Otros análisis del fin de semana

LA PRESIDENTA EN EL G20, CON PUTÍN Y OBAMA, ENTRE OTROS

Joaquín Morales Solá

LA NACION

“Cristina Kirchner tiene un problema: nadie quiere que se vaya del Gobierno antes de tiempo”, dice Morales Solá. En su discurso y en el de su administración surge que parecieran “anhelar una salida prematura. ¿La ilusión de una retirada épica para soñar con un regreso mítico? ¿La renuencia a tomar decisiones que se tornan inevitables?”. Macri le tiró un salvavidas cuando habló de un supuesto “círculo rojo”, que impulsaría decisiones políticas. Tuvo un mérito para Macri; lo colocó en medio de un intenso debate político, justo cuando lanzaba su candidatura presidencial. “Dramáticas o festivas, las alusiones al ´círculo rojo´ sirvieron para exponer la situación de un gobierno derrotado y errático”. Y la Presidenta aprovechó para denunciar un complot

Mario Wainfeld

PAGINA12

“La oposición política y fáctica apuestan a dos años de quietismo kirchnerista, un objetivo que suena irrealizable. En parte, porque el kirchnerismo no aceptará un rol pasivo o gobernar con el libreto de los otros. En parte porque, aunque lo quisiera, no se lo permitiría la realidad que es exigente, cambiante y casquivana”, considera Wainfeld, que analiza la situación en que queda el Gobierno después de las primarias. Superada la sacudida de los resultados, agrega, “el kirchnerismo va forjando respuestas, no siempre coherentes”, retomándose varios proyectos del FpV. Afirma luego que la intervención de Cristina Fernández en el G-20 “también conjuga con la política internacional de la década, sintonizada con los países de la región, alineada contra la prepotencia imperial”. Se ocupa más adelante de los ejes de la campaña electoral en las distintas provincias, advirtiéndose un resurgimiento de los operadores políticos regionales. En tanto, “las tácticas de Massa, cotejadas con los guarismos electorales, son lógica instrumental pura. No se muestra, no se expone, casi no habla. Lo suyo es desdramatizar el resultado”.

Eduardo Van Der Kooy

CLARIN

Si las elecciones presidenciales se realizaran este mes y los candidatos fueran Scioli y Massa, “el intendente de Tigre derrotaría al gobernador de Buenos Aires por 50% a 30%”, afirma Van Der Kooy, que afirma reflejar los resultados de una encuesta nacional. La sorprendente reconfiguración de la escena nacional estaría explicada por el envión que habría dado Massa a su victoria en las primarias y, además, porque denunciaría el vacío político existente entre el ciclo kirchnerista y el que deberá nacer. Pero el triunfo de Massa también tiene otras explicaciones: la fatiga del peronismo que acompañó a Cristina Kirchner y en que “existe un inocultable agotamiento de la experiencia kirchnerista-cristinista, cuyos síntomas se habrían multiplicado después de la derrota en las primarias”. Angustiado por las perspectivas electorales, Insaurralde sostuvo que la inflación del Indec no refleja la realidad. “La réplica fue salvaje”: dirigentes pegados al oficialismo lo describieron, en alusión a su pasado, “como recaudador del juego clandestino en la Provincia”.

Jorge Fernández Díaz

LA NACION

El columnista Fernández Díaz reseña el atentado que jornadas atrás sufrió un periodista radial formoseño, sobre cuya casa arrojaron una bomba molotov. Ese periodista, dice, es dueño de una FM que irradia inconformismo, “pero sobre todo es quien cometió el pecado de ayudar al equipo de Periodismo para Todos a televisar ese drama social que transmitió el domingo por la noche”. Añade que “estamos siempre hablando de los pagos de Gildo Insfrán, ícono feudal y aliado íntimo del gobierno progresista que funciona en Balcarce 50”. Esos sucesos del Far West, agrega, “derivan de una infección semántica y de un abuso de las analogías bélicas. Los dueños de los medios son, para el lenguaje oficialista, “generales” que preparan un “golpe” y los periodistas somos “sicarios” y “asesinos mediáticos” que disparamos “balas de tinta” y usamos “fierros” (micrófonos) para romper el orden institucional”. Sostiene que “el juego irresponsable de esas palabras violentas habilita odios y también hechos concretos, luctuosos e incontrolables”.

Sergio Crivelli

LA PRENSA

“El cristinismo se desdibuja y está volviendo el pejotismo”, es el título de la columna de Crivelli. “Por la derrota el oficialismo inició una serie de cambios que lo vuelven irreconocible: Granados a seguridad, baja de la de edad de imputabilidad penal y La Cámpora barrida bajo la alfombra”. “El peronismo tiene una capacidad inagotable de reproducción. El cristinismo (versión crepuscular del kirchnerismo) declina y ya aparecen sus herederos. Por un lado la ´renovación´ de Sergio Massa y por el otro Daniel Scioli que lucha por mantener a flote los restos del actual oficialismo a pesar de la lista inacabable de errores de la Rosada”