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Espectáculos |ROBERTO CONTE

“El teatro es una enfermedad sin cura”

Fue director de la Comedia provincial, la Escuela de Teatro y hace más de 20 años dirige el elenco teatral del Colegio de Abogados

6 de Enero de 2013 | 00:00
“MI TRABAJO ES UNA BENDICIÓN. SI ALGUIEN TIENE LA SUERTE DE VIVIR DE LO QUE LE GUSTA, ESTÁS HECHO PARA SIEMPRE”, DICE CONTE
“MI TRABAJO ES UNA BENDICIÓN. SI ALGUIEN TIENE LA SUERTE DE VIVIR DE LO QUE LE GUSTA, ESTÁS HECHO PARA SIEMPRE”, DICE CONTE

“El teatro es una enfermedad, uno se va enfermando de teatro y eso no tiene cura”, dice entre risas Roberto Conte, actor, docente y director que hace más de 60 años comenzó a actuar para no detenerse hasta hoy que, con 83 años, sigue dirigiendo el Grupo de Teatro del Colegio de Abogados de nuestra ciudad, tarea que asumió tras desarrollar una destacada carrera en nuestro país.

Conte nació en 1929 en Santa Fe y compartió su juventud con compañeros de ruta que se convertirían en grandes personajes de la cultura nacional. “Yo soy de la generación de Miguel Brascó, Ariel Ramírez, Fernando Birri, Paco Urondo, José Pedroni, y gente de teatro como José María Paolantonio y Carlos Páez”, señala Conte. Además, en su militancia socialista de aquellos años, trabajó codo a codo en la Universidad de Santa Fe con quien más tarde se convertiría en un gran dirigente socialista: Guillermo Estévez Boero.

De su paso por la Universidad de Santa Fe guarda el diploma de Doctor en Química, profesión que jamás ejerció. “Mi papá me decía: o estudiás o trabajás, porque con el teatro te vas a morir de hambre”, recuerda, entre risas, aquella cantinela de sus mayores.

Pero en aquella ciudad llena de personalidades, un visitante signó la vida de Roberto Conte. “En medio de un clima de mucha creatividad, la gran maravilla para todos los que amamos el teatro fue la llegada Oscar Fessler para crear la Escuela de Teatro de Santa Fe, que tuvo una gran repercusión, y no brindó a muchos de nosotros la posibilidad de comprender más profundamente el teatro”, señala.

CASI POR CASUALIDAD

“Mi relación con el teatro nace porque mi madre tenía un abono en el Teatro Municipal de Santa Fe, por lo cual, siendo muy chiquito, yo la acompañaba a ver todas las obras que se presentaban allí. Pero era muy pequeño y mucho no recuerdo, simplemente me viene a la mente esa atmósfera maravillosa y la pana de los asientos. Pero en mi adolescencia pasó algo gracioso que marcó mi destino. Una vez seguía a una chica muy linda, que me gustaba mucho, y como ella se detuvo a hacer una fila, yo me detuve detrás, para hablar con ella. Cuando llegó su turno, me enteré que estaba allí para inscribirse a un grupo de teatro vocacional en una unidad básica de Santa Fe. Para mí, de raíces socialistas, lo de la unidad básica me hacía ruido, pero pudo más la belleza de aquella joven y también me inscribí”, recuerda, con picardía, el director.

“Mis amigos más intelectuales, como Paolantonio y Páez, me decían que vaya a hacer teatro con ellos a la Alianza Francesa, que lo que hacíamos en la unidad básica no era teatro, pero con el tiempo me di cuenta de que ambos enfoques eran válidos. Lo que pasa es que, por honestidad intelectual y mi militancia, dejé de formar parte del elenco de la unidad básica”, agrega.

A mediados de los años cincuenta, la situación del país cambió y Santa Fe no se mantuvo ajena a este panorama. Aquel grupo de hijos dilectos debió buscar nuevos horizontes. Muchos de ellos lo encontraron en Buenos Aires, como Roberto Conte.

“Como había egresado de la Escuela de Teatro de Santa Fe, Fessler me invitó a sumarme como docente en el Instituto Superior de Teatro de la Universidad de Buenos Aires. Así que vendí mi casa y me fui a capital federal”, cuenta, como paso previo a la llegada a nuestra ciudad.

LA LLEGADA A LA CIUDAD

“Mi relación con La Plata nació cuando Pipe Herscovich, quien dirigía el Teatro Opera, me convocó para dirigir una obra, ‘Ardiente noche de verano’, una pieza muy revolucionaria para esa época. Ahí conocí La Plata, los tilos y la cervecería Modelo… ahí también comencé a conocer personajes de la ciudad y al poco tiempo me convocan para ser director de la Comedia de la Provincia, donde estuve un año”, puntualiza.

Luego Conte ocupó el cargo de director de la Escuela de Teatro de La Plata, donde dejó su huella, construyendo junto a sus alumnos, con sus propias manos, la sala que albergaría las puestas de esta entrañable institución platense.

“Eran otros tiempos, con mucha menos burocracia. Nosotros intentábamos enseñar, junto con el teatro, el amor por el teatro, que creo que es lo único que se puede enseñar. Porque en los 60 años que llevo en el mundo del teatro, han pasado muchos maestros, cada uno con su teoría y su metodología diferente para enseñar teatro. Mi conclusión es que cada uno debe encontrar su camino para expresarse, todos son válidos en la medida que logra hacer creíble lo que estamos contando.

Cuando Conte asumió la dirección de la Escuela de Teatro de La Plata, había apenas 90 alumnos. Hacia el final de su gestión, la matrícula rondaba los 2000, divididos en tres turnos.

En forma paralela, dirigió obras en el Teatro Nacional Cervantes y San Martín, de capital federal.

En nuestra ciudad, también, una vez jubilado como director de la Escuela de Teatro, se hizo cargo de la dirección del Grupo de Teatro del Colegio de Abogados de La Plata, que el año pasado cumplió 30 años de vida.

“El grupo debutó en 1982, con ‘El velorio’, de Oscar Viale, bajo la dirección de Ricardo Gil Soria, un gran amigo mío que estuvo al frente del grupo hasta 1988. Cuando él se alejó, en 1989, me hice cargo yo del grupo, con el que hicimos un sinfín de obras, muchas de gran éxito”, subraya Conte, quien este año estrenó “Tartufo” de Moliére.

A sus 83, Conte sigue planeando su próximo estreno. “Mi trabajo es una bendición. Si alguien tiene la suerte de vivir de lo que le gusta, creo que estás hecho para siempre”, finalizó.

Andrés Rivelli

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