Cierran la Catedral por una semana para pelear contra invasión de polillas

La Catedral de La Plata permanecerá cerrada durante la próxima semana porque comenzarán las tareas para erradicar una invasión de polillas que avanza sobre parte del mobiliario de madera del templo mayor de la Ciudad. Con una gran cápsula, similar a una carpa de grandes dimensiones, especialistas en fumigaciones complejas cubrirán la sillería del coro de canónigos (foto principal), el trono Arzobispal y muebles de la sacristía. En el interior de esa inmensa burbuja, que se instalará en la nave central, se librará una larga batalla histórica contra los insectos.

Se trata de una tarea que encarará la Fundación Catedral y que apunta a salvar piezas de un valor incalculable. Según se informó, hoy mismo se pondrían en marcha las tareas para levantar la carpa que cubrirá los muebles afectados, algo que demandaría dos días de trabajo. Una vez armada, como se dijo, arrancará la “batalla de gases” contra las polillas.

La fumigación obligará a que el templo mayor de la Ciudad permanezca cerrado entre el lunes y el viernes próximo, según se informó -ver aparte-.

un simbolo distintivo

El sector afectado por los insectos es una instalación de estilo gótico construida con roble de Eslavonia, y que sólo se encuentra en las catedrales como uno de sus principales símbolos distintivos.

La presencia de pequeñas oquedades en el patrimonio escultórico fue lo que alertó al personal de mantenimiento del edificio y por eso la Fundación Catedral puso manos a la obra para frenar el deterioro.

La sillería platense fue realizada en 1936 por el taller de los hermanos Mahlknecht, responsables de las esculturas, tallas y pinturas de ese sector. El trabajo de los artistas, al que también se sumaron una decena de artesanos, revela una acabada elaboración de la madera con diferentes técnicas de tallado.

El lugar es ocupado cada 15 días por un grupo de sacerdotes que asisten al templo para participar de la misa de canónigos.

La estructura cuenta con cuarenta y ocho asientos, dispuestos en dos hileras a los lados del presbiterio y entre los pilares del coro; cubre una longitud de casi catorce metros y según algunos historiadores, ese sector no estaba previsto en el proyecto original de la Catedral.

Lo cierto es que desde hace un tiempo y casi imperceptible a la vista, en varios asientos y en algunas esculturas empezaron a detectarse pequeños orificios causados por los insectos.

Después de observar los niveles de humedad y el estado de los lustres, se descubrieron en varios segmentos de la instalación pequeños orificios y perforaciones en galería, propias de las larvas.

Ante el problema, Miriam Moralejo de Ibáñez, presidenta de la Fundación Catedral, convocó a un grupo de especialistas que luego de un relevamiento advirtió que debían tomarse medidas para que el daño causado por las polillas en las piezas museísticas y esculturas, no avanzara.

la pelea, en una capsula

“Ya se compraron los materiales necesarios para intervenir la madera y con el armado de esa cápsula se podrá realizar el tratamiento con los productos sugeridos por los profesionales para que el mobiliario y las esculturas queden preservadas de cualquier daño”, se apuntó desde la Fundación.

En ese sentido se indicó que se aplicará al mobiliario, aceite de lino clarificado, insecticida y trementina, un líquido que se obtiene de la resina de diversas especies de árboles. Luego, ya con la certeza de que no hay en el interior de la madera ningún insecto vivo, se procederá a restaurar las partes afectadas.

Para realizar una intervención preventiva ante la posible presencia de insectos xilófagos - que comen madera- también se observarán los dorsales de la sillería, que cubren pequeñas bóvedas góticas de casi cuatro metros de altura y las tallas decorativas del remate de seis metros de altura.

De igual modo se procederá con las tallas, los frisos, molduras y arcos, adelantaron los responsables del trabajo que se pondrá en marcha en el templo mayor de la Ciudad en los próximos días. También se curará la parte superior de la sillería del coro canónigos donde están las veintiséis cabezas talladas por Leo Moroder que representan personajes escogidos por el artista según sus estimaciones personales para simbolizar el consuelo, la ira, el dolor, las pasiones humanas y las virtudes.