El lenguaje de las fotos

Aunque le han generado algunos de sus conflictos más agudos en la siempre tensa interna del oficialismo -como la minicrisis que abrió en ese espacio aquella imagen que lo mostró jugando al fútbol con Mauricio Macri o la más reciente con Hugo Moyano-, la pasión de Daniel Scioli por las fotos se mantiene inalterada.

Los despachos de la Gobernación, su casa y en particular su ámbito más querido, el quincho de La Ñata al que los demás le dicen “el Museo de Scioli”, reflejan en abundancia esa vocación. Le fascinan las fotos con artistas de todos los rubros, deportistas y famosos en general. Imágenes que consolidan los recuerdos.

Pero para Scioli las fotos sirven también, y fundamentalmente, para transmitir. Una imagen en la que se lo veía con una remera que decía “abuelo” fue, por caso, el modo que eligió para contar que viene en camino su primer nieto.

UN ARMA DEL GOBERNADOR

Es que el Gobernador se ha convertido en un ferviente adherente del lenguaje de las señas, con las fotos como el elemento de la comunicación. Y esencialmente, como instrumento de comunicación política. Un lenguaje con el que se siente cómodo. Lo usa tanto para enviar un mensaje cargado de intencionada ambigüedad, como para transmitir un posicionamiento con total contundencia. Para mostrar su “capacidad de diálogo y consenso” o su malestar con alguna situación.

Es, ciertamente, un lenguaje cómodo. Genera interpretaciones de las que se tendrán que hacer cargo los que las expresen y no necesariamente el fotografiado.

IMAGENES DE UN INTENDENTE

Por todo esto, parece cierto que, como sostienen cerca de Sergio Massa, fue el Gobernador quien “buscó” la foto que los mostró juntos el viernes en un acto en San Nicolás.

De cualquier modo, no es Massa un político que desdeñe las fotos. Por el contrario, también cree firmemente en su valor como lenguaje. También le gustan las fotos con famosos, en especial deportistas. Y las “imágenes políticas”, desde ya. La diferencia es que Massa parece ser más “selectivo” y difiere en criterios de asiduidad de uso del recurso.

Por eso, aunque haya sido Scioli quien, eventualmente, propuso la foto, no fue Massa un hombre sorprendido por los flashes en la tarde nicoleña.

El operativo acordado entre funcionarios del uno y el otro fue estrictamente ése: una foto que los mostrara juntos. De hecho, no aprovecharon la oportunidad para reunirse y hablar a solas, aunque tal vez no lo necesitaran porque lo vienen haciendo con más frecuencia de la que se conoce. Fue una imagen cuidadosamente planificada. Los mostró en un acto institucional -el corte de cintas de una muestra- y acompañados por otros intendentes.

Scioli y Massa ya perdieron la cuenta de las fotos en que han aparecido juntos. Y no debe haber en política imagen más natural -e intrascendente- que la que reúna a un gobernador con un intendente, sobre todo del mismo signo político.

Pero el objetivo, esta vez, fue ponerle imagen a la especulación en alza que tiende a reunir a Scioli y Massa como una “dupla” política.

EN EL CENTRO DE LAS MIRADAS

El Gobernador y el intendente de Tigre son estos tiempos los dos dirigentes más “mirados” del ancho y complejo universo peronista, los que están adentro, los críticos que aún no se fueron y los que ya militan en la disidencia formal. Y también, desde otra perspectiva por la dirigencia opositora, que presume que no sería para ella inocua una sociedad entre los dos referentes que cosechan en la sociedad los más altos niveles de imagen positiva.

Parece claro que Scioli y Massa quisieron aportarle una imagen a las extendidas conjeturas que los ubican “juntos” en el paisaje de las elecciones legislativas del año que viene, en un posicionamiento “diferenciado” del núcleo duro del oficialismo, el kirchnerismo-cristinismo.

LEJOS DE LAS DECISIONES

Es cierto que sus operadores vienen hablando de “jugar juntos”. Ambos alientan objetivos electorales fuertes. Scioli, lo ha dicho, quiere ser candidato presidencial en 2015. A Massa “todo el mundo” lo ubica como candidato a gobernador, aunque la opción presidencial figure también en sus objetivos secretos. Y ambos saben que no serán los elegidos del núcleo duro del oficialismo para esas carreras. Aunque puedan ser “tentados” para permanecer en el espacio en el 2013. Saben también que el resultado de la pelea sería mucho más incierto si la dieran separados o enfrentados.

Pero por ahora evaluar “la posibilidad” de “jugar juntos” es el máximo avance. Para todo lo demás no hay definiciones, no ya para una eventual sociedad sino a nivel individual.

En el sciolismo, hay quienes sostienen que el único camino es “la diferenciación” que, por lo tanto, debería marcarse ya en el 2013. Otros creen que Scioli podría ser el “candidato natural” del 2015 de un peronismo que ya no será dominado por el ultrakirchnerismo, sin necesidad de rupturas “personales”. Cerca de Massa están más cerca de la convicción de que sería un error no plantearse ya el año que viene como una alternativa distinta, pero tampoco hay estrategias definidas.

Mientras tanto, la relación entre Scioli y Massa no es simple ni fácil. Signada por una fuerte desconfianza -o si se quiere, falta de confianza- ha encontrado hasta ahora, a partir de los roles institucionales de cada uno, frecuentes motivos de controversia, sobre todo en la medida que el hombre de Tigre apunta a representar crecientemente los reclamos de los intendentes frente a las políticas de la Gobernación vinculadas a los municipios. Y cada uno “construye” por su lado. Scioli estrenó agrupación propia y Massa camina la Provincia a ritmo febril desde hace algunas semanas, en busca de liderar una informal “liga de intendentes”. Pero en el medio, se sacaron una foto que, como mensaje político, no es poco.