Un papado abierto, reformista y moderado

Por MARIANO SPEZZAPRIA

Twitter: @mnspezzapria

En los momentos inaugurales de su pontificado, incluso antes de tomar posesión de manera formal, el Papa argentino Jorge Bergoglio ya definió los trazos gruesos del proyecto que buscará desarrollar al frente de la Iglesia católica a nivel mundial.

Con distintas acciones, públicas y privadas, Francisco destacó su “opción por los pobres” y su obsesión por acercar la estructura eclesiástica a la gente. “Si la Iglesia no camina, se desmorona como un castillo de arena”, advirtió desde la Capilla Sixtina.

Un tercer elemento que Bergoglio aún no mencionó, pero que se impone dados los problemas que tuvo su antecesor Benedicto XVI en ese sentido, es el de la corrupción interna, cuyas manifestaciones son la pedofilia y el desmanejo financiero del Vaticano.

Mientras se impone la idea de que imprimirá a la curia un sesgo reformista, el Papa Francisco envió una primera comunicación a la Iglesia argentina, en la que sugirió que en lugar de enviar una delegación a Roma, ofrezca “algún gesto de caridad hacia los más necesitados”.

El mensaje llegó en las últimas horas a todos los arzobispos y obispos de la Argentina por medio del nuncio apostólico Emil Paul Tscherrig. ”Desearía que en lugar de ir a Roma para el inicio de su pontificado continúen con esa cercanía espiritual tan apreciada acompañándola con algún gesto de caridad hacia los más necesitados”, informó el prelado suizo.

Los primeros en acatar el pedido de Francisco fueron los llamados “curas villeros”. Así lo dejó en claro el presbítero Gustavo Carrara, titular de la Comisión Arquidiocesana para la pastoral en los asentamientos y párroco de Santa María del Pueblo en la Villa 1-11-14 del Bajo Flores.

“Seguramente lo vamos a acompañar desde acá con nuestras oraciones”, dijo Carrara. Bergoglio tomará posesión como el Papa Francisco el próximo martes. Ese día, la presidenta Cristina Kirchner encabezará en el Vaticano una delegación a la que sumará a dirigentes opositores.

EL ESTILO DE FRANCISCO

Algunos analistas ya comenzaron a entrever en la figura de Bergoglio la intención de desplegar un estilo propio a su pontificado: este jueves se subió a un minibus en lugar de usar el auto oficial del Vaticano y la corona de flores que le llevó a la Virgen fue muy humilde.

También apuntaron algunas frases de su primera misa en la Capilla Sixtina, como cuando advirtió que “si no profesamos a Jesucristo, nos convertiremos en una ONG piadosa”. Y festejaron su buen humor: “Dios los perdone por el error que han cometido”, les dijo a los cardenales que lo eligieron.

La decisión de Bergoglio de adoptar el nombre de Francisco también supone un sello personal: para el presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, José María Arancedo, buscó “una imagen muy humilde, sencilla, más cerca del pobre”.

Se esperan menos innovaciones de Bergoglio frente a temas controvertidos como el matrimonio homosexual y el aborto, que en la Argentina le valieron enfrentamientos con el Gobierno nacional y el porteño, pese a la diferencia de sesgo entre ambas gestiones.

Sin embargo, Francisco estaría más dispuesto a estudiar la comunión de los divorciados en nueva unión -actualmente prohibida- y a permitir el debate sobre el celibato optativo de los sacerdotes. Aunque los analistas no dejan de advertir que Bergoglio no es un progresista sino un moderado.

“Es un nombre que tiene su corazón anclado en Dios de una manera tan firme que nada lo puede mover, y con una capacidad de penetración que le permite ver el fondo de los problemas”, afirmó en este marco el decano de la facultad de Derecho Canónico de la UCA, el padre Alejandro Bunge.

Por su parte Julio Gambina, presidente de la Fundación de Investigaciones Sociales y Políticas, pronosticó que Francisco jugará un papel relevante en América latina, donde la Iglesia busca “un rol en el laboratorio de cambio político, pero no para empujarlo sino para reencauzarlo”.

En ese sentido, ya comienza a escucharse la interpretación de que Francisco podría representar para esta región un papel equivalente al que protagonizó Juan Pablo II, de origen polaco, con la Europa del Este. Por lo pronto, su asunción será un hecho popular en la Argentina y la Iglesia ya previó la instalación de una pantalla gigante en el Obelisco porteño para que se puedan seguir allí los acontecimientos del Vaticano.