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Asteroides platenses: los nombres de la Ciudad que habitan el espacio

La Plata tiene cerca de una docena de científicos cuyos nombres designan pequeños planetas que orbitan nuestro Sistema Solar. Quiénes son y cómo es el camino para nombrar estos cuerpos espaciales

28 de Abril de 2013 | 00:00

Clic para ampliarPoco antes de morir, en diciembre de 2006, la reconocida astrónoma platense Virpi Niemella recibió una carta que la dejo conmovida. Decía lo siguiente: Tu asteroide es el 5289; lo descubrimos el 29 de mayo de 1990. Desde entonces estábamos esperando que cumplieras los 70 años para solicitarle a la Unión Astronómica Internacional (IAU) que aceptara nuestra sugerencia de ponerle tu nombre. Por fin llegó el día: desde hoy y hasta que haya Sistema Solar y seres humanos que habiten este planeta, el asteroide 5289 se llama Niemela. Lo repito: se llama Niemela por vos.

La carta, firmada por Carlos López -a cargo entonces del Grupo del Telescopio Astrográfico Doble de la Estación Carlos Ulrico Cesco, de la Universidad Nacional de San Juan- volvió a ser difundida en los últimos días por gente del Observatorio Astronómico de La Plata. No fue casual: en días donde los asteroides volvieron a estar en boca de la opinión pública luego del fenómeno ocurrido en el norte de nuestro país, no fueron pocos los que recordaron que varios de esos cuerpos rocosos no siempre están asociados a una situación de alarma o de peligro. Al contrario: su existencia en nuestro Sistema Solar también recuerda a varios científicos que forjaron su carrera en la cúpula de observación local.

Desde que comenzó a operar, la estación descubrió y dio nombre a más de 80 asteroides, catorce de los cuales corresponden a personas vinculadas con la Ciudad

Además de una tradición y un homenaje, dar nombre a un asteroide u a otro cuerpo del espacio es un derecho que le corresponde a quien lo descubre y que se rige con pautas precisas.

EN EL ESPACIO

De dimensiones y órbitas diversas, los asteroides son considerados los “ladrillos” que sobraron durante la construcción del Sistema Solar. Las teorías más recientes sostienen que “son el material que nunca llegó a aglutinarse para formar un planeta”, tal como los definió en su momento la doctora Adela Ringuelet, otra de las astrónomas platenses que tiene su nombre puesto en uno de estos cuerpos.

Los asteroides cuyos nombres recuerdan y homenajean a referentes de la ciencia de nuestra ciudad fueron descubiertos por el grupo de Astronomía del Sistema Solar y Parámetros de Estructura Galáctica, que trabaja en la estación astronómica “Carlos Ulrico Celso” de la Universidad de San Juan.Emplazada a 2500 metros de altura en la zona de El Leoncito, esa estación opera un telescopio doble, único en su tipo en el hemisferio sur, y se dedica a seguimiento de asteroides; en especial aquellos que se conocen como NEOs, Objetos Ceranos a la Tierra, según su traducción del inglés.Los NEOs son asteroides con trayectorias que pasan relativamente cerca de la órbita de nuestro planeta, por lo que eventualmente podrían presentar un riesgo. De ahí que existan equipos, como el de San Juan, dedicados a monitorearlos.

A lo largo de los años, hay que decir, ha ido cambiando el criterio para darle un nombre a un asteroide descubierto por este equipo de trabajo. Así, hubo épocas en las que desde esa estación se prefirió los personajes históricos y, en consecuencia, se bautizaron asteroides con nombres como el de “Sarmiento”, “San Martín” o “Belgrano”. En otro momento se les dio por la geografía y aparecieron asteroides con nombres como el de “Cuyo” o “Calingasta”, por dar sólo algunos ejemplos.

La estación Cesco, inaugurada en marzo de 1965, nació de la iniciativa de dos universidades norteamericanas, Yale y Columbia. En 1974, al retirarse la primera de ellas del proyecto, la segunda invitó a la Universidad Nacional de San Juan -a través de su observatorio Félix Aguilar- a formar parte de lo que ahora se conoce internacionalmente como programa Yale-San Juan.

Ese proyecto, dedicado a la determinación de movimientos australes en un amplio rango de magnitudes, ha publicado tres catálogos conteniendo más de 40 millones de entradas.

Desde que comenzó a operar, la estación descubrió y dio nombre a más de 80 asteroides, catorce de los cuales corresponden a personas vinculadas con la Ciudad. Algunos de ellos están vivos y en plena actividad, como Adrián Brunini, cuyo nombre designa al asteroide 5.758. Otros ya fallecieron, y entre ellos se puede nombrar a los astrónomos Carlos Jaschek, cuyo apellido de nombre al asteroide 2.964, o Ricardo Platzeck, homenajeado con el asteroide 2.179.

Los nombres, hay que decir, definen también una época del país. Así como en su momento el gobierno de Perón decidió nombrar a varios de estos pequeños planetas con el nombre de “Evita” o “Descamisada” (ver “De mitología...”), más acá en el tiempo existieron iniciativas para homenajear a científicos de larga trayectoria y, como en el caso de la estudiante de la UNLP Ana Teresa Diego, asesinada por la última dictadura militar, recordar también a las víctimas del gobierno de Videla.

En ese caso, en abril del año pasado el Comité de Denominación de Cuerpos Menores del Sistema Solar de la Unión Astronómica Internacional decidió identificar como “Anadiego” a un pequeño meteorito en su homenaje. Su nombre, concretamente, designa al asteroide 11.441, que se encuentra entre Marte y Júpiter (ver gráfico).

Según se explica en el Observatorio local, “hacen falta varios años de observaciones para comprobar que no se trata de hallazgos existentes”.Por lo general, se apunta, se trata de asteroides pequeños, con alrededor de 10 kilómetros de diámetro. Los más grandes llegan a tener cientos de kilómetros. De ahí que fueran los primeros en ser identificados ya a principios del siglo XIX.

A esto contribuye también el hecho de que los asteroides colisionan con frecuencia entre ellos tornándose cada vez más pequeños. Se calcula que si el total de la masa de todos los asteroides existentes en nuestro sistema solar se concentrara en un solo cuerpo, éste tendría cerca de 1.500 kilómetros de diámetro, menos de la mitad de lo que tiene la Luna.

APROBACION
Para bautizar un asteroide, alguien propone y fundamenta la propuesta dentro del grupo de trabajo. Si todos están de acuerdo, se envía el nombre a la Unión Astronómica Internacional, la cual se toma entre cuatro o cinco meses para emitir la aprobación definitiva.

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