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Revista Domingo |TURISMO

Bakú, la perla del Mar Caspio

Una moderna ciudad en la que se mezclan el encanto de Oriente con la pujanza de una urbe que crece de manera impetuosa gracias al petróleo

Bakú, la perla  del Mar Caspio

Bakú, la perla del Mar Caspio

12 de Agosto de 2012 | 00:00

Bakú, ciudad de poco más de 2 millones de habitantes, está vinculada al hidrocarburo que ha sido una de las principales fuentes de energía mundial de los últimos decenios.

En los suburbios de Bakú, los brazos metálicos de las bombas extractoras, algunas de las cuales datan de los años 30 del siglo pasado, se mueven acompasados e incansables para arrancar la riqueza negra de yacimientos que se encuentran prácticamente a ras del suelo. Literalmente, el petróleo mana.

Y no sólo en tierra: las torres de extracción se adentran profundamente en las aguas del Mar Caspio, que baña la ciudad y cuyo fondo alberga ingentes reservas de petróleo, el combustible que le ha permitido a Azerbaiyán alcanzar cotas increíbles de crecimiento, como cuando hace cinco años, en 2007, su Producto Interior Bruto se incrementó en el 26 por ciento.

La presencia de los hermanos Nobel en la capital azerbaiyana, echada al olvido en tiempos soviéticos, ha sido rescatada por las autoridades del Azerbaiyán independiente, que restauraron en todo su esplendor la residencia que ocupaban cuando trabajaban en Bakú y conocida como Villa Petrolea.

En el último decenio, en la capital azerbaiyana no sólo han crecido cientos de modernos edificios de viviendas y oficinas, sino que han sido restaurados sus monumentos arquitectónicos, muchos de ellos erigidos durante el primer “boom” del oro negro, cuando Bakú se convirtió en un centro industrial y ahora también turístico.

Fortaleza

Especial hincapié se ha puesto en la conservación de la fortaleza Icheri Sheher (Ciudad Vieja), tras cuyas murallas almenadas vivía el Bakú medieval. De esa “semilla” nació la gran ciudad.

La fortaleza está coronada por la Torre de la Moza, cuya silueta es el símbolo eterno de la ciudad, como lo es la catedral Notre Dame para París. La Torre, construida en el siglo XII, aunque hay quienes sostienen que fue erigida mucho antes, guarda muchos secretos: el principal de ellos es el fin por el que fue construida.

Para algunos, el singular monumento es un observatorio astronómico; para otros, un templo. Hay quienes sostienen que se trata de una mera fortificación y no faltan tampoco las versiones esotéricas, que alimentan innumerables leyendas, tanto sobre la torre como acerca del origen de su nombre.

Para muchos, pasear por Icheri Sheher es como penetrar en los secretos de la historia, pues cada piedra de la Ciudad Vieja ha sido pulida por los vientos Xazri y Gilavar (Norte y Sur).

Los vientos

Bakú también es conocida como la ciudad de los vientos. Algunos científicos aseguran que la etimología de su nombre proviene del persa antiguo “badkuve”, que significa “golpe de viento”. Otros, en cambio, consideran que tiene su origen en el zoroastrismo y que viene de la palabra “baga”, con la que una serie de lenguas antiguas designan al sol.

En tiempos remotos, Bakú fue un lugar de peregrinaje para los adoradores del fuego. Hasta el día de hoy en las afueras de la capital, junto a la localidad de Surajaná, sigue ardiendo la llama en el templo de los adoradores del fuego “Ateshgiah”. Tampoco faltan junto a la ciudad fenómenos naturales únicos en su género, como Yanar-dar, la montaña ardiente, que permanentemente escupe fuego.

El crecimiento económico de los últimos años no sólo ha disparado el sector inmobiliario, sino también ha ayudado a restaurar y embellecer la ciudad.

El boulevard de la marina, a lo largo de la herradura de la bahía de Bakú, ha cambiado hasta lo indecible, pero también conserva instalaciones y edificios que son parte de la historia del malecón, como el Teatro de Muñecos, los restaurantes “Zhemhúzhina” y “Sahil”, así como la vieja torre para lanzamientos en paracaídas.

El Ayuntamiento planea extender el boulevard en ambas direcciones de la bahía y muy pronto llegará hasta su extremo suroriental, donde se extiende la Plaza de la Bandera. Allí ondea la enseña nacional azerbaiyana en el asta más alta del mundo: 162 metros. La bandera misma, que pesa 350 kilogramos, mide 35 metros de ancho por 70 de largo.

El Caspio

El Caspio no es sólo el tesoro de Bakú y de todo Azerbaiyán por las ingentes reservas de gas, petróleo y recursos pesqueros que alberga, sino también una fuente de salud para sus habitantes: las playas de arena de la península de Apsherón, donde se encuentra la capital, son el lugar de descanso predilecto de los bakuenses.

El mar, cómo no, también influye en el espíritu y la cultura de sus habitantes. Las olas del Caspio, que se acercan sigilosas a la orilla cuando no hay viento y que la azotan sin piedad en horas de tormenta, han inspirado durante siglos a poetas, pintores y músicos.

Especial hincapié se ha puesto en la conservación de la fortaleza Icheri Sheher (Ciudad Vieja), tras cuyas murallas almenadas vivía el Bakú medieval. De esa “semilla” nació la gran ciudad

No hay bakuense que no esté enamorado de su ciudad y del Caspio, que junto con la parte antigua de la capital le imprimen a Bakú su colorido irrepetible que hace que la gente que alguna vez la ha visitado vuelva sin falta.

Casas de te

Uno de los atributos sin el cual Bakú no sería Bakú son las casas de té.

El té es la bebida favorita de los habitantes de la capital. En invierno, reconforta y ayuda a combatir el frío; en verano, no hay mejor refresco para quitar la sed. El té se sirve en unos vasos especiales llamados “armuda”. Gracias a que son periformes, la infusión se enfría muy lentamente, lo que permite disfrutar de ella sin prisas. Los habitantes de Bakú se pasan horas en las casas de té, que son el lugar de reunión predilecto. Generalmente, esta bebida se acompaña con dulces orientales.

Gastronomia

Como toda cocina oriental, la azerbaiyana ofrece una gran variedad. Pero el “shah” (rey) de todos los platos nacionales es el arroz con “gara”, que es carne, como regla, estofada con hierbas o con castañas y frutos secos (albaricoques, uvas y ciruelas pasas).

Otros de los atractivos de Bakú es su ritmo apacible, que invita a caminar por la ciudad. Además del boulevard de la marina, los peatones son amos y señores de la Plaza de las Fuentes y la calle Nizamí, que los habitantes continúan llamando Comercio, nombre que tenía hasta la instauración del poder de los Sóviets, en 1920. En su reconstrucción, los arquitectos velaron por que cada fuente, cada farola, cada banco y cada nuevo detalle se incorporara orgánicamente en el conjunto que conforman los magníficos edificios construidos a fines del siglo XIX y comienzos del XX, monumentos arquitectónicos de los más variados estilos.

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