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Información General |SEMBLANZA PLATENSE DE ALFRED WEGENER

La deriva de los continentes, un hallazgo que cumple cien años

Hace un siglo comenzaba a gestarse una idea que revolucionaría por completo a la geología

29 de Noviembre de 2012 | 00:00

Aunque hoy resulta para muchos algo obvio, la idea de que los continentes se mueven y de que alguna vez formaron una sola masa continental constituyó en su momento toda una revolución. Tanto es así que pasaron muchos años antes de que el hallazgo llegara a ser aceptado por la comunidad científica. Al cumplirse un siglo de su postulación, desde la Universidad Nacional de La Plata recuerdan al hombre que lo impulsó: Alfred Wegener.

A pesar de que revolucionó la geología, Wegener, que nació en Berlín en 1880, “no era geólogo, sino que se dedicaba a la meteorología y no tenía tampoco una gran formación académica. Quizás por eso le costó tanto que sus ideas fueran tomadas en serio”, dice el doctor Carlos Cingolani, quien ha emprendido este año una tarea de divulgación en torno a su figura.

Investigador del CONICET y profesor titular de Geología Histórica de la UNLP, Cingolani cuenta que “antes de Wegener se creía que los continentes estaban fijos y que a lo sumo se hundían en el océano”; porque “si bien otros investigadores habían considerado ya la posibilidad de que tal vez se movieran, nadie hasta él había podido probarlo”.

Wegener se basó en el trabajo que habían realizado algunos geólogos antes que él; entre ellos Juan Keidel, profesor del Museo de Ciencias Naturales de La Plata

Pero si lo continentes estaban fijos, ¿cómo era posible entonces que existieran yacimientos de carbón -un mineral que se origina en zonas templadas- a grandes distancias del Ecuador?, se planteó Wegener, quien comenzó a reunir evidencias paleoclimáticas de que los continentes habían sido alguna vez uno solo.

“Su participación como meteorólogo en varias expediciones a Groenlandia le permitió además reunir otras pruebas geodésicas de la deriva continental. A través de mediciones tomadas con diferencia de varios años pudo comprobar un movimiento hacia el oeste que, si bien resultó un poco exagerado por la imprecisión de los instrumentos de la época, era una prueba al fin”, señala el doctor Cingolani.

En su búsqueda por afianzar la teoría del desplazamiento continental, Wegener también se basó en el trabajo que habían realizado otros geólogos antes que él, y que demostraban la presencia de los mismos tipos de roca a uno y otro lado de los océanos. Entre esos investigadores se encontraba Juan Keidel, profesor del Museo de Ciencias Naturales de La Plata y geólogo de la Dirección de Minerales de la Provincia de Buenos Aires.

“Keidel, que fue profesor de los profesores que luego nos formaron a nosotros, había descubierto fuertes semejanzas entre la formación de Sierra de la Ventana y las montañas del Cabo en Sudáfrica. Y Wegener, de hecho, lo cita en su libro `El origen de los continentes y océanos`”, comenta Cingolani.

Lo cierto es que aquel libro, que iba a revolucionar la geología tanto como “El origen de las especies” de Darwin lo había hecho con la biología, no llegó hasta varios años después de que Wegener comenzara a postular su teoría sobre los desplazamientos continentales. De hecho su primera postulación, que tuvo lugar durante una conferencia en la Sociedad Geológica de Frankfurt, constituye el acontecimiento central cuyo centenario se conmemora este año.

La similitud entre “El padre de la deriva continental” y el autor de la teoría de la evolución no se limita sin embargo a los títulos que eligieron para sus respectivos libros. “Al igual que Darwin, Wegener fue ampliando su concepto a lo largo de los años, y como él encontró una fuerte resistencia en la comunidad científica de su época, sobre todo por parte de los geólogos angloamericanos”, explica Cingolani.

Tras formar parte de dos expediciones a Groenlandia, en 1929 lo designaron para comandar una tercera. Su objetivo era construir tres estaciones meteorológicas, una de ellas a los 71º de latitud norte y tres mil metros de altura. Apenas hacerlo, Wegener dejó allí a un pequeño grupo de meteorólogos y regresó hacia el oeste. Pero con la proximidad del invierno y ante el temor de que esa dotación se quedara sin víveres, decidió regresar. De los trece esquimales que contrató para que lo acompañaran, doce se volvieron. Y si bien pudo alcanzar su objetivo, murió congelado poco después, el 2 de noviembre de 1930.

A su muerte, la teoría de la deriva continental, que es la base del conocimiento moderno sobre el comportamiento de los continentes, aún no había sido plenamente aceptada por muchos geólogos.

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