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Opinión |LA PROVINCIA

Desgaste para todos y todas

31 de Marzo de 2013 | 00:00
CARAS LARGAS EN LA REUNIÓN DE ESTA SEMANA ENTRE SCIOLI Y LOS GREMIALISTAS DOCENTES. UN INTENTO FRUSTRADO DE LA GOBERNACIÓN DE ENCARRILAR EL CONFLICTO
CARAS LARGAS EN LA REUNIÓN DE ESTA SEMANA ENTRE SCIOLI Y LOS GREMIALISTAS DOCENTES. UN INTENTO FRUSTRADO DE LA GOBERNACIÓN DE ENCARRILAR EL CONFLICTO

Por MARISA ALVAREZ

El conflicto por el aumento salarial a los docentes, traducido en ocho días sin clases sobre un total de 23 en lo que va del año, aparece como el emergente más fuerte de la crítica situación financiera en que deberá desenvolverse este año el Estado bonaerense. Es, por eso, el emergente de esa crisis el que genera mayor revulsión social y, por ende, el que provoca mayor erosión política a todos los actores directa o indirectamente involucrados en el conflicto, de manera directa o indirecta.

Se trata -se sabe- de una pelea que si no ingresó y en un callejón sin salida, está doblando la esquina para entrar en él. Sin acuerdos a lo largo de algunas reuniones paritarias, el gobierno de Daniel Scioli dio por cerrada la discusión, fijó por decreto un aumento del 22,6% e incluso ya lo liquidó con los sueldos que los docentes cobrarán dentro de una semana; y los gremios del sector, que rechazan esa decisión, a los ocho días de paro desde que comenzó el ciclo lectivo les sumarán tres en la segunda semana de abril.

LOS DOCENTES, EN LA MIRA

En estricta reserva, dirigentes de los sindicatos docentes admiten que la situación creada ya está generando algunos desgastes. Desde el frente interno, por ejemplo. En el último paro los maestros ya no se plegaron a la huelga con el mismo nivel contundente de acatamiento que en los primeros. Los gremialistas creen que el factor que más pesa en ese incipiente desacato es el descuento en los sueldos de los días no trabajados que, según anunció, aplicará el Gobierno. Pero advierten que también incide alguna reticencia de los docentes a desarrollar una protesta que implica que las clases, en rigor, prácticamente no hayan empezado (muchos no han podido salir del repaso de lo aprendido el año anterior) y a enfrentar los reproches de los padres que, más temprano que tarde, comenzarán a hacerse oír. Y los sindicalistas comparten ese temor. La experiencia les marca que cuando la sociedad “se cansa” de los paros docentes reparte su bronca y sus reclamos de solución entre las autoridades gubernamentales y los propios maestros y sus gremios.

En el plano sindical, mientras tanto, el conflicto ya está erosionando la relación entre los dirigentes de las entidades que componen el Frente Gremial y, sobre todo, su armonía para llevar adelante medidas de fuerza conjuntas. Roberto Baradel (Suteba), ha sido el más “castigado” por el gobierno de Scioli, que llegó a acusarlo de “destituyente”. Pero es quien ya comenzó a decir que si la Gobernación reabre la discusión salarial, se suspenderán los paros previstos para el 8, 9 y 10 de abril. Mirta Petrocini (Feb), en cambio, también reclama la reapertura de las negociaciones pero no ofrece suspender nada. La dirigente, además, venía de proponer para abril cuatro días de paro que, en la conciliación con Suteba, fueron bajados a tres.

SOSPECHAS Y ESTRATEGIAS CRUZADAS

Consciente de que no podrá esquivar su propia y capital cuota de desgaste cuando estalle la bronca de los padres, Scioli ha buscado nítidamente, hasta ahora, remarcar la “responsabilidad” de los dirigentes sindicales en los días de clases perdidos, subrayando además hasta el cansancio que su administración ha otorgado el máximo aumento que puede dar “con sus propios recursos”.

En rigor, en el nivel político los actores de este conflicto se han cruzado con estrategias destinadas a evitar la erosión propia y poner “culpas” en otros que han terminado generando, para todos, nuevas razones de desgaste para unos y otros.

Detrás de la acusación de “destituyente” a Baradel, por caso, está la sospecha del gabinete de Scioli de que, con sus paros de dos o tres días todas las semanas, está el gobierno nacional o al menos un sector del kirchnerismo duro. La simpatía de este sindicalista con el kirchnerismo es pública. Baradel es invitado con frecuencia a actos de Cristina Kirchner en la Casa Rosada y es un alto dirigente de la CTA pro oficialista que conduce el también docente Hugo Yasky.

En público, el gobierno nacional ha cuestionado los paros. Pero lo ha hecho estrictamente a través de su ministro del área, Alberto Sileoni. En cambio otros ministros de Cristina, legisladores y dirigentes del kirchnerismo han salido en las últimas dos semanas a cuestionarle a Scioli “su gestión”, a pedirle incluso que “administre mejor” y hasta a darle “consejos” sobre cómo gastar los recursos. Y a marcar, taxativamente, que definir el aumento salarial de los docentes y evitar paros por falta de acuerdo en esa tarea, son incumbencia “exclusiva” del gobierno provincial.

Por su lado, cuando remarca, como se señaló, que ha estipulado el mayor aumento que puede pagar “con recursos propios”, la Administración sciolista está diciendo, sin mayores disimulos, que si la Nación efectuara un aporte especial para “ayudar a afrontar el “costo de la Educación” en la Provincia, podría disponer una mejora salarial que conforme a los gremios y evitar los paros. Un tema en el que algunos dirigentes del radicalismo terciaron en los últimos días, reclamando públicamente a la Casa Rosada que disponga fondos para solucionar el conflicto con los docentes bonaerenses.

En despachos de la Gobernación, en resumen, creen que la decisión de no otorgar un auxilio financiero a la Provincia tiene que ver con el “objetivo desgaste” de Scioli; estrategia político-electoral que tiene en los paros docentes -creen- y uno de sus mejores instrumentos.

LOS MAS PERJUDICADOS

Las encuestas, sin embargo, no estarían marcando resultados positivos para ese virtual revoleo de responsabilidades sobre las cabezas de los unos y los otros. Sondeos de los últimos días señalarían que la gente le adjudica responsabilidades por los días sin clases tanto al gobierno provincial como al nacional, y, puntualmente, tanto a Scioli como a Cristina.

Mientras tanto, el mayor desgaste ya producido por el conflicto lo sufren, por supuesto, los chicos que vienen teniendo clases dos o tres días por semana.

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