El tango, un aliado para los pacientes con mal de Parkinson

LA DANZA DEL TANGO PASÓ A SER UNA HERRAMIENTA IMPORTANTE EN LA REHABILITACIÓN DE PACIENTES CON MAL DE PARKINSON

Especialistas en enfermedades neurológicas utilizan al tango como una nueva estrategia para la rehabilitación de pacientes afectados con Parkinson, al trabajar en la postura, la marcha y el equilibrio que permite el baile de esta disciplina musical.

Es que el papel que desempeña la actividad física en sus diferentes formas dentro de la recuperación motora es de un valor incalculable.

Entre estas estrategias de movimiento la danza ocupa un lugar muy importante y el tango pasó a ser una herramienta para la rehabilitación de los enfermos de Parkinson.

Según señalan los especialistas, el tango no sólo es una forma recreativa de realizar actividad física, sino que propone el contacto con otras personas y evita el aislamiento, síntoma común en la enfermedad.

Entre las características particulares del tango como danza están el paso básico del tango que es caminando; la música que ofrece una consigna externa que contribuye a recuperar el “ritmo interno”, la pista que genera el desafío de un espacio acotado de movimiento y el abrazo del otro, que invita a generar desplazamientos libres de ataduras.

“Todo esto -sostienen los especialistas- hace que el tango sea una gratificante forma de generar movimientos fluidos y acompasados”.

LA REHABILITACION MOTORA

La enfermedad de Parkinson es una enfermedad neurológica, degenerativa y progresiva que compromete los movimientos, enlenteciéndolos.

Y ante ese cuadro, la rehabilitación motora en sus diferentes tipos es de gran valor para mejorar los síntomas de esta enfermedad.

El Parkinson es una enfermedad que compromete al uno a dos por ciento de los mayores de 65 años, y en el país se calcula que unas 80 mil personas la padecen.

También resulta vital el diagnóstico certero de la enfermedad. En la actualidad, el diagnóstico se obtiene a través de la consulta clínica, es decir a través de la detección de los 3 síntomas característicos: rigidez, temblor y akinesia (lentitud en los movimientos voluntarios) y en la ausencia de síntomas atípicos.

También cobra importancia la exclusión de otros posibles trastornos por medio de técnicas de imagen cerebral o de analíticas sanguíneas, aunque el diagnóstico clínico se utiliza hasta el momento pues no se han identificado marcadores biológicos del Parkinson, lo cual determinaría con exactitud la enfermedad.

Sin embargo, un proyecto de investigación de la Fundación FLENI puso en práctica recientemente un protocolo de investigación que podría diagnosticar la enfermedad de Parkinson con un 100% de efectividad, a través de una droga diagnóstica junto con análisis de imágenes cerebrales.

El objetivo del estudio es describir las características de enfermedades imitadoras del Parkinson, para así poder diferenciarlas. Esto se realiza a través de estudios de imágenes cerebrales con equipamiento de última generación. Estos estudios se completan con el empleo de un dispositivo utilizado para detectar la pérdida de neuronas en un determinado lugar del cerebro, en particular las células que liberan dopamina.

La dopamina es un químico cerebral que utilizan las neuronas para controlar los movimientos musculares. En la enfermedad de Parkinson ocurre un desgaste progresivo de una pequeña zona del cerebro llamada sustancia nigra, la cual es la responsable de producir dopamina, y sin esa sustancia las funciones musculares comienzan a verse comprometidas y aparecen los signos clásicos de la enfermedad.