Quisieron trasladar a choferes y volvió la tensión a Educación

Cuando no habían pasado 24 horas desde que los trabajadores de la dirección general de Educación decidieron levantar la toma de la sede de esa cartera, ayer por la tarde se generó un conflicto con los choferes que derivó en una breve ocupación del estacionamiento del edificio por parte de casi 300 empleados. El episodio se desató cuando un chofer se encontró con personal de una empresa remodelando la sala que ocupan sobre 56 entre 13 y 14 para convertirla en “una garita policial”, se aseguró (ver aparte).

De inmediato, el chofer en cuestión, Raúl Sagarra, llamó a sus compañeros y a los delegados del sector automotores de la dirección de Escuelas, quienes se hicieron presentes en el lugar y lograron frenar la obra y un compromiso -acta mediante- del director de Servicios Generales, Roberto Soulé, de parar los trabajos y que el despacho se continúe utilizando como sala de choferes.

Los hechos dispararon una rápida e inesperada concentración.

Y es que el clima entre los trabajadores autoconvocados no había quedado “calmo” tras el acta que firmaron el viernes los representantes gremiales con la titular del área educativa provincial, Nora De Lucía.

El acuerdo, por el cual el Gobierno se comprometió a abonar las horas extras y los viáticos de septiembre “utilizando las mismas pautas del mes de agosto” y en la conformación de una mesa mixta para revisar el reparto de esos adicionales, no dejó conformes a muchos empleados.

EL ROL DE LAS REDES SOCIALES

En la víspera volvió a ponerse de manifiesto el poder de las redes sociales. En pocos minutos, unos trescientos trabajadores autoconvocados por esa vía se hicieron presentes en el lugar, e incluso colgaron varias banderas sobre 56.

Adentro, los delegados gremiales negociaban con el director de Servicios Generales que el cese de la obra quedase rubricado en un acta.

Afuera, si bien la mayoría apelaba a la calma, no pocos abogaban por la toma y opinaban a viva voz que “De Lucía firmó el acta (del viernes) y ahora viene por todo. Nos mintieron”, se escuchó, palabra más o menos.

El momento de mayor tensión se vivió cuando el candado de los portones “se rompió”.

Del otro lado había varios policías. “Entremos”, decían algunos. “No compañeros, con la violencia no. Eso es lo que ellos quieren”, respondían otros.

Pero cuando nadie lo esperaba, un grupo comenzó a empujar las rejas y a forcejear con los policías. Había muchas mujeres detrás de ese grupo. Algunas con niños y hasta bebés. La policía cedió y los que apostaron por la fuerza ingresaron a la playa de estacionamiento. El resto lo hizo de a poco, casi dudando.

“Que se vayan todos, que no quede ni uno solo”, empezaron a cantar los trabajadores.

MARCHA ATRAS Y GUARDIAS

Poco después, el responsable de Servicios Generales de la cartera educativa comenzó a leer el acta.

En el escrito se comprometió a “discontinuar” los trabajos de reforma de la sala de choferes.

Al mismo tiempo se dejó constancia de que seguirá funcionando como “hasta el viernes” pasado. Es decir que no habrá garita policial y que la dependencia -que según contaron los choferes funciona allí “hace 70 años”- no será trasladada a 22 y 64. Finalmente se decidió realizar guardias cada 3 horas por parte de los propios trabajadores “para que no haya sorpresas hasta el martes”, dijeron.