Elección con pronóstico cantado de polarización

LA PRESIDENTA, EN CAMPAÑA CON ISAURRALDE

Por MARIANO PEREZ DE EULATE

Se insinúa desde el lunes lo que sería, finalmente, el rasgo distintivo de la elección legislativa de medio término pautada para el 27 de octubre: la polarización entre el kircherismo -que en la provincia de Buenos Aires postula al intendente de Lomas de Zamora, Martín Insaurralde- y el Frente Renovador, de Sergio Massa. La salida del tigrense a la cancha, en un lanzamiento con estética televisiva y moderna, dejó en claro que aquel escenario será posible incluso sin que el massismo apele a definiciones inconfundiblemente opositoras, como sí intentó el también peronista Francisco De Narváez con su ahora alicaído “Ella o vos”.

CONTRA LA RE RE

Desde Tigre, porque la localía siempre asegura rimbombancia, Massa fue muy explícito respecto a lo que no hará como diputado nacional, acaso para restarle un argumento de campaña a los candidatos rivales que lo presentan como una versión encubierta del kirchnerismo.

Prometió, en este sentido, no votar nunca una reforma constitucional ni respaldar jamás la idea de reelección indefinida, como sí parecen impulsar los postulantes de la nómina armada en la Casa Rosada en cuyos primeros lugares resaltan los talibanes de la continuidad cristinista. Pudo sonar a sobreactuación el anuncio de que se firmará ese compromiso ante escribano público, bajo pena de dejar la banca obtenida si no se cumple. Pero, convengamos, sirve como golpe de efecto y liquida al menos durante la campaña la tesis del denarvaísmo, o incluso de los candidatos del FAP-UCR, respecto a que el de Tigre será funcional al oficialismo una vez que entre al Congreso Nacional.

Quizá veamos a un Massa que busque instalar cuestiones de agenda electoral mucho más volcado a la crítica de las temáticas provinciales que a los grandes temas nacionales

También fue muy crítico Massa en relación a la cuestión inflacionaria (un ítem que lo obsesiona y por eso vuelve locos a sus economistas de confianza para que lo ayuden a mostrarse sólido al respecto) y sobre la estructura del impuesto a las Ganancias, que afecta cada vez a más trabajadores.

Hasta ahí, corre sobre terreno seguro en su afán de diferenciarse del Gobierno sin atacar excesivamente a la Rosada: las cuestiones antes mencionadas son absolutamente antipáticas para la mayoría de la población y también serán eje de los discursos del resto del espectro no kirchnerista que competirá en octubre. Casi una obviedad: embanderarse en contra de ellas representa ganar una batalla de antemano.

El asunto será cuando Massa deba referirse a cuestiones mucho más escabrosas, como por ejemplo los resonantes casos de corrupción que vienen salpicando a integrantes o ex integrantes del Gobierno nacional. Se verá, llegado ese caso, si aquel camino que eligió en su lanzamiento, el de una diferenciación racional que lo deja a mitad de camino entre la oposición encarnizada que le pedían algunos y la versión crítica del kirchnerismo en la que lo querían ubicar otros, le sigue dando buenos dividendos electorales. A su favor hay que decir que las encuestas que se conocen hasta ahora lo ubican a unos diez puntos de su rival cristinista.

Es justamente por esto último que acaso veamos a un Massa que busque instalar cuestiones de agenda electoral mucho más volcado a la crítica de las temáticas provinciales que a los grandes temas nacionales. La gestión sciolista, en ese caso, sería el blanco predilecto. Por lo menos hasta el 11 de agosto, día de las Primarias Abiertas. No para evitar la polarización con los K sino para conservar él mismo la iniciativa respecto a los temas de los que hablar. Justamente algo que, en el sentido contrario, quiere el kirchnerismo: obligar al tigrense a referirse a los ítems que ellos propongan y que casi siempre responden a la lógica épica que le han impreso a algunas de las decisiones de gestión de la Presidenta.

Para Massa y para Insaurralde las P.A.S.O de agosto son clave. No competirán directamente entre ellos pero, fruto de aquella polarización inevitable, los dos buscarán ser los candidatos más votados ese día. Más allá del virtual efecto encuesta que tendrá ese primer turno electoral, para ambos habrá un efecto político real por los movimientos posteriores que podrían darse tanto en el electorado en general como en la dinámica interna del peronismo, al fin y al cabo la columna vertebral de los armados de los dos. En ese sentido, el PJ tiene cierta historia de crueldad con los derrotados de sus batallas intestinas. El riesgo para la Presidenta es que termine siendo una competencia casi directa entre su figura y la de su ex jefe de Gabinete

En esta línea, es lógico -y también arriesgado- que Cristina, como se ha visto en los últimos días, intente pegarse a la figura de Insaurralde, cuyo nivel de conocimiento inicial en esta campaña es mucho más bajo que el de Massa. El riesgo para la Presidenta es que termine siendo una competencia casi directa entre su figura y la de su ex jefe de Gabinete (por cierto, en el video curricular de su lanzamiento el massismo “olvidó” el paso por el gabinete nacional). Es que el resultado, sea el que sea, también terminaría siendo responsabilidad de ella.