamente es el Frente Amplio el más entusiasmado tras la aplanadora de las primarias. Es un objetivo modesto, pasar del cuarto al segundo lugar en la carrera presidencial, aún cuando la brecha siga siendo de más de 30 puntos. Pero para ello deberá torcer el resultado en el territorio bonaerense, donde hace una semana obtuvo una escasa cosecha, con 2,5 puntos por debajo de su promedio nacional (7,8% contra 10,3%). El apenas 6,5% que obtuvo Stolbizer en la pelea por la Gobernación y las bajísimas perfomances de las listas de legisladores provinciales y de intendentes les auguran un camino arduo.

INTERNA SIN BOLETAS

Más allá de su extendida y comodísima victoria, el oficialismo, en tanto, jugó en estos comicios y en la Provincia una interna que no se reflejó en las boletas, a partir de un esquema que dio los resultados esperados por la Casa Rosada. Cristina obtuvo seis puntos más que Scioli, que debió compartir candidata presidencial con Ishii y Sabbatella, y el esquema de múltiples adversarios internos y colectoras les bajó drásticamente el techo a los intendentes peronistas en busca de la reelección. Más allá de un par de derrotados en su propia interna y de la situación de riesgo para octubre en que quedaron unos pocos, los jefes comunales del Conurbano irán, de cualquier modo, de paseo al comicio de octubre por una nítida razón: ningún opositor obtuvo en las primarias un porcentaje de votos que amague siquiera con hacerles sombra. Pero en el kirchnerismo puro miran otros números -los que dicen que esos intendentes cosecharon entre 10 y 20 puntos menos que la Presidenta y consiguieron niveles sensiblemente inferiores a sus registros históricos- y los leen como una buena base para su estrategia de generar una avanzada de "los jóvenes" -La Cámpora- y la dirigencia "progresista" -ultra K- sobre los jefes históricos del peronismo.

Por lo demás, el debut del sistema de primarias vino a mostrar que, como se preveía, sin verdaderas internas que dirimir en la mayoría de las categorías de cargos (la presidencial, la de gobernador, las de legisladores nacionales y provinciales), la elección resultó un anticipo fidedigno de la general. Claramente, en esas categorías la gente ya votó ahora lo mismo que votará en octubre, simplemente porque para ambos comicios la propuesta es la misma. Y aunque los candidatos a intendentes de varias fuerzas afrontaron internas en el Conurbano y algunos otros distritos, en varias decenas de municipios fueron a las primarias los candidatos "definitivos" de dos, tres o cuatro fuerzas clásicas, y resulta difícil imaginar porqué los vecinos de esas comunas votarían dentro de ocho semanas de manera distinta. La duda sobre el sentido y la utilidad de votar dos veces en dos meses con las mismas propuestas y los mismos candidatos, entonces, sigue en pie.