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Séptimo Día |LITERARIAS

Ser padres en un mundo hostil

Desde un registro autobiográfico que muta al ensayo y la autoayuda, en “¿Dónde está mi tribu?” la española Carolina del Olmo se sumerge en la angustia experimentada por una madre frente a la metamorfosis personal que implica la llegada de un hijo en una sociedad cada vez más individualista que ha disuelto las estructuras de apoyo típicas de las sociedades tribales

23 de Marzo de 2014 | 00:00

El llanto inaugural de un recién nacido que se esparce como un relámpago por la sala de parto mientras sus padres se besan en ritual eufórico es el comienzo de una experiencia indeclinable que con el correr de los días mostrará el lado menos amable de la maternidad: hay ansiedad y alegría, cierto, pero también soledad, cansancio y sobreexigencia.

“El problema no son nuestros hijos, pero tampoco somos nosotros. El problema es una sociedad cuyas exigencias son radicalmente incompatibles con las necesidades de los bebés y también con las de quienes cuidan de ellos”, suelta del Olmo, filósofa de profesión y madre de Guillermo y Adela.

“¿Dónde está mi tribu?”, editado por Capital Intelectual, tuvo sin duda un origen catártico derivado de las impresiones que la autora recogió en sus primeras días como madre, pero a medida que la escritura avanzaba se transformó en una indagación sobre una dinámica social hostil a la crianza y una crítica a una estructura económica depredadora de los lazos solidarios.

“Si no hubiera tenido un niño seguro no hubiera surgido este tema. Lo que tiene de particular el libro es cómo se vincula la experiencia de tener un hijo con mi bagaje anterior crítico al capitalismo, cómo se relaciona el acontecimiento fundamental que te cambia la vida con una visión crítica del sistema que venía trabajando desde antes” apunta del Olmo.

“El otro disparador fue el relativo enfado que sentí con los libros de crianza que leí cuando nació mi hijo. Sentía que no me ayudaban y por el contrario me dejaban con una especie de regusto, de cierta culpa y ansiedad -relata-. Había enfoques tan opuestos que parecía imposible encontrar allí un camino. A su vez me molestaba la manera desaprensiva los autores y la desatención con la situación de la madres y padres de carne y hueso”.

Del Olmo carga contra la entronización de la figura del “experto” que desembarca cual gurú para trazar vectores de crianza pero cuyos aportes, confrontados a las disparidad de enfoques que se aniquilan entre sí, aportan más confusión que alivio.

Esta liturgia maternal se mueve en torno a dos grandes circuitos antagónicos: el de los enfoques “adultocéntricos” que exaltan la naturaleza salvaje del recién nacido y promueven espartanas rutinas de adiestramiento y el de los llamados modelos de apego, condescendientes con las fases de desarrollo del niño y a su vez menos rígidos con los atribulados padres.

¿Cómo se explica el actual aluvión de libros dedicados ya sea a hurgar en los matices menos complacientes de la maternidad como a trazar líneas de acción para encarar la crianza? ¿Están los padres más desorientados que en generaciones anteriores o es la sociedad que intenta convencerlos de que deben ser socorridos desde el afuera para criar a sus hijos?

“Por un lado, lo que aprendemos de nuestros pares con vistas a la crianza es muy poco porque la mayor parte de la gente llega a la vida adulta casi sin haber estado en contacto directo con los trámites de nacimiento, muerte y enfermedad que antes estaban permanentemente presentes en las familias y en los modos de vida más comunitarios -señala-. Hoy vivimos de espaldas a todo lo que tenga que ver con la fragilidad humana”.

“La ideología ambiente ensalza esa consideración de nosotros mismos como individuos sanos. Cuando te enfrentas a un hijo es verdad que te sientes muy solo y necesitas una guía. Las familias extensas ya no están y nuestras madres no siempre son las mejores consejeras porque forman parte de una generación que representa el triunfo del biberón y la caída de la tasa de lactancia”, indica.

Visible a los dos lados del océano, el boom de libros dedicados a la maternidad cobra terreno en un mundo que magnifica el accionar de la medicina y la psiquiatría al tiempo que ha desdibujado el valor de la intuición y la experiencia.

“Hay todo un entramado de obras que aconsejan sobre la crianza y te hacen creer que necesitas leerlos todos. Esto se vincula con un proceso de pérdida de capacidades fundamentales para la vida, que a partir de la modernidad han quedado en manos de expertos”, explica del Olmo, que se desempeña como directora de Cultura del Círculo de Bellas Artes de Madrid.

“Tiene que ver también con el desembarco del control estatal y de las instituciones públicas en la vida de los individuos: cómo las escuelas, los pediatras y los puericultores se convirtieron en ejes del control social bajo el pretexto de intentar mejorar las formas de vida”, acota.

“¿Dónde está mi tribu?” no funciona como un manual de autoayuda en el sentido canónico pero toma algo de su ideario: su función no es ofrecer certezas o desgranar consejos sino visibilizar ese entramado de angustias que una madre experimenta puertas adentro ya que, como sostiene Del Olmo, “los bebés encajan mal en las versiones de desarrollo personal y autonomía más celebradas en nuestra cultura”.

“Un hijo puede ser entendido al mismo tiempo como una elección que se toma como vía para la realización personal y como un obstáculo para el desarrollo personal”, apunta la autora en un tramo que visibiliza las dificultades para conciliar el arquetipo de madre abnegada que convirtió a generaciones de mujeres en rehenes del espacio doméstico con los ideales emancipadores de los 70 que dictaminan el individuismo a ultranza.

Del Olmo testimonia en primera persona la solitaria experiencia de la crianza actual, bajo un paisaje desolador bosquejado por licencias escasas, abuelos ausentes y jornadas laborales que no terminan nunca y, en especial, por la pérdida del sentido de tribu que hacía posible descansar en un otro, cuidar a los ajenos y vivir bajo un sentido de pertenencia comunitaria.

“Somos una generación de padres que deben lidiar todo el tiempo con la culpa. Con una vida como la que llevamos, es difícil estar a la altura de lo que en el fondo sentimos que deberíamos estar haciendo. Lo que necesitamos es recuperar una suerte de red, un tejido social que nos proteja y nos ayude y en el que aprendamos a apoyar, a cuidar, una instancia que obviamente va más allá del cuidado de los niños”, propone del Olmo.

¿DONDE ESTA MI TRIBU?
Autor: Carolina del Olmo
Editorial: Capital Intelectual
Páginas: 232

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