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Tres estrenos muy sufridos

8 de Febrero de 2014 | 00:00
ESCENA DEL FILME “12 AÑOS DE ESCLAVITUD”, UNA DE LAS GRANDES CANDIDATAS A LOS PREMIOS OSCAR
ESCENA DEL FILME “12 AÑOS DE ESCLAVITUD”, UNA DE LAS GRANDES CANDIDATAS A LOS PREMIOS OSCAR

POR ALEJANDRO CASTAÑEDA

12 AÑOS DE ESCLAVITUD, de Steve McQueen.- Ejiofor es un negro emancipado, pero cae en manos de unos traficantes y es vendido como esclavo. Estamos en los años previos a la Guerra Civil. Y estará doce años, golpeado y desesperado, rodando entre plantaciones rotosas del sur profundo.

Filme académico que no agrega nada nuevo a un tema que Hollywood, recargado de culpas y estereotipos, cada tanto retoma. Es prolijo y se mantiene en los límites de lo políticamente correcto. Es cruel y no ahorra torturas, pero no va más allá de ser un muestrario condescendiente y muy calculado sobre las penurias de este violinista bueno, culto y abnegado, un padre de familia a quien la esclavitud le quitó parte de su vida y de su dignidad. El filme entretiene pero no conmueve. Está bien ambientado y la historia, basada en un hecho real, interesa. Pero hay algo de catálogo de calamidades en estas imágenes que no transmiten ni la espesura de tanto dolor ni las profundas implicancias del tema. Steve McQueen parece regodearse en registrar en detalle los castigos físicos, pero su mirada no es rigurosa y sus personajes son muy esquemáticos y demasiado conversadores. Solo en algunos momentos (pocos) el filme se olvida de su cuidada puesta en escena para dejarnos algunos pincelazos sutiles sobre ese horror: el protagonista está colgado de un árbol y un plano largo registra la indiferencia de los otros negros. Es una secuencia implacable y silenciosa, una muestra de que el terror ya había aniquilado no sólo las espaldas sino también el alma de esos esclavos que tenían prohibido hasta la piedad. (*** BUENA).

HOGAR, AMARGO HOGAR

AGOSTO, de John Wells.- Parte de una premiada obra teatral que tuvo una soberbia versión en nuestro país. Y no reniega de su origen. Al contrario, parece una transcripción tan obediente que incluso hasta define su estética: concentrada, muy dialogada, con una cámara quieta y hasta con una dirección de actores que a veces recarga demasiado su histrionismo. El tema es denso: la sorpresiva desaparición de un jefe de familia, en Oklahoma, logra que su familia se reúna. Está la matriarca (Streep), sus tres hijas y su hermana. Recuerdos, reproches, revelaciones y secretos aparecen a lo largo de este par de jornadas de desahogos y puesta al día. La riqueza dramática de la pieza teatral se desvanece, aunque el nivel interpretativo es alto. La sensación es que hay demasiados temas y subtemas en medio de tanto hartazgo y griterío. “Los secretos que escucharon estas paredes”, dice la matriarca, destruida por las pastillas y un cáncer. Pero a veces destruyen más los secretos que nadie escuchó, toda la sobrecarga de olvidos, celos y silencios que palpita en toda familia. Una obra dura sobre el desamparo y la mentira, sobre el hogar como campo de batalla y sobre la soledad de esas tres hermanas y esa madre que sienten la desaparición sorpresiva del padre como el resumen de una familia que hace tiempo se había extraviado.

La matriarca se queda sola, sin hijas y sin el terrible secreto; desesperada y frágil se refugiará en el regazo de la nueva niñera, buscando en esos brazos un renacimiento y un ayer imposibles. (*** BUENA)

OTRO QUE SUFRE MUCHO

HORAS DESESPERADAS, de Eric Eisserer.- Hospital de New Orleans, horas antes de la llegada del arrasador Katrina. Matrimonio joven, un parto que se adelanta unas semanas, una madre que muere en el quirófano y una beba que sobrevive con asistencia mecánica en un hospital sin luz ni agua. Un padre desesperado que debe hacerse cargo de esa hijita en medio de la catástrofe. Uno de esos films donde el sufrimiento no da tregua. Golpea por todos lados como esa tempestad de viento y agua que pareció llevarse todo. Película póstuma del actor Paul Walker que murió en un accidente hace dos meses. El es el padre abnegado que encuentra en ese sacrificio el mejor homenaje a esa madre que ya no está. El avance feroz del agua (algo que los platenses conocen demasiado) le agrega más furia a un film que sólo encuentra algo de alivio en el llanto final de la nena. (** ½).

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