Una decisión que desnuda la disputa en el oficialismo

Por JOSE PICON

Habría que remontarse varias décadas para rastrear una situación similar. Ni siquiera ocurrió en plena crisis de 2001, cuando la Argentina naufragaba y la provincia de Buenos Aires la acompañaba en ese destino trágico. La decisión del gobierno bonaerense de pagar en cuotas el aguinaldo es un hecho que quedará grabado en la memoria y que desnuda, además de la crónica y deficitaria situación financiera del principal distrito del país, un quiebre en la desgastada relación política de Daniel Scioli con la Casa Rosada.

El peor de los escenarios imaginado en la Gobernación bonaerense se terminó haciendo realidad: fiel a su estilo, el kirchnerismo resolvió cobrarle a Scioli, en forma impiadosa y sin anestesia, los gestos de autonomía que el mandatario vino exhibiendo en los últimos meses.

Su acercamiento con Hugo Moyano, los contactos con peronistas críticos y, fundamentalmente, el blanqueo de sus aspiraciones presidenciales, fueron demasiados desafíos juntos a la lógica de manejo del poder a que acostumbra el universo K.

El retaceo de fondos fue, interpretan tanto usinas sciolistas como cercanas a la Casa Rosada, un mensaje fácilmente decodificable. No hay doble lecturas posibles para esa apertura parcial del flujo de fondos que ordenó la Presidenta y que expuso a Scioli a pagar el alto costo político de tener que adoptar una medida con pocos precedentes en la Provincia y que impacta en el hogar de 550 mil empleados estatales, docentes y policías.

La Provincia necesitaba 2.200 millones de pesos para pagar el aguinaldo y recibió apenas 1.000 millones. Si otras cajas a las que recurrir -ya había agotado diversas fuentes para financiarse con el propósito de pagar los sueldos en término- el aguinaldo quedó atrapado sin remedio en un enorme cajero automático carente de efectivo.

“Han roto un acuerdo histórico por el que la Nación va en ayuda de la Provincia para cumplir con el cronograma salarial”, era la queja que se escuchaba en encumbrados despachos de la Gobernación. “Ocurrió con Duhalde, con Ruckauf y con Solá. También con nosotros en los primeros cuatro años de gestión”, agregaban.

Pero el quiebre que se produjo con el anuncio del ministro de Economía Hernán Lorenzino la semana pasada, fue el corolario de un proceso que había arrancado en enero. Quienes manejan los números de la Provincia aseguran que el año pasado llegaron a las arcas bonaerenses alrededor de 800 millones de pesos por mes. Y en lo que va del año, contabilizando el auxilio de 1.000 millones que acaba de anunciarse, el total de lo ingresado es de apenas 1.600 millones de pesos.

¿Es el retaceo de fondos nacionales el único elemento que contribuyó a que Scioli debiera postergar el pago del aguinaldo? En esa decisión habría que anotar además cuestiones vinculadas a la propia administración provincial.

La Provincia tenía prevista la emisión de un bono en el exterior por 1.000 millones de dólares que se vio impedida de concretar producto de la crisis europea que disparó las tasas de interés que los mercados piden por estos préstamos.

Esa ingeniería financiera que se volvió impracticable por el momento, terminó ahondando la falta de recursos y puso en tela de juicio el diagnóstico realizado por algunos miembros del gabinete provincial cuando se trazó el Presupuesto 2012 y los problemas en Europa ya estaban en escena. Dicen que Scioli estaría molesto con ese error de proyección que le agregó a la Provincia una mayor dosis de dependencia del poder central.

NO CONFRONTAR

Aún en ese escenario de rispideces, Scioli bajó la orden a su equipo: no confrontar directamente con la Presidenta. Lógico: necesita cerca de 400 millones de pesos por mes para pagar sueldos de acá a fin de año.

Sí, en cambio, se montará una estrategia defensiva consistente en exhibir los números de la Provincia en busca de demostrar que el pago diferido del aguinaldo no respondería a un problema de gestión como planteó la propia Cristina Kirchner, sino a la pérdida histórica de fondos que soporta el distrito.

“Vamos a marcar diferencias pero recordando que estamos dentro del proyecto nacional”, dicen en el sciolismo. Esa estrategia terminó desautorizando una movida en ciernes: la posible ruptura del bloque de senadores bonaerenses que piloteaba un sector de La Juan Domingo como respuesta a los embates al gobierno del vicegobernador Mariotto.

La Rosada, en tanto, empezó a mover otras fichas en busca de aislar al mandatario: volvió a atenderle el teléfono a los intendentes del Conurbano. Un jefe comunal que venia coqueteando con Scioli y que se veía en figurillas para juntar el dinero para pagar sueldo y aguinaldo, recibió un llamado y los fondos necesarios para evitar sobresaltos.

No es más que otra señal del nivel que está alcanzando la pelea política en el oficialismo.