Geólogos y oceanógrafos en un combate por las playas

El océano Atlántico avanza un metro por año en algunos sectores de costa bonaerense, en un fenómeno que resulta ostensible en varios balnearios. Para decirlo en términos sencillos, el mar se está devorando a varias playas, indefensas frente a ese avance.

Hace al menos cuatro décadas que el geólogo platense Enrique Schnack, especializado en la parte costero-marina, protagoniza como científico una batalla, en la que por imperio del clima y, lamentablemente, la mano del hombre -en este último caso por realización de obras rígidas, actividades extractivas y urbanizaciones en la franja costera, entre otras intervenciones- se ve afectada gravemente la ribera atlántica. Las playas pierden arena, el mar empuja hacia la costa y gana espacio.

El mar avanza contra la costa atlántica bonaerense y todos los años le arrebata cientos de miles de metros cúbicos de arena. La reducción experimentada en muchas playas no es menor y amenaza con acelerarse si no se adoptan medidas en forma perentoria. La erosión tanto horizontal como vertical es severa y un informe encargado en 2007 por el gobierno provincial así lo reveló.

La situación se presenta especialmente crítica en varios balnearios del Partido de la Costa (Las Toninas, Mar del Tuyú, Santa Teresita y San Bernardo) -donde se registra un retroceso de la línea de costa del orden de un metro por año- y con sectores muy vulnerables en las áreas céntricas de Pinamar y Villa Gesell.

A su vez, el caso de Mar del Plata fue definido hace años por especialistas como el antiejemplo del manejo costero, con altísimos niveles de erosión derivados, fundamentalmente, de un crecimiento urbano muy poco planificado. Lo cierto es que Schnack, junto a científicos argentinos, con la colaboración de investigadores de Alemania, España y México, completaron un estudio que profundizó el conocimiento de las causas de la pérdida de arenas en el litoral marítimo bonaerense.

Geólogo graduado en la facultad de Ciencias Naturales y Museo de la Universidad Nacional de La Plata, profesor de la cátedra de Geología del Cuaternario, investigador de la CIC, fundador y ex director del Centro de Geología de Costas del Cuaternario, de la Universidad de Mar del Plata, Schnack tiene una infancia y una juventud ligadas a muy curiosos antecedentes futbolísticos.

Integró el seleccionado de fútbol del Euskal Echea y jugó en el Arsenal de Llavallol, donde tuvo como compañeros a dos que serían ídolos de Racing y Boca, Antonio Angelillo y Rubén Magdalena. Pero ya universitario, en 1962, conquista con el equipo del Museo el campeonato interfacultades de la UNLP.

Pero allí no termina su relación con el fútbol: "Con los años descubrí que mi tío abuelo, Benno Schnack, que era alemán, integró el equipo de Estudiantes de Buenos Aires que ganó el campeonato argentino en 1904. En ese equipo jugaban Jorge Newbery y un empresario Duhau, que luego fue ministro en la presidencia de Justo". Y antes de que le llegue la pregunta, ya la responde: "Soy hincha fervoroso de Estudiantes de La Plata".

Y sólo por hacer una variación brusca en la meteorología temática, el científico alude a la evolución del clima manejando períodos que sorprenden: "el cambio climático es un proceso permanente en la historia del planeta, pero además es especialmente importante desde la conformación de la vida compleja en la Tierra, hace unos 540 millones de años".

En cuanto a la incidencia del factor humano en la cuestión de las costas, Schnack sostiene que "la mano del hombre alteró gran parte de los procesos naturales que permiten la existencia de ciclos de erosión y acreción. En los últimos años el ancho de algunas playas en la costa atlántica bonaerense se ha reducido visiblemente. Al achicarse el espacio de amortiguación entre las olas y las construcciones costeras públicas y privadas, el efecto de las tormentas es más severo. Las consecuencias son evidentes, no sólo para los especialistas sino también para los tomadores de decisión y la comunidad en general", según advirtió en el informe presentado por el equipo de investigadores y personal técnico dirigido por él.

Estudia la historia evolutiva de las costas durante el Cuaternario -es decir, hace 2,6 millones de años- y los procesos actuales que afectan a la franja costera del Atlántico. Su especialidad lo ha llevado a que actualmente se desempeñe como responsable argentino por la UNLP de un proyecto de la Unión Europea sobre el "Análisis comparativo a escala continental de la vulnerabilidad costera", con repetidas visitas a universidades europeas, entre ellas la de Kiel, Alemania. Se desempeña ahora como investigador honorario de la CIC y el año pasado el Senado bonaerense lo distinguió con el Premio a la Trayectoria.

¿Cuál es el plan que proponen los científicos para devolverle arena a las playas e impedir que continúe en proceso erosivo?

"Esto se dijo ya hace varios años. Se habla de un plan piloto para el relleno de playas, a partir de los bancos arenosos sumergidos, existentes desde Punta Médanos hacia el sur. Estas áreas de préstamo servirían para las tres playas del Partido de la Costa, que no disponen de fuentes de arena submarina aptas. En cambio, Pinamar y Gesell cuentan con áreas de préstamo cercanas y compatibles".

¿Como se puede instrumentar ese plan?

"Lo que proponemos es un proyecto de dragado y refulado. Se estima un total de 750 mil metros cúbicos a distribuir entre las cinco localidades mencionadas, a lo largo de 1,5 km lineales de costa en cada caso. Se trata idealmente de un volumen de 1,5 km de largo, por 50 metros de ancho y 2 metros de alto. Una potente draga extraería arena del fondo del mar, de una profundidad entre 8 y 15 metros, a una distancia de la costa que garantice la no alteración de la topografía del fondo, para evitar cambios en la conformación de las olas. Esa arena sería inyectada mediante cañerías y vertida como relleno en las playas".

¿El aumento promedio de la temperatura global puede incidir sobre el avance del mar sobre la tierra?

"Está determinado que la temperatura media aumentó 0,6 grados durante el siglo pasado. Y las proyecciones sostienen que ese incremento será mayor a fines de este siglo, de casi 5 grados más, según el Panel Intergubernamental para el Cambio Climático. Esto significa, claro, un aumento del nivel del mar que algunas estimaciones hacen llegar a algo más de 30 centímetros para fines de este siglo. Esto producirá efectos visibles en la ribera argentina, desde el delta del Paraná hasta el litoral patagónico".

¿Cuáles podrían ser esos efectos?

"Desde luego, un aumento en la erosión de las playas, la inundación permanente de zonas bajas en Samborombón, la destrucción y desaparición de pantanos costeros debido a obras humanas. También habría problemas de intrusión salina en los acuíferos. Actualmente los científicos de la Autoridad del Agua y de universidades están estudiando la futura administración del recurso agua entre San Clemente y Mar Chiquita".

¿Son correctas las predicciones por el calentamiento global que suelen formularse con insistencia en los últimos tiempos?

"Hay que analizar bien eso. A ver, habría que advertir que uno de los ciclos determinantes de las glaciaciones es el cambio en la órbita terrestre, que sucede cada 100 mil años. Se sabe, por ejemplo, que hace 119 mil años se registró un súbito calentamiento climático y que se aceleró el ascenso del nivel del mar, como ocurre ahora".

¿Qué significa que en las playas se hagan obras rígidas y que contribuyan a la erosión?

"Son las obras de hormigón, de mampostería. Fíjese, en Villa Gesell hace unos años se construyeron pasarelas de madera, que dejan pasar la arena por debajo. Eso es muy bueno. Todas las obras humanas -por ejemplo las llamadas avenidas costaneras- que implicaron la desaparición de los médanos, causaron un daño enorme. El médano es un gran regulador y es el que impide la erosión de la arena. Hay que dejarlos estar".

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La madre de Schnack, Elisa Herrera, fue tenista y esgrimista de Estudiantes y como tal, tapa de El Gráfico en 1935. El hermano de su madre, Nolasco Antolín Herrera, jugó de número 11 en el Pincha y precedió en ese puesto al mitológico Payo Pelegrina. Schnack vive en City Bell desde hace más de un cuarto de siglo, junto a su mujer Lucrecia. Tienen dos hijos, Mariano y Sofía, y una nieta, Luisa Margarita. Su vida se divide hoy entre la familia, una conocida confitería de la calle Cantilo donde se reúne con amigos, los libros científicos y los viajes de trabajo dentro del país y hacia el exterior.