Tiempo de urgencias y corto plazo

BOUDOU, EN UNA SEMANA COMPLICADA

Por MARIANO SPEZZAPRIA

Twitter: @mnspezzapria

En los últimos días quedó claro que un sector importante del Gobierno no está dispuesto a dejar el poder en manos de Amado Boudou. El Vicepresidente pasó más de un sofocón con la cancelación de actos a último momento y también sufrió alguna reprimenda pública orquestada por Máximo Kirchner. El hijo de la Presidenta desembarcó en Buenos Aires ni bien supo que su madre debía ser operada para drenarle el coágulo que se le formó en la cabeza por un golpe cuyos pormenores el Gobierno no termina de precisar. Y por imperio de la necesidad, ocupó un espacio que estaba vacío en el entorno de la mandataria.

El próximo 27 de octubre se cumplirán tres años de la muerte de Néstor Kirchner. Ese mismo día se realizarán las elecciones legislativas en las que los argentinos ratificarán el sentido del voto que predominó en las primarias de hace dos meses, según coincide la mayoría de los encuestadores, minimizando el efecto que pueda tener en el ánimo del electorado la enfermedad de la Presidenta. De allí que la exposición pública de Boudou -de elevada imagen negativa- fuera raleada por la Casa Rosada. Aunque también hay una interna más profunda, vinculada al rumbo económico, que estalló en el elenco gubernamental.

La presencia del ministro Hernán Lorenzino en Washington, donde negoció con el Banco Mundial una línea de crédito por 3.000 millones de dólares a efectivizarse entre 2014 y 2016 -a cambio de la cancelación de una deuda cercana a los 500 millones con empresas norteamericanas que litigaron contra el país en el CIADI, un organismo del propio BM-, fue el puntapié inicial de una estrategia tendiente a dar señales al Gobierno de Barack Obama para que no le suelte la mano al país en medio del juicio promovido por los “fondos buitre” por los bonos de la deuda. El plan oficial incluye un acuerdo con el Fondo Monetario.

Lorenzino desplegó ante el FMI los “avances” en la construcción de un nuevo índice de precios al consumidor que implementará el INDEC, según definieron las propias autoridades del organismo internacional. Mientras tanto, en Buenos Aires la oposición difundía en el Congreso su propio índice, que estableció un 2,8% de inflación en septiembre, la más alta para este mes desde 1991, antes de que se implementara el régimen de Convertibilidad. El fallo de la Corte Suprema que revirtió las autoritarias multas de Guillermo Moreno a las consultoras libera ahora a la oposición parlamentaria de seguir exhibiendo los crudos números privados.

Boudou pretendía, en este contexto, anunciar el acuerdo alcanzado por Lorenzino -a quien él mismo recomendó como ministro de Economía luego de que Cristina lo designara como su compañero de fórmula en 2011- en una conferencia en el Palacio de Hacienda, que luego fue cancelada por fallas técnicas en la conexión con Washington. Al menos esa fue la explicación oficial. Otras voces dentro del Gobierno deslizaron que Axel Kicillof y Moreno operaron al máximo nivel para darla de baja, temerosos de que Boudou vuelva a imponer su visión sobre la economía y se descarte la línea intransigente de “vivir con lo nuestro”.

MENSAJES DEL PODER FINANCIERO

Tal vez por eso los mensajes que llegan desde el primer mundo financiero no son los mejores para el Gobierno. El tradicional diario Financial Times acaba de publicar un largo artículo en el que -palabras más, palabras menos- se indica que los mercados ya le bajaron el pulgar a la Presidenta. En la misma línea, la cadena televisiva Fox emitió un informe en el que deslizó sospechas sobre el estado de salud de la jefa de Estado, abriendo interrogantes a partir del hecho de que la Casa Rosada no difundió imágenes de Cristina luego de la operación. Un señalamiento similar había hecho a líderes como Hugo Chávez y Fidel Castro.

Así las cosas, la Presidenta regresará esta semana a la quinta de Olivos, para proseguir con un proceso de rehabilitación que le demandará por lo menos 20 días más. Algunos de sus colaboradores se esperanzan con que pueda hacer una aparición pública antes de las elecciones legislativas, pero a esta altura lo más probable es que termine grabando un mensaje en la residencia del norte del Gran Buenos Aires para ser emitido por cadena nacional. Mientras se recupera la Presidenta, los candidatos intensificarán su actividad en el último tramo de la campaña, a la que sólo le quedarán 11 días hasta el cierre oficial previsto para el jueves 24.

La enfermedad de la Presidenta no es, de todos modos, el único elemento que marca un final accidentado de la campaña electoral: también lo fue la balacera que sufrió la casa particular del gobernador de Santa Fe, el socialista Antonio Bonfatti, quien fue blanco de un ataque sumamente preocupante. Además, el gobernador de San Juan, José Luis Gioja, lucha por su vida luego de que se desplomara el helicóptero en el que se trasladaba, en un accidente que le costó la vida a la diputada Margarita Ferrá de Bartol, quien era candidata a la reelección por el FpV, que viene de perder sorpresivamente en las primarias de la provincia cuyana.

Esta sucesión de hechos anómalos se llevó la atención de la ciudadanía porque, en rigor, la tensión política se descomprimió notablemente el pasado 11 de agosto, cuando tres de cada cuatro argentinos le marcaron un límite concreto al kirchnerismo y dieron por tierra con el proyecto de la re-reelección de la Presidenta. Aquel pronunciamiento fue tan claro que ahora predomina el desinterés por la campaña electoral, según admiten los estrategas de las principales fuerzas en pugna. Y entonces algunos gobernantes como Daniel Scioli y Mauricio Macri aprovecharon la oportunidad para instalarse desde ahora como candidatos a presidente hacia 2015.

Scioli ensayó un discurso de superación del kirchnerismo, aunque en función de una continuidad política y económica: “Tras 10 años de crecimiento, generación de empleo y reindustrialización, la clave es generar confianza e inversiones que aseguren el desarrollo”, propuso casi a modo de plataforma. A su vez, Macri comenzó a mostrarse como una opción “no peronista” y se diferenció de Sergio Massa, a quien todavía lo une un acuerdo electoral este año. “Nosotros queremos una renovación sin parches”, dijo el jefe de Gobierno porteño en una entrevista con EL DIA. Tampoco ahorró críticas a la gestión de Scioli en la Provincia.

EL ROL DE LOS GOBERNADORES

A sabiendas de que su equipo más próximo perdió volumen político hace un tiempo largo -pero que ahora ese déficit se nota más debido a su ausencia transitoria-, la Presidenta evaluaría la posibilidad de convocar a gobernadores justicialistas al Gabinete nacional. En los últimos días se mencionó con insistencia al entrerriano Sergio Urribarri, quien levantó su perfil provinciano con el resurgimiento del conflicto con Uruguay por la papelera UPM. Otro mandatario señalado es Jorge Capitanich, pero el chaqueño no tendría intención de involucrarse en los últimos años del Gobierno kirchnerista, en medio de un pronóstico económico incierto.

Diferente sería la postura del mendocino Francisco “Paco” Pérez, quien de todos modos llegaría devaluado al Gabinete de Cristina Kirchner luego de perder las elecciones legislativas en forma contundente con el radical Julio Cobos. Una misión encomendada por la Casa Rosada al presidente de la Cámara de Diputados, Julián Domínguez, para representar al Gobierno en la Cumbre Iberoamericana que se realizará la semana próxima en Panamá, suma también al legislador bonaerense a la lista de los dirigentes mencionados para el necesario recambio al elenco gubernamental. La Presidenta tendrá tiempo para madurarlo durante su reposo.

El principal desafío que tendrá Cristina Kirchner luego de las elecciones será enderezar la economía. El Senado le dio esta semana sanción definitiva al Presupuesto para 2014 con 122 mil millones de pesos en subsidios, es decir el 15 por ciento del total de gastos que tendrán las arcas públicas el año que viene. El modelo cruje además por la falta de dólares, succionados por el déficit energético que se consume los ingresos por la exportación de soja. En este escenario, Sergio Massa reunió a su equipo económico para mostrar que cuenta con un “Gabinete en las sombras” y comenzar a plantear su proyecto presidencial.

En el Frente Renovador están convencidos de que superarán el 40 por ciento de los votos el domingo 27, un caudal que dejaría a Massa entre los dirigentes mejor posicionados en el inicio de la carrera por la sucesión de Cristina Kirchner. Por eso el intendente de Tigre enfocó el último tramo de la campaña en criticar abiertamente al secretario Moreno, asociándolo cada vez que pudo a la palabra “fracaso”. También acentuó sus propuestas en materia de seguridad -ahora habla de una ley de derribo de aviones utilizados por el narcotráfico- mientras que sus asesores ya diseñan el itinerario de una gira por el exterior que cumplirá antes de fin de año.

Massa, Scioli y Macri se proyectan desde ahora hacia 2015 junto a otros referentes como Cobos, el santafesino Hermes Binner y el cordobés José Manuel de la Sota. En cambio, la mira del Gobierno está puesta en la necesidad de recuperar a la Presidenta y en acotar, mientras tanto, el margen de acción de Boudou. Cuando se acumulan las urgencias, el corto plazo se impone por peso propio.