Un matrimonio que bate récord

VICTORINA Y JOSÉ MARÍA CELEBRARÁN HOY CON UNA PEQUEÑA REUNIÓN 70 AÑOS DE CASADOS. EL DOMINGO, EL ESPOSO INVITÓ A LA FAMILIA Y AMIGOS A UNA “GRAN FIESTA” PARA CONMEMORAR LA UNIÓN RÉCORD

“En 70 años de vida en común no hemos estado sin hablar ni dos horas”, subraya con orgullo y un acento gallego que todavía se le escapa Victorina (90). José María -89-, sentado a su lado, reafirma con un movimiento de cabeza lo dicho por su mujer. Tal vez, esa comunicación fluida, un profundo sentido de la consideración mutua y una buena dosis de “paciencia”, según agrega él con su peculiar humor, sintetizan la clave para haber llegado a las siete décadas de matrimonio. La pareja de inmigrantes españoles que vive desde hace más de 60 años en el barrio San Carlos bate hoy un récord regional: con una salud estupenda y una vitalidad envidiable cumple las Bodas de Titanio.

Victorina Rodil Villar nació en Lugo -Galicia- y su marido, José María Pérez González, en Oviedo -Asturias-. Se enamoraron muy jóvenes. No habían cumplido los 20 años y, como él cuenta con gracia, el encuentro se dio “gracias a un perro rabioso de la familia de ella que mordió a una vaca de mi casa”. El padre de Victorina fue a aplicarle una vacuna al animal atacado y así se conocieron.

Casi nada tardaron en casarse. “Siete meses”, recuerda José María. El 27 de febrero de 1943 fue la ceremonia civil y al día siguiente un cura de Lugo se acercó a la casa de Victorina y celebró la boda religiosa.

MATRIMONIO DE INMIGRANTES

Juntos escribieron la misma historia de tantos inmigrantes españoles. La Guerra Civil dejó además de muertos y pueblos devastados, hambre y el temor de nuevos conflictos. Con los tres primeros hijos nacidos, José María viajó a la Argentina para probar una perspectiva mejor. Con parientes en esta ciudad, llegó a La Plata en 1948 y enseguida se puso a trabajar en un gran almacén de la calle 49 entre 3 y 4. “Nunca me gustó tener patrones; yo quería independizarme y ganar por mi cuenta”, confió. Y así lo hizo. Con tesón de asturiano se dedicó a lo que sabía hacer: trabajar la madera. En su pueblo natal fabricaba madreñas, un calzado especial que usan hombres y mujeres de esas tierras para andar por la nieve, pero en esta región no era un accesorio muy redituable. “Gané la Lotería, me compré el terreno donde vivimos ahora; levanté una casilla de madera grande y cómoda y mandé a llamar a mi esposa y mis hijos”, evocó el vecino de San Carlos

Victorina y los hijos Felipe, Antonio y Julio llegaron al hogar platense en 1950. Luego nació la menor, María Elena. Desde entonces la pareja construyó, además de una casa nueva, amplia, confortable y de material, una historia familiar en la que no faltaron logros, alegrías y dificultades, y que hoy completan 11 nietos y14 bisnietos.

¿La fórmula de una unión tan fuerte como el metal que representa el 70º aniversario de casados? “Sentir mucho respeto por el otro”, afirma José María. “Cuando es sincero, el amor no cambia nunca”, asegura Victorina.

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