El ceibo, una fiesta de color

El ceibo tuvo hoy su día de gala porque se conmemoró su estirpe de flor nacional. En la Ciudad, la planta regala por estos días su particular belleza en puntos como Parque Saavedra, los jardines de la Catedral y los de Plaza San Martín, sitios donde su floración estalló con intensos colores.

Según consignó el especialista Julio Milat, todas las partes de la planta ( corteza, hojas y flores ) tienen propiedades medicinales para diferentes usos. Además señaló que esas plantas nativas poseen grandes ventajas porque están adaptadas a este medio, tienen gran valor ornamental, atraen mariposas, insectos y estos a su vez atraen a las aves que se alimentan de ellos.

Otra de las propiedades del ceibo es que aumenta la diversidad biológica de sus ambientes. “Son la base de nuestro patrimonio natural, pero son desconocidas para la mayoría de la gente”, apuntó el ambientalista.

En relación a los ejemplares más bellos, se mencionó a uno de flores blancas que se encuentra en el parque de la Catedral sobre la calle 53 y acapara la atención de quienes transitan por esa zona.

El ceibo, un patrimonio natural al que se designó como flor nacional, tiene una larga historia. Durante la celebración del centenario de la independencia argentina, un grupo de naturalistas de renombre como Angel Gallardo, Cristóbal Hicken y Eduardo Holmberg, decidieron que nuestro país debía tener su emblema nacional floral como otras naciones del mundo, y propusieron a la pasionaria o mburucuyá.

En 1928 la Revista de las Ferias llevó a cabo una encuesta de la que participaron más de 8000 personas y quedó en primer lugar la magnolia y en segundo el ceibo. Pero como observaron que la primera era de origen norteamericano, quedó consagrado el ceibo.

“Finalmente en 1942, durante la presidencia de Ramón S. Castillo y bajo el decreto nacional Nº 138.974 - apuntó Milat- fue establecida como flor nacional, hecho compartido con Uruguay”.

El árbol está vinculado al acervo cultural de ambos países, con influencia en la pintura, narrativa, poesía, música y diversas leyendas.

La más conocida es la de la princesa guaraní Anahí, jefa de su pueblo en la lucha contra los conquistadores. En uno de sus combates cayó prisionera y fue condenada a la hoguera, la ataron al tronco de un árbol sin flores. Al amanecer en la tierra solo quedaban las cenizas de Anahí, pero en el árbol había brotado una flor roja como la sangre, que llevaba el alma de la princesa, dando lugar al origen del ceibo.

El ceibo pertenece a la familia de las Leguminosas ( familia que da sus semillas en una chaucha o legumbre). Su distribución abarca Brasil, Paraguay, Uruguay, norte de la Argentina hasta esta región en la provincia de Buenos Aires.

Crece hasta los 10 metros y sus ramas de corteza gruesa y rugosa, son soporte ideal para helechos, cactus, claveles del aire y la orquídea flor de patito. Posee una variedad de cultivo de flores blancas y varias propiedades medicinales.

Uno de los mayores espectáculos que ofrece la naturaleza ribereña de estos pagos, es la plena floración de este árbol en estos días. Sus flores son polinizadas por abejorros y picaflores.

En nuestro partido crece en sitios inundables formando un ambiente natural típico denominado pajonal ceibal, donde encuentran refugio y alimento un gran número de especies, muchas de ellas desconocidas para los ojos urbanos. “Ceibales importantes y bien conservados pueden verse aún hoy en el delta del Río Santiago, en las islas Santiago y Paulino, ambientes que deben ser preservados de manera urgente”, agregó Milat