Dos de cada tres nenes de 3 años no logran acceder al sistema preescolar

Mientras hace apenas unos días se supo que en nuestra región el 50% de los chicos no termina el colegio secundario, las señales de una crisis en el sistema educativo vienen ahora de la educación preescolar, a la que los expertos consideran clave para un buen desarrollo posterior en los niveles primarios y secundarios. Según un trabajo elaborado por el Instituto para el Desarrollo Social Argentino (Idesa) en base a datos tomados de la encuesta permanente de hogares del Indec, en nuestro país dos de cada tres niños de 3 años no acceden a la educación inicial. En La Plata, según los números oficiales, los chicos de esa edad que no entran al sistema preescolar rondan casi el 40 por ciento.

“En la Argentina la cobertura del nivel inicial es muy baja -señala el informe de Idesa-, especialmente entre los hogares pobres. Se trata de un fenómeno muy negativo que está asociado fundamentalmente a graves fallas de gestión y de priorización en la asignación de los recursos públicos”.

La educación inicial o preescolar, según los expertos, tiene impactos muy positivos en el desempeño educativo de los alumnos en la primaria y la secundaria. Las evidencias internacionales muestran que la entrada temprana al sistema educativo ayuda a que los niños desarrollen una mayor capacidad cognoscitiva. Según datos de la evaluación PISA de la OECD, que mide capacidades de matemática y lectura en jóvenes de 15 años, surge que aquellos jóvenes que asistieron al preescolar, cuando tuvieron 3 y 4 años, muestran diferencias significativas en los resultados educativos con los que no asistieron a preescolar. Las diferencias son grandes. Por ejemplo, en Francia, Suiza, Bélgica y Alemania se observa que los jóvenes que asistieron a preescolar obtienen entre 40 y 60 puntos más que los que jóvenes que no asistieron.

las cifras

A nivel nacional, las últimas cifras aportadas por la encuesta permanente de hogares del Indec revelan el 67,92% de los nenes de 3 años no asisten al preescolar, al tiempo que ese porcentaje baja al 27,41% cuando se mide a los chicos de 4 años. En los principales centros urbanos de la provincia de Buenos Aires, según los números oficiales, los chicos de 3 años que no acceden a la educación inicial llegan al 51,93%, en tanto que en el Gran La Plata ese porcentaje alcanza el 38,89%.

El estudio de Idesa también revela que estas carencias del sistema preescolar están vinculadas directamente con cuestiones socioeconómicas. Al tomar los hogares más pobres, los datos registrados por el Indec revelan que el 81% de los niños con 3 años no asiste a preescolar y el 42% de los niños con 4 años tampoco. Entre los niños de los hogares de mayores ingresos, en tanto, sólo el 32% de los que tienen 3 años no asiste y el 17% de los que tienen 4 años no asiste a preescolar.

“Estos datos ponen en evidencia que las fallas del sistema educativo comienzan en edades muy tempranas -dicen los hacedores del trabajo-. Dos tercios de los niños de 3 años de edad no asiste al preescolar y poco menos de un tercio de los niños de 4 años tampoco lo hace. La baja concurrencia a la educación inicial es particularmente severa entre los niños de los hogares más pobres: 8 de cada 10 niños de 3 años y prácticamente la mitad de los que tienen 4 años que integran hogares pobres no están escolarizados”.

Según Unicef (Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia), “a la edad de tres años, el 81,7% de los niños argentinos del estrato más rico accede a jardines de infantes, en tanto que sólo el 17,7% de los niños más pobres lo hace. Esta tendencia se mantiene a los cuatro años (accede el 93,8% de los niños de clase media y alta y sólo el 40% de los chicos pobres), edad en la cual la conveniencia del aprestamiento para el aprendizaje es considerada de enorme valor para la escolarización futura”.

Al margen de las cifras que maneja Unicef o las tomadas por el propio Indec, hasta no hace mucho el ministerio de Educación de la Nación estimaba en casi un millón los chicos de entre 3 y 4 años que están afuera del jardín de infantes. Son cuatro de cada diez chicos. En el norte del país se sufre más. Es una deuda social que, con similitudes que ya no sorprenden, le copia los rasgos al mapa de la pobreza.

En Argentina, la sala de 5 años es la única obligatoria por la Ley Federal de Educación. Si bien las salas de tres y cuatro años no son obligatorias, como se dijo resultan fundamentales para el buen comienzo de la vida de los niños. Forman el primer trampolín de la educación y es en ese espacio, coinciden los expertos, donde los nenes aprenden valores solidarios y hábitos saludables de higiene y alimentación; comienzan a expresar emociones, sentimientos e ideas y a intercambiar opiniones, algo fundamental para reconocer al otro.

a largo alcance

Como se dijo, la no concurrencia a la educación preescolar tiene impactos negativos de largo alcance. “Es altamente factible que sea uno de los factores que explican que los adolescentes argentinos cuando llegan a los 15 años muestran grandes dificultades para leer y entender un texto y severas limitaciones en matemáticas”, dicen en Idesa.

De acuerdo a un informe conjunto de la Comisión Económica para América Latina (Cepal) y la Unesco, la magra educación preescolar en América latina genera enormes costos a los países de la región, que se expresan en brechas políticas, sanitarias y sociales de largo plazo de los sectores más pobres.

“Lo importante es entender que los niños que no acceden a esta educación tienen una menor capacidad de aprendizaje toda su vida”, se apunta desde la Cepal. Según ese organismo, la crisis en la educación inicial -que mantiene a unos diez millones de niños sin educación preescolar en América latina- obliga además a pensar en mejorar la calidad y la eficacia de la educación preprimaria.

La Unesco considera “claramente demostrado” que los programas de educación preescolar “suelen ejercer una influencia positiva en los niños”. Según su informe de Seguimiento de la Educación para Todos en el Mundo, “un niño que se desarrolla bien física, mental, social y emocionalmente en los primeros años de su vida tendrá más probabilidades de ser un miembro feliz y productivo de la sociedad”.

Según la Convención sobre los Derechos del Niño, que en la Argentina es ley, todos los chicos deben contar con facilidades y oportunidades para que puedan desarrollarse “hasta el máximo de sus potencialidades”.

“Para que los jóvenes tengan oportunidades de progreso -se sostiene en Idesa- es fundamental universalizar la educación preescolar, mejorar sustancialmente la calidad de la educación básica, e incorporar trayectos educativos vocacionales en la educación media. Para esto se necesitan más recursos. Pero fundamentalmente una transformación profunda en la organización y en los estilos de gestión de todo el sector público”.

otros tiempos

El rol y el espacio del jardín de infantes fue cambiando en nuestro país a lo largo de la historia. A mediados de la década del cuarenta, cuando asumió la presidencia Juan Domingo Perón, el jardín era una institución no muy concurrida. Entre 1946 y 1955, sin embargo, se extendió su alcance y se llegó, en el caso por ejemplo de la provincia de Buenos Aires, a que todas las salas del preescolar fueran obligatorias por la Ley 5096, actualmente sin vigor.

En los años noventa el jardín recobró cierto impulso, pero la falta de controles sobre la oferta de servicios educativos generó un modelo desigual y fragmentado que aún hoy perdura y que, como si se tratara de dos mundos distintos, divide a los chicos que ya tienen incorporadas nociones de computación e inglés y a los que, como protagonistas de una brecha social cada día más grande, sólo van a la salita del jardín para tener un plato de comida.

Que lo diga, sino, Yanina, una madre de 7 hijos que ve al jardín de infantes como la única posibilidad para darle de comer a sus hijos. Desde su casilla levantada en 90 entre 21 y 22, ella asegura que si no fuera por el sistema preescolar no podría alimentar a sus hijos. ¿Computación? ¿Inglés? En esa barriada de Altos de San Lorenzo, donde la mayoría de los chicos concurren al jardín público de la Escuela Nº 40, esos conceptos parecen sacados ya no de otra clase social, sino de otro mundo que, al menos para ellos, parece cada día más ajeno, desconocido y lejano.

En la actualidad, se calcula que el 70% de los jardines de infantes en Argentina son públicos y el resto, privados. Uno de los grandes problemas, señalan varios expertos en educación inicial, es que cuando hicieron obligatoria la sala de cinco años, algunas provincias tomaron el camino más corto y cerraron varias salas para chicos de tres y cuatro años que estaban funcionando. Políticas desacertadas. Injustas. Desiguales. Muchas de sus peores consecuencias, está a la vista, los más chicos las siguen pagando.