Logró saltar una etapa: pasa de primaria a la Universidad

Víctor Pallero (34) tenía una espina clavada desde los 13 años, cuando al terminar la primaria tuvo que dedicarse a trabajar. Ayer, al anotarse en la Universidad Nacional de La Plata, comenzó a sacársela. Es uno de los dos "mayores de 25 sin título secundario" que logró ingresar a la UNLP desde que esa posibilidad entró en vigencia en 1998. Ese año se aprobó una ordenanza que adaptó lo que, en ese sentido, dictaba la Ley de Educación Superior del '95 (ver aparte). Antes, este luchador de 25 de Mayo debió rendir una dura prueba de antecedentes, aptitudes y conocimientos. Antes atravesó en su vida momentos durísimos, signados por una pelea a brazo partido por los derechos de una hija discapacitada. Eso lo acercó a Derecho, facultad en la que iniciará sus estudios en 2012. Lo cierto es que Víctor se convirtió en la segunda persona en sortear ese difícil desafío, de casi 80 que lo intentaron en los últimos 13 años.

El primero en lograrlo fue Laureano Coronel en el 2008. Si las casualidades existen, cuando el joven oriundo de Saladillo aprobó las evaluaciones de rigor y se inscribió en la licenciatura en Filosofía tenía 34 años, la misma edad que hoy ostenta Víctor Pallero.

Luego de pasar por la secretaría de Asuntos Académicos de la UNLP, Víctor contó ayer que nunca llegó a pisar la escuela secundaria. "Ni bien finalicé el primario empecé a trabajar para ayudar en casa. Fui empleado de una despensa, de una panadería, apicultor", recordó, para señalar que "mis padres tenían la concepción de que la universidad era para privilegiados".

A los 19 años se casó. Hoy, separado, está a cargo de sus tres hijas. "Tienen 15, 13 y 11", dijo y añadió que "la del medio padece una discapacidad motriz, producto de una enfermedad muscular progresiva". Víctor encaró una lucha para adaptar las instalaciones de la escuela que duró 4 años y terminó con un amparo judicial y una denuncia por discriminación -que prosperó- ante el Inadi. También finalizó en la justicia su pelea por "los incumplimientos" de la obra social.

En esos días se unió a la ONG "Familias atrofia muscular espinal", y fundó una en su ciudad natal "por los derechos de los discapacitados".

UN LARGO CAMINO

"Todo ello empezó a vincularme al derecho", comentó, aunque lejos de su cabeza estaba la universidad. "Hasta que la vicedirectora académica de la escuela de mi hija fue la que me informó de esta posibilidad, e insistió mucho", sonríe. Fue así que inició el largo camino hacia la UNLP.

"Dudé bastante -admitió-. Pero finalmente, en junio, comencé a estudiar. Me prestaron un montón de libros en el Instituto Superior de Formación Docente y en la biblioteca de 25 de Mayo", agradeció. Después entró en contacto con los profesores de las distintas áreas del Colegio Nacional (donde se rinden los exámenes). "Me ayudaron muchísimo. Yo los veía una vez por semana, cuando traía a mi hija a tratamiento, pero luego nos comunicábamos por mail. Me contestaban al instante, incluso los domingos. No lo podía creer", dijo Víctor.

Llegaron las pruebas de Matemática, Lengua y Literatura, Geografía, Historia, Instrucción Cívica, Física, Química y Biología. "Me costó. Hacía 20 años que no encaraba un libro. Y alguna vez pensé en dejar", relató, para contar que estudió unas 5 horas diarias "sin contar la lectura de El Quijote, La Metamorfosis y un montón de clásicos".

El 7 de este mes rindió su último examen. Ya es alumno universitario. "Fue un sueño frustrado desde los 13 años hasta hoy, que empieza a concretarse. ¿Especializarme? Sí, en derechos de discapacitados", remató.